Todo empezó el 26 de mayo de 2015, en un desayuno celebrado en el Centro Cultural de España en México. Ahí empezaron los primeros pasos para crear un colectivo que, al igual que ocurre con ECUSA en Estados Unidos o SRUK/CERU en Reino Unido, agrupara a los científicos españoles, en este caso, en México. Dos años después, ya es una realidad.
Ha sido necesario que pasara todo este tiempo porque aquí las distancias ralentizan todo. “El gran problema con México es que es un país enorme y nuestros socios están muy repartidos por los distintos estados, lo que dificulta cualquier gestión”, afirma Gloria Delgado, una de las socias fundadoras de la Red de Científicos Españoles en México (Recemx).
La asociación se presentó oficialmente el pasado mes de mayo bajo el lema ‘Nosotros somos españoles, pero nuestra ciencia es mexicana’, dejando claro así su papel de puente entre ambos países: el de nacimiento, por un lado, y el que les ha dado la oportunidad de desarrollarse profesionalmente, por otro.
Actualmente Recemx, cuya presidencia recae en Sara Barrasa, cuenta con unos 70 socios oficiales, pero comparten información e intercambian experiencias con un grupo más amplio de profesionales (unos 200).
“Dentro de la red hay una gran variedad de historias”, dice la vocal de difusión de Recemx. Delgado diferencia tres grupos: jóvenes que llegaron recientemente empujados por la crisis en España, un eslabón intermedio formado por gente que salió antes de la crisis y, por último, personas que vinieron hace muchos años y que ya están plenamente integradas, incluso en muchos casos con hijos mexicanos.
Sea cual sea la situación personal de cada miembro, todos ellos suponen una pérdida de talento para su país natal. “Una cosa es que te vayas porque quieres y porque sabes que es bueno para ti, y otra cosa es que te vayas porque no tienes otra opción; o que quieras regresar y sepas que es imposible”, afirma esta astrónoma muy implicada en la divulgación de la ciencia.
En las estrellas
Ella trabaja en el Instituto de Astronomía de la UNAM y su campo de investigación es la composición química de las nebulosas. “Estas nubes de gas tienen todos los elementos químicos que después, de una forma o de otra, están en los planetas, y yo intento entender un poco más el proceso de formación de estos elementos y cómo luego se esparcen por el medio interestelar”.
Nada más acabar la licenciatura, en 2004, llegó a México y se instaló en Tonantzintla, en el estado de Puebla, para estudiar el doctorado. “Me sentí muy bien acogida, pero era un poco el ‘bicho raro’ de la ciudad, más aún siendo una mujer soltera que se dedica a la ciencia”, recuerda. Fue necesario un periodo de adaptación, incluso en el idioma. “Una cree que hablamos la misma lengua hasta que descubres que aquí a un simple tomate lo llaman de forma diferente, por poner un solo ejemplo”.
Precisamente uno de los objetivos con los que se crea Recemx es el de ayudar en esos primeros momentos en los que casi cualquier paso, en especial los trámites burocráticos, suponen una dificultad. Pero el fin principal es dar a conocer, tanto en México como en España, lo que hacen los científicos de la red
A Delgado le gusta el carácter de los mexicanos. “Son curiosos –dice-, a la gente de la calle le interesa mucho la ciencia”. También suelen ser “muy educados”, por lo que “el ambiente de trabajo es muy acogedor. Además, son muy apasionados con todo lo que hacen”.
Cree que “España está muy modernizada en la forma de hacer ciencia, muy al día en cuanto a los últimos avances”. “En México todo es más pausado: no hay tanta competencia y no existe ese estrés”, añade. ¿Qué echa de menos de su país? “El humor”, responde. “Te das cuenta de lo que significa ser español cuando te vas”.