AURA, una red de servicios de emergencias, que salva 10 vidas por día en Sudáfrica. Resolute, una escuela de robótica y tecnología, que ya ha formado más de 50,000 estudiantes en 200 escuelas del país africano. Estas son dos iniciativas, entre muchas otras, en las que Adam Pantanowitz ha participado, como cofundador o inversor. Son apenas dos ejemplos, dice a Innovaspain, de cómo “la tecnología puede cambiar la vida de las personas”.
Pantanowitz es ingeniero en biomedicina y electrónica, empresario, profesor de Singularity University y catedrático en Innovación de la Universidad de Wits, en Johannesburgo. También, es reconocido por ser quien lideró el primer grupo del mundo que conectó un cerebro humano con internet, en el proyecto Brainternet, y por desarrollar numerosos dispositivos que utilizan IA y robótica en salud y bienestar.
“Estamos en un momento en el que podemos resolver casi cualquier problema, y ahora es el momento de elegir qué resolver. Elijamos los problemas que realmente importan”, sostiene el ingeniero. Su impulso parte de su propia experiencia de vida.
“Switch”: cambia la mirada
Cuando era niño, amaba correr, el fútbol y los deportes. Pero a los 12 años, empezó a perder la capacidad de moverse, debido a una condición neurodegenerativa, hasta que llegó un punto en que sus padres debían cargarlo en brazos. Al año siguiente, los médicos le dijeron que no volvería a caminar.
En el último Singularity Summit celebrado en Madrid, Pantanowitz compartió esta historia, como tantas veces como orador motivacional, mientras se movía de un lado al otro del escenario, fascinando al público. El ingeniero mostró cómo pasó de estar postrado en una cama no sólo a caminar, sino también escalar y hacer ciclismo.
¿Cuál fue el gran disparador de semejante cambio y recuperación? Un ordenador que tenía junto a su cama cuando era adolescente. Lo conectó con el mundo, con sus amigos, con información y aprendizaje. “Fue una chispa que me iluminó, que reveló a mi mente lo que era posible, le mostró un mundo alternativo”, señala.
Pantanowitz explica que la percepción varía de una persona a otra, experimentamos la realidad de distintas maneras, y nuestra visión puede tener efectos reales cuando actuamos sobre ella. En su caso, lo impulsó a estudiar bioingeniería y aprender, y probar metódicamente distintas soluciones en sí mismo, por fuera de la medicina tradicional, desde terapia magnética a ejercicio, meditación y respiración sincronizada. Y así, poco a poco, revitalizó su sistema nervioso.
Invenciones “mágicas”
Con el tiempo, lo llevó también a encontrar su propio propósito: transformar la vida de otros por medio de la tecnología. “En la universidad, acabé interesándome por el hacking humano, la forma en que interactuamos las máquinas y las personas para ayudar a los discapacitados”, cuenta. En los últimos años, ha colaborado en el desarrollo de dispositivos novedosos como una silla de ruedas controlada por los ojos, un brazo robótico controlado por el pensamiento y un intérprete de lengua de signos por ordenador.
Pantanowitz se define a si mismo como “un ser humano apasionado que quiere construir un mundo mejor”. Aunque dado que las miradas e interpretaciones pueden ser muy disímiles de una persona a otra, ¿qué significa para él un “mundo mejor”?
“Es un mundo en el que aliviamos el sufrimiento de los seres humanos. Un mundo donde hay menos de qué preocuparse, donde somos más capaces de expresarnos y ser nosotros mismos sin miedo al fracaso o a las consecuencias. Y es un mundo en el que podemos utilizar las herramientas que nos rodean para resolver problemas, nuestros retos, ser la mejor versión de nosotros mismos, para mejorarnos. Pero, fundamentalmente, creo que se trata de aliviar el sufrimiento humano”, responde.
Hay múltiples invenciones "mágicas" que inspiran con su potencial transformador. Menciona la resonancia magnética, inventada hace décadas y que permite detectar condiciones con alta resolución, y las interfaces cerebro-ordenador, que puede ayudar a la gente a moverse y comunicarse. Un ejemplo de uso es el caso de Matt Eagles, quien padece Parkinson desde los 7 años, y gracias a un implante cerebral puede controlar mejor su enfermedad– y hacer fotografía, senderismo y rappel.
Programas sociales como los de Resolute también son fundamentales. “Es algo que hubiera querido como niño, que me hubiera beneficiado. Son niños cuyas vidas podemos cambiar, y puede que más adelante cambien el mundo por nosotros”, señala.
“Jugando a ser Dios”
Con más de un centenar de charlas motivacionales en todo el mundo, Pantanowitz se ha encontrado con diversas audiencias, y también, alguna resistencia al cambio. ¿Cuál ha sido su público más difícil? ¿Quiénes son aquellos que tienen más temor ante el impacto negativo de avances como la IA aplicada a la salud y cuál es su mensaje para ellos?
“En una ocasión, recibí algunas preguntas de personas que estaban muy disgustadas por la biotecnología que les presenté, porque pensaban que estábamos jugando a ser Dios. Y es algo muy importante que hay que afrontar”, indica. Su respuesta es que las capacidades que creamos como especie son “dones que deben ser utilizados para el avance de la especie, para aliviar el sufrimiento”.
En este sentido, cita a Melvin Kronsberg: la tecnología no es buena, ni mala, ni neutral. “Nosotros imbuimos el significado a la tecnología. Y cuando le imprimimos un significado, podemos elegir cómo utilizarla”, señala.
Algunos avances, desde el desarrollo científico a la aplicación, han hecho la vida más difícil y compleja para muchas personas, e incluso han causado “terribles consecuencias”, con ejemplos claros como la invención de la energía y, luego, la bomba nuclear. Pero otras también nos han mostrado que “la tecnología puede mejorar vidas” a nivel individual y social, remarca.
“No pensaba que volvería a caminar como lo hago ahora, y mucho menos, que tendría hijos y correría con ellos por el jardín”, relata. “En algún momento nuestros peores miedos pueden corregirse. La vida que pensamos tenemos predestinada o predeterminada para nosotros no tiene por qué darse. Ahora, más que nunca, es posible cambiar eso”, señala Pantanowitz.