Adela Cortina no esconde su preocupación cuando se le pregunta por la sociedad actual. "No tengo muy claro que queramos cambiar", comenta con cierta resignación, aunque su lucha, tanto académica como social, refleja justamente lo contrario. Hay esperanza. La filósofa, catedrática de Ética de la Universidad de Valencia y directora de la Fundación Étnor, acaba de publicar el libro Ética cosmopolita: una apuesta por la cordura en tiempos de pandemia, en donde propone "una mirada global para responder a retos globales", como ella misma describió la pasada semana durante Madrid Platform.
Para Cortina, el cosmopolitismo –pensamiento que postula que todos los seres humanos pertenecen a una sola comunidad basada en una moral compartida– es "hoy en día ineludible". En este sentido, la catedrática considera fundamental el papel de España dentro de Unión Europea y viceversa. "No somos una gran potencia para poder resolver los retos globales por nosotros mismos, pero sí podemos hacerlo compartiendo valores europeos", reflexiona.
Aunque el contexto actual no pone las cosas fáciles. El modelo de producción ha cambiado, incluso entre las dos grandes potenciales mundiales, China y Estados Unidos; comunismo y liberalismo se encuentran en cambios profundos. "Tenemos que resetear el sistema y hacer un cambio profundo. Todo el mundo pensaba que el siglo XXI nos traería más libertad, y sin embargo asistimos al auge de populismos y confrontaciones que parecían enterradas. ¿Qué nos ha pasado?", se plantea Adela Cortina.
La respuesta a esta pregunta pasa, a su juicio, por conocer la verdad de las cosas en una era marcada por la desinformación, una lacra que los espacios digitales alimentan, tanto sin querer como queriendo, cada día. La responsabilidad social y ética de las empresas y las instituciones frente a las estrategias de desinformación en el espacio digital es uno de los grandes desafíos de esa década en opinión de Cortina. "Llevamos un tiempo en que la verdad parece mentira y la mentira parece verdad. La industria de la desinformación utiliza las nuevas tecnologías en su beneficio y ha demostrado que la mentira es muy rentable: gana votos, genera tráfico en los medios digitales...", lamenta.
El papel del periodismo
"Mi religión es buscar la verdad en la vida y la vida en la verdad, aun a sabiendas de que no he de encontrarlas mientras viva", decía Unamuno. Algo similar ocurre con los medios de comunicación, muchas veces empeñados en el click fácil y en utilizar las redes sociales para generar corrientes de opinión en lugar de informar. Al hablar sobre las fake news, Adela Cortina analiza que la propia palabra es una farsa en sí misma. "Son bulos de toda la vida. ¿Por qué llamarlos noticias falsas? Si es falso no es una noticia. [Los bulos] Siempre han existido, pero ahora se dan a una velocidad de vértigo por las redes sociales".
Cortina considera que éstas "nacieron con afán de libertad, pero han generado desinformación", además de una serie de "verdades dolorosas que vemos ahora, como el capitalismo de la vigilancia (todos estamos controlados en Internet) y remover las peores emociones de las personas con noticias extravagantes sin contrastar".
La filósofa considera que la crisis actual no es generacional, sino que afecta a todas las generaciones. "Vivimos una serie de situaciones que no van a afectar solo a las generaciones del futuro. Por ejemplo, el cambio climático nos está afectando a todos, desde a los de mi generación [Adela Cortina tiene 74 años] hasta los que empiezan a andar". Lo mismo ocurre con la desinformación. "No solo afecta a los jóvenes, que son los más activos en las redes sociales. El periodismo tiene una compleja tarea por delante entre saber lo que quiere ser: informar o ganar audiencia a costa de lo que sea. Se critica a Trump, pero fue una maravilla para los medios...".