Por Bridget Hoffmann – Esta columna fue publicada originalmente en el blog Ideas que cuentan del BID
Cuando el lacerante frío invernal desciende sobre las ciudades de la región sur central de Chile, los habitantes echan leña a sus chimeneas, encienden el fuego regulando el tiro en posición cerrada para mantenerlas ardiendo por más tiempo, y se sientan a compartir el calor y el sonido crepitante de sus hogueras.
La energía producida por la combustión de leña es entre cuatro y seis veces más barata que la de combustibles alternativos, como el gas o la electricidad. Pero el problema es que, al utilizar la leña como forma de calefacción, los habitantes de la zona no solo contribuyen a la formación de smog, haciendo que las ciudades de esta región estén entre las más contaminadas de América del Sur, sino que a la vez acortan sus propias vidas, ya que las emisiones de la leña producen enfermedades respiratorias y otras afecciones.
Durante la última década, el gobierno de Chile ha puesto todo su empeño para combatir este problema, aportando subsidios significativos para la compra de chimeneas de leña menos contaminantes y fomentando la venta de leña más seca, políticas que aunadas generan menos emisiones de PM 2.5, material particulado que en altas concentraciones puede ser altamente tóxico. Pero incluso las chimeneas con la tecnología de combustión más moderna y la leña más seca pueden resultar peligrosas si no se utilizan como es debido. Esto ocurre cuando los usuarios regulan el tiro de sus chimeneas en posición cerrada para mantener la leña ardiendo por más tiempo, como suelen hacer para ahorrar dinero en leña. Esta práctica da lugar a un proceso de combustión a fuego lento que es mucho más contaminante y nocivo para la salud humana que la combustión más limpia que se produce al dejar el tiro abierto, que permite el libre flujo del aire.
Una forma más sana de usar las chimeneas residenciales
Todo esto se prestó para una intervención basada en la economía del comportamiento que puede salvar vidas y mejorar el medio ambiente, logrando que las personas simplemente modifiquen la forma en que utilizan sus chimeneas. Dicha intervención fue probada por J. Cristobal Ruiz-Tagle, del Fondo de Defensa del Medio Ambiente, y Alejandra Schueftan, del Instituto Nacional de Bosques de Chile, con el apoyo financiero y técnico del BID. Como consecuencia, disminuyó en gran medida la frecuencia con que las personas regulaban el tiro de sus chimeneas en posición cerrada. También se provocó una reducción considerable de las emisiones residenciales contaminantes.
Además, como la mayoría de las intervenciones del comportamiento exitosas, esta se hizo a muy bajo costo y sin imponerle nada a nadie. Y lo mejor es que sus aplicaciones podrían ser de gran alcance, incluso hasta llegar a aportar soluciones al problema mundial de la contaminación del aire en los hogares, que es responsable de hasta 2,6 millones de muertes al año.
El experimento se llevó a cabo en Valdivia, una ciudad de cerca de 145.000 habitantes donde, como en la mayor parte de la región sur central de Chile, entre el 80 % y el 95 % de la población utiliza leña como combustible para la calefacción y la cocina. En materia de concentración de PM 2.5, Valdivia es la cuarta ciudad más contaminada de América del Sur, y durante la temporada de frío, entre abril y noviembre, los niveles superan con creces los estándares nacionales e internacionales.
La intervención fue muy sencilla. Los investigadores entregaron leña seca de alta calidad a 80 hogares, y en 40 de ellos (grupo de tratamiento) fijaron un letrero informativo en las palancas de los reguladores de tiro de las chimeneas de leña. Dicho letrero proporcionaba información en tiempo real sobre los niveles de contaminación asociados con cada uno de los ajustes de la chimenea, de forma que las modalidades de cerrado, y casi cerrado –y todas las intermedias– mostraban niveles de contaminación más elevados que los ajustes de abierto y casi abierto. La idea era ver si manteniendo constantemente informadas a las familias sobre las emisiones que estaban generando, era posible darles un empujoncito para que usaran sus chimeneas de un modo más consciente de acuerdo con el medio ambiente y la salud.
Disminuciones significativas de las emisiones
Y los resultados demostraron que era posible. Aquellos hogares provistos con el letrero informativo lograron una reducción de cerca de un 13 % en la frecuencia de utilización de la modalidad más cerrada y contaminante, y una disminución superior al 17 % en las emisiones de contaminación residencial.
Desafortunadamente, este experimento no brindó una visión perfecta de los sacrificios que las familias estaban dispuestas a hacer. En la vida real, las familias regulan el tiro de sus chimeneas en posición cerrada para reducir la quema de leña y ahorrar dinero en la compra de esta. El hecho de haber entregado leña gratis con el fin de garantizar una calidad y una combustión homogéneas dificultó la posibilidad de cuantificar hasta qué punto estarían dispuestas las familias a cambiar esos ahorros por una menor contaminación.
Pero parece claro que sí estaban dispuestas a soportar al menos cierto grado de sacrificio financiero. Si hubiesen quemado lentamente la leña que recibieron gratis, podrían haberla conservado y haber ahorrado dinero para futuras compras una vez terminado el experimento. O podrían haber vendido la leña restante a sus vecinos. Sin embargo, debido a que se les informó sobre el efecto contaminante, redujeron significativamente el uso de los ajustes cerrados en sus chimeneas y, a pesar de la potencial pérdida financiera, optaron por disfrutar de un medio ambiente más limpio.
Implicaciones globales para la reducción de emisiones
Los resultados tienen implicaciones para todos aquellos lugares donde se utilizan chimeneas de leña con diferentes ajustes. La reducción de emisiones gracias a la disminución en la frecuencia del uso de ajustes cerrados no es lineal. Es decir, después de cierto punto, la reducción de emisiones aumenta drásticamente. Lo mismo puede decirse del efecto de las emisiones de partículas en la salud. La mayoría de las personas podemos soportar un poco de contaminación; pero a partir de cierto punto, todos corremos un riesgo significativo.
En este contexto, las intervenciones sencillas y de bajo costo que se basan en la economía del comportamiento y que sirven para dar un empujoncito a las personas hacia un mejor uso de sus chimeneas de leña, pueden desempeñar un papel fundamental. En definitiva, pueden reducir de manera tajante la contaminación del aire en los hogares, que es el octavo factor de riesgo de muerte prematura a nivel mundial.