Uno de los objetivos del Laboratorio de de Prospección, Monitoreo y Modelación de Recursos Agrícolas y Ambientales (PROMMRA), en Chile, es ayudar a contribuir al buen manejo de los medios hídricos. Es hoy, por tanto, un buen momento para hablar con su director, Pablo Álvarez, coincidiendo con el Día Mundial del Agua (22 de marzo).
Y es que desde esta unidad dependiente de la Universidad de La Serena se trabaja en varias líneas. “La primera tiene que ver con la planificación asociada a la contabilidad de los recursos hídricos y, por lo tanto, la previsión o pronóstico de los recursos hídricos que va a haber para distribuir entre las distintas actividades económicas –afirma Álvarez en declaraciones a Innovaspain-. Desde este punto de vista, nuestro aporte es generar pronósticos de caudales y ayudar a que exista planificación entre los diversos organismos e instituciones de usuarios de agua”.
Un segundo aspecto está relacionado “con la medición o el control de los recursos hídricos en distintas zonas, tanto en canales como en ríos, es decir, hemos estado trabajando en hidrometría”. “La tercera línea, desde mi punto de vista, tiene que ver con el aporte que podemos hacer a través del monitoreo del uso de los suelos en las áreas de riego, particularmente el uso agrícola de esos suelos, que se puede asociar a eventos hidroclimáticos o a la planificación porque, si en el fondo sabemos qué hay plantado, dónde y qué cantidad, también se pueden tomar decisiones, tanto a nivel de gestión de territorio, como a nivel predial”.
Huella hídrica y agua virtual
Si hablamos del buen uso de los recursos hídricos, hay que abordar conceptos como el de la huella hídrica o el agua virtual. En el primer caso, tal y como señala el director de PROMMRA, se hace referencia a la cantidad de agua utilizada para producir una cantidad de producto. “Pese a que se ha utilizado en varias áreas, particularmente en la agricultura se utiliza para poder establecer algunos criterios que puedan orientar políticas públicas que pongan en dimensiones comparables el uso de agua para producir una unidad de masa, lo cual es absolutamente discutible”.
En el segundo caso se trata de “un agua que sigue virtualmente a los productos que se comercializan o que se transan [se transaccionan] y se movilizan de un lugar a otro”. Cuando un producto se genera o se produce en un lugar y luego es transportado y vendido en otro, también se está transportando la cantidad de agua que significó producirlo.
“El planteamiento del tema de las aguas virtuales se basa en establecer grandes balances a escala global o a nivel de territorio, para comprender en el fondo la dependencia alimentaria y, a su vez, la relación que esta tiene con el agua –continúa-. En este sentido, uno puede reconocer lugares que son dependientes de balances hídricos que no le son propios, donde su población se alimenta a partir de productos que se generan en otra zona y que arrastran virtualmente una cantidad de agua que en ese lugar no sería posible de abastecer para producir el mismo producto”.
“La verdad es que son muy pocos los territorios autosustentables, que pueden vivir sin tener un nivel de dependencia y que, por lo tanto, no arrastren esta agua virtual hacia el lugar, lo cual también es discutible, pero permite mirar el comercio y la seguridad alimentaria como dos aspectos relevantes para el desarrollo humano y que están ligados a un recurso natural fundamental, que es el recurso hídrico.
Por la sustentabilidad
Si entendemos la huella hídrica como el agua que aplicamos por la vía del riego a los distintos cultivos, su posible reducción, en opinión de Pablo Álvarez, “tiene una derivada tecnológica sin duda basada en el conocimiento que implica poder reducir los consumos de agua para producir el mismo kilo de producto agroalimentario”.
“Eventualmente se podría a través del mejoramiento genético o de variedades que, en el fondo, sean más eficientes o bien que, por el mismo metro cúbico, produzcan más producto o que tengan mayor productividad”, añade. “Pero ahora, el trasfondo de este tema es la seguridad alimentaria y, por lo tanto, la sustentabilidad de esa seguridad alimentaria y el cómo la seguridad alimentaria también está ligada al comercio”.
El desafío de futuro para el Laboratorio PROMMRA es “trabajar en una escala de mayor detalle, con mayor precisión”. “Nosotros empezamos desde lo más general, por lo tanto en esta siguiente etapa lo más probable es que nuestro trabajo ayude a la toma de decisiones más individuales”, dice el director.
Queda mucho por hacer, también en el campo de la concienciación. En su opinión, existen muy pocas sociedades que hagan el análisis de lo que consumen como alimento. “Me parece que, en general, son pocos los países que tienen políticas alimentarias que estimulen una menor dependencia de balances hídricos que no sean propios o que se preocupen de la sustentabilidad de esa seguridad alimentaria”.
“En el fondo, el fundamento de esto es que la población sigue creciendo, la demanda de alimentos se multiplica y la cantidad de agua dulce disponible no aumenta y, en un contexto de cambio global, es muy probable que esa agua disminuya –dice Álvarez-. Entonces la pregunta, a nivel global, es cómo se resuelve esta encrucijada de más población, más demanda de alimento y la misma o menos cantidad de agua para producirlo”.