Hasta ahora se sabía que vivieron en Siberia y Asia Oriental, y que su población se extinguió hace menos de 50 000 años. Poca información más había del misterioso homínido de Denísova, descubierto hace apenas una década. El motivo principal es que los restos fósiles encontrados son demasiado escasos como para proporcionar información sobre su apariencia (comprenden solo una falange de dedo meñique, tres dientes y una mandíbula inferior). Al menos hasta ahora.
Un equipo de investigación internacional, en el que ha participado el Instituto de Biología Evolutiva (IBE), ha logrado reconstruir qué aspecto tenían los homínidos de Denísova solamente a partir de su ADN. Y lo han hecho a partir de la punta de un hueso meñique.
El equipo de investigación, liderado por la Hebrew University of Jerusalem (HUJI), ha aplicado una nueva técnica de análisis genómico para revelar por primera vez hasta 56 rasgos que caracterizan al homínido de Denísova.
El novedoso método permite asociar cambios en la actividad de regulación genética en fósiles con cambios anatómicos entre grupos humanos para predecir su apariencia física. Para ello, los investigadores han empleado información sobre el efecto de las enfermedades monogénicas (que afectan solo a un gen) en la anatomía de las poblaciones homínidas conocidas.
El método ha permitido al equipo predecir cuál era el aspecto del homínido de Denísova solo analizando el ADN de un hueso meñique. “Por primera vez podemos hacernos una idea de cómo eran los denisovanos, solo a partir de datos moleculares”, comenta Tomàs Marquès-Bonet, profesor de investigación ICREA y director del IBE, centro mixto de la Universidad Pompeu Fabra (UPF) y del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
“Además, este trabajo es un ejemplo de como el conocimiento biomédico puede aplicarse a la evolución para ayudarnos a descifrar cómo eran nuestros ancestros”, añade Marquès-Bonet, uno de los autores del estudio.
Respecto al aspecto de la misteriosa población, el primer autor y corresponsable del estudio David Gokhman, de la HUJI, comenta que “en muchos rasgos se parecen a los neandertales, por ejemplo, en su frente inclinada, cara alargada y pelvis grande”. “Sin embargo, otros rasgos resultan particularmente fascinantes, como su gran arco dental y su cráneo muy ancho, únicos entre los homínidos”, añade.
“Uno de los momentos más emocionantes sucedió unas semanas después de que este artículo fuera enviado a revisión: otro equipo identificó la primera mandíbula de denisovano, así que comparamos el hueso con nuestras predicciones para descubrir que coincidían perfectamente”, explica”, Liran Carmel, de la HUJI, también responsable del estudio. “Por lo tanto, sin siquiera planearlo, recibimos una confirmación independiente de nuestra capacidad para reconstruir con precisión los perfiles anatómicos basados en un poco de ADN de la punta de un dedo meñique”.
La investigación ha sido impulsada por la Caixa, el Howard Hughes International Career, la National Geographic Society y la Clore Israel Foundation, entre otros.