Barcelona Activa lleva 30 años impulsando la política económica y el desarrollo local de la ciudad. Enclavada a lo ancho en el distrito 22@, sus instalaciones, renovadas, son una mezcla de servicios municipales clásicos y del resultado de la progresiva incorporación de opciones más disruptivas, o no tanto, pero sí consecuencia del tránsito de lo analógico a lo digital. Funcionarios veteranos conviven con emprendedores de medio mundo que a su vez se cruzan con los múltiples perfiles que cada día reciben asesoramiento en Porta 22, el servicio que revolucionó el concepto tradicional en el apoyo público al trabajo en calidad, cantidad y, no menos importante, idoneidad para el candidato, a quien se acompaña en distintas fases ‘adjudicándole’ además formación a medida.
Uno de los artífices de Porta 22 fue Lorenzo Di Pietro quien, tras trabajar en una entidad bancaria en Italia, viajó a Barcelona para cursar el master en Políticas Públicas y Sociales que impartía el profesor Vicenç Navarro. Quince años después, y tras pasar por las diferentes capas de Barcelona Activa –de becario a responsable de políticas de Empleo-, desde hace dos años dirige el área de Emprendimiento, Empresa e Innovación. Haber ocupado tantos huecos del organismo en este tiempo favorece que su visión acerca de por dónde ir sea 360º, pegada al momento pero sin olvidar que se han pasado tiempos complicados y que lo que tenemos por delante es un reto interesante pero que encierra complejidades inauditas. “Cuando trabajas con personas conoces la oferta y cuando lo haces con empresas, la demanda. El mix de ambas zonas es perfecto para incidir en la ciudad, en su calidad de vida o en la promoción de un trabajo digno”, explica.
Durante 2016, Barcelona Activa atendió a más de 53.000 personas y de 9.000 empresas a través de más de 70 servicios y programas desplegados. Casi 30.000 (51% mujeres) fueron atendidas a través de los servicios y programas para el empleo y 1.821 contratadas por un período mínimo de 6 meses. La intención práctica de Barcelona Activa es por tanto una ley de obligado cumplimiento en cada actividad que emprenden. “Es nuestro ADN”, dice Di Pietro, “trabajamos en el diseño de políticas públicas pero con un ojo puesto en su implementación para evitar que ambos procesos se distancien”. Sistemas de evaluación que posibilitan que el círculo de la retroalimentación, en el que la práctica ‘da de comer’ a la teoría, no se distorsione. “Tenemos el privilegio de contar con los dos elementos en casa; el pensamiento y la acción. La innovación reside en evaluar lo que estás haciendo y a partir de esos resultados alimentar de forma novedosa el pensamiento”.
La crisis y la luz
En 2007 la ciudad atravesaba un momento dulce –el paro registrado era tan solo de 35 mil personas- pese a los problemas de toda gran urbe entre los que Di Pietro cita la desigualdad o la mala calidad y la temporalidad del empleo; carencias que eran más fácil trabajar desde un punto de partida solvente. “Es aquí donde la política pública tiene sentido al corregir disfuncionalidades del sistema con acciones positivas para favorecer a colectivos vulnerables o, en otro plano, para incentivar a empresas y que esto suponga contratos de mayor duración o sueldos más dignos. Esa es nuestra razón de ser”.
En menos de un año el desempleo se cuadruplicaba. “No se generaban puestos de trabajo, no había vacantes y, lo que es peor, se extendió una sensación de desesperanza, de falta de oportunidades, que fue lo más difícil de combatir”, recuerda Lorenzo Di Pietro, para quien resultó fundamental mantener los servicios de Empleo abiertos al público y a pleno rendimiento durante aquel oscuro periodo. “La financiación del ministerio para estas áreas se redujo drásticamente y muchos otros ayuntamientos cerraron sus servicios de Empleo. Una gran contradicción que nosotros denunciamos”. Mientras unos claudicaban, Barcelona se autofinanció y aumentó recursos para pelear contra el paro. “Fuimos un bicho raro, un caso excepcional que nos permitió mantener una dialéctica sólida con nuestros usuarios porque percibieron que seguíamos ahí”.
Con la llegada de “los primeros brotes de la primavera” Barcelona volvió hacia la casilla de salida previa a la crisis más rápido que otros. En ese camino a la inversa ayudaron la inercia anterior y la diversificación de la economía de la ciudad. “La tasa de desempleo gira en torno a los 70 mil, la marca Barcelona vuelve a estar bien situada, la ciudad ocupa un lugar privilegiado en atracción de startups lo que trae de la mano que inversores, emprendedores y talento internacional identifiquen Barcelona como una ciudad en la que no sólo se vive bien, esto siempre ha sido así, sino que además es un buen lugar para hacer negocios al contar con un ecosistema que ha ganado madurez y que permite el acceso a todo lo necesario para formar parte de la vida económica de la ciudad”, explica el responsable publico. “Vivimos en una mezcla que permite la puesta en marcha de un negocio y proyectarlo internacionalmente”.
Los emprendedores y el compromiso
Si profundizamos en ese nuevo motor llamado emprendimiento, Di Pietro considera importante observar cómo en los últimos años este tipo de proyectos no habitan un campo acotado y compartido sólo con la administración y la universidad, sino que el ámbito privado se ha incorporado para quedarse y ha contribuido notablemente a su madurez. “En esta dialéctica público-privada nos topamos con personas emprendedoras que ya no se centran sólo en su idea sino que quieren influir en la ciudad y en el ecosistema que comparten en una red de relaciones con la que coinciden en muchos de sus objetivos estratégicos y que favorece que las cosas funcionen”.
Para que sople el viento a favor también ha sido importante el simple pero tedioso paso del tiempo. “La emprededuría se ha popularizado y ya forma parte de las conversaciones cotidianas. También se comprende mejor el rol del emprendedor dentro de la sociedad”. Di Pietro va más allá y entiende que hoy parte de estas iniciativas no tienen como finalidad única el beneficio económico porque ha ganado enteros la actitud emprendedora de impacto social. “Cada vez son más lo que quieren ser agentes activos que influyen en el territorio”. Un filón novedoso pero de fortaleza creciente (en Barcelona la economía social supone un 7% del PIB) que ya tiene aceleradoras y fondos de inversión específicos y que se vincula a la Economía Circular por una transversalidad que transciende áreas de actividad para traducirse en una nueva forma de entender las cosas. “En general los sectores verticales han muerto”, opina Di Pietro. “Vamos hacia la convergencia; ahora hay que determinar dónde ponemos el acento”.
La evolución de las ideas y de la tecnología sin perder el norte
La Economía Digital es, según Di Pietro, uno de los sectores estratégicos de la ciudad. “Al fin estamos entendiendo la tecnología como un instrumento para alcanzar objetivos relacionados con la calidad de vida, con mejores viviendas, con una movilidad sostenible… Y para tener una ciudad mejor serán fundamentales la Internet of Things, el Big Data y la Inteligencia Artificial”. Considera que la gestión urbana de hoy día puede, gracias a los datos, “hacer una foto muy exacta de la ciudad en tiempo real que posibilita orientar o reorientar políticas públicas de manera mucho más precisa”.
Desde Barcelona Activa tomaron cartas en el asunto y decidieron ser parte importante de la generación de ideas que nacieran en casa pero muy relacionadas con las tecnologías disruptivas citadas por Di Pietro. Así pusieron en marcha la aceleradora MediaTIC, “llena de empresas que la ciudad va a necesitar y que forman parte de un ecosistema competitivo y maduro en transición hacia un modelo inteligente de ciudad”.
Un ecosistema que, pese a nacer con vocación internacional, están tratando de potenciar en el exterior. Sirva como ejemplo el reciente acuerdo firmado con Nueva York para el intercambio de startups que podrán conocer la realidad a ambas orillas del Atlántico o los lazos cada vez más estrechos con Japón, donde los jóvenes empresarios ven en Barcelona la plataforma ideal para establecerse y crecer en el mercado europeo.
Con los mimbres y la teoría que describe el futuro bien asentados, el reto pasa por conservar la pujanza en ámbitos tradicionales pero de una importancia capital a los que desde Barcelona Activa no ha dejado de mirar. De este modo trabajan con el comercio para potenciar su competitividad con herramientas y formación que van de lo básico a lo avanzado; o a fuerza de ‘estar encima’ de las industria manufacturera, en especial la que se despliega junto al río Besós, donde aún hay mucho por hacer pero es posible encontrar varios casos de éxito de transformación 4.0.
Ese vértigo a la Revolución Digital no puede hacer que Barcelona Activa mantenga intacto su espíritu fundacional de servicio público. “En un mundo cada vez con más agentes implicados tenemos que orientar y corregir realidades que no son justas”, señala Di Pietro, que pone el foco en la mujer y en la falta de un reconocimiento justo de su papel, también en el ámbito emprendedor. “Pocas emprenden y las que lo hacen tienen más barreras. La acción positiva que acometemos para corregir este fenómeno es darles prioridad con proyectos viables y sólidos. Nuestra visión del emprendimiento es y será inclusiva”, añade Di Pietro, que ve claro que el emprendedor “no sólo es la persona brillante con conocimientos y competencias extraordinarias, que también. La puerta de Barcelona Activa es muy grande y en función del perfil que acude a nosotros disponemos de herramientas específicas para cada proyecto y cada persona”, concluye.
22@. Antes de la Smart City
El nuevo siglo arrancaba con la ambición de diseñar la ciudad del futuro. Un prólogo para la actual Smart City con nombre propio: 22@. Un distrito sobre el que actuar de modo decidido para que diseño y actividad vivieran pegados al cambio de modelo productivo. Hoy, la transformación del área que ocupa sigue vigente como un espejo en el que se miran otras metrópolis.
“Era el momento en el que se empezaba a hablar de los intangibles, de medir el valor de la ciudad en su capacidad para atraer talento o desarrollar conocimiento”, explica Di Pietro. La mutación de la zona se produjo también desde lo físico. El espacio ocupado por la industria manufacturera clásica de las grandes naves y los talleres del textil o del metal recibió una nueva calificación para convertirse en un polo de atracción cuyo valor añadido fuera el conocimiento. Millones de metros cuadrados para incentivar la llegada de compañías tecnológicas, de investigación, universidades… “Un mix de actores y tipologías de actividad que hoy hace de Barcelona una referencia en Economía Digital”.
Tras una etapa protagonizada por la acción, “por una ciudad que no sólo declara sino que hace, que pone a disposición de un proyecto a varios equipos municipales”, el 22@ se encuentra en un momento de balance y nuevos enfoques. “Hemos cumplido los objetivos macro pero la realidad económica es distinta a la de hace 15 años”, dice Di Pietro, que detalla cómo la zona norte del distrito aún dispone de bastantes espacios pendientes de ocupar. “Estamos buscando nuevos vectores para definir un mensaje; aunque la base será de nuevo la unión de urbanismo y economía, los elementos de promoción económica de los que disponemos hoy son muy distintos”.
Para definir de forma más sólida los próximos pasos, el 22@ ha iniciado un proceso participativo que involucra a todas las áreas del Ayuntamiento de la ciudad para reconfigurar fundamentalmente aquellos elementos que han sufrido mayores variaciones en los últimos tiempos como la movilidad o la vivienda. Un modelo abierto que amplía su campo de acción al contar con la opinión de los vecinos del distrito y de los barrios anexos. “Una vez tengamos todos los feedback daremos con una hoja de ruta que considerará la voluntad municipal pero también las necesidades de actores –públicos, privados y comunitarios- cada vez más implicados sin los que el proyecto no tendría éxito”.