Abriendo las agendas climáticas: tres buenas prácticas internacionales basadas en el acceso a la información

Esta columna fue escrita por Marcelo Cerna y Carlos Federico López en el blog Abierto al público del BID

El cambio climático constituye una amenaza para el desarrollo sostenible, prosperidad de todos los países, y representa un desafío para acabar con la pobreza extrema. Recientemente, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) emitió un informe denominado Panorama de los Recursos Globales 2019, señalando que los patrones históricos y actuales de uso de los recursos naturales están generando impactos cada vez más negativos en el medio ambiente y en la salud humana.

Actualmente, los extremos climáticos se ven reflejados en la constancia e intensidad de desastres naturales, la prolongación de sequías, la disrupción en la agricultura, el aumento del nivel del mar, entre otras situaciones que ponen en riesgo la seguridad alimentaria y el acceso al agua. Como señalan informes especializados, los fenómenos climatológicos continuarán presentándose con mayor frecuencia y magnitud en los próximos años, si no se adoptan medidas efectivas para combatir el calentamiento global.

Con el fin de afrontar esta problemática, el Convenio Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático, el Acuerdo de París, la Agenda 2030 sobre Objetivos de Desarrollo Sostenible y, recientemente, el Convenio de Escazú, han establecido una serie de compromisos, medidas y mecanismos destinados a mitigar estos efectos. Adicionalmente, instituciones financieras internacionales, como el BID, han incorporado en sus estrategias institucionales esta temática. De manera consistente, todos los convenios y acuerdos destacan la necesidad de promover gobiernos abiertos que impulsen el acceso a información y la participación ciudadana. Esta estrategia busca acelerar la puesta en marcha de acciones contra el cambio climático, así como reforzar las tareas de mitigación y adaptación, enfocándose en divulgar información, capacitar, sensibilizar y estimular la participación ciudadana. La implementación de este enfoque se encuentra generando modelos efectivos de agendas climáticas abiertas que pueden ser reproducidas y profundizadas en nuestra región. A tal efecto, respondemos a la pregunta:

¿Qué prácticas efectivas se están implementando a nivel mundial en esta materia?

1.  Fortaleciendo el acceso a información climática

Para participar sustantivamente y entender los riesgos climáticos en la toma decisiones, es necesario que la población en general cuente con un adecuado acceso a información climática. Por ejemplo, en el marco de la elaboración de un inventario nacional sobre los Gases de Efecto Invernadero (GEI), a través de la herramienta INFOCARBONO, Perú se encuentra compartiendo este tipo de información, de manera desglosada (año, sector, metodología), a fin de que los tomadores de decisiones puedan formular estrategias, planes de acción y políticas que apoyen en la reducción de las emisiones de GEI. Asimismo, España, Sudáfrica y República Checa emiten informes anuales sobre el estado actual del medio ambiente, sobre la base de indicadores y a través de diversos medios electrónicos. Esta opción permite a los diferentes grupos de interés contar con estadísticas para evaluar tendencias, interpretar resultados e identificar prioridades.

Bajo una perspectiva más amplia, Serbia ha creado un sitio web que contiene una base de datos que incluye una diversidad de documentos ambientales de organizaciones, instituciones y empresas privadas sobre la calidad del agua y aire, registros de Evaluaciones de Impacto Ambiental (EIA), planes de monitoreo, entre otros. El sitio incorpora puntos de contacto y la posibilidad de solicitar información ambiental de relevancia pública, incluyendo un proceso para respuestas a las solicitudes de información.

Recomendaciones basadas en lecciones aprendidas

  • Garantizar que la información sea divulgada en un idioma y formato adecuado.
  • Utilizar medios de comunicación apropiados: culturalmente adecuados, incluyendo a personas iletradas.
  • Comunicar en qué lugar se encuentran los datos abiertos y otros recursos disponibles para dimensionar los efectos del cambio climático a nivel local. Ver un ejemplo de Ecuador.

2. Enfoque inclusivo y multidimensional

Un enfoque inclusivo implica que los grupos especialmente vulnerables al cambio climático deben ser escuchados, a fin de que puedan participar sustantivamente en la adopción de cualquier política o estrategia que les pueda afectar, incluyendo la posibilidad de aportar sus propios conocimientos para fortalecer cualquier acción en esta materia. Teniendo en consideración el impacto del cambio climático y su relación con las desigualdades de género, en Asia y el Pacífico se ha creado un “Programa de Investigación de Acción Feminista Participativa” que busca empoderar a las mujeres, con el objetivo de que participen en los debates sobre las agendas climáticas. Este foro incorpora la visión de mujeres de comunidades rurales, indígenas y zonas urbanas, teniendo en cuenta las necesidades especiales de cada grupo.

En el marco de creación de la “Estrategia para la Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación de Bosques y más (REDD+)” en Costa Rica, se utilizaron facilitadores culturales con el objetivo de brindar apoyo técnico a las comunidades indígenas en materia de cambio climático. Este programa apoya la identificación de aquellos aspectos necesarios para generar una consulta nacional, en línea con los estándares internacionales en materia de pueblos indígenas: consentimiento previo, libre e informado.

Recomendaciones basadas en lecciones aprendidas

  • Incorporar una perspectiva multidimensional que tenga en consideración: etnicidad, raza, género, edad, discapacidad, desplazamiento, situación de pobreza, entre otras.
  • Implementar un enfoque holístico para acercarse a grupos específicos, a fin de fomentar la participación efectiva y su empoderamiento.

3. Plataformas de cocreación: consultas y mesas de diálogo

La utilización de mecanismos de participación donde todos los actores tengan la oportunidad (doble vía) de ser consultados, discutir y tomar decisiones conjuntas constituyen una de las principales herramientas para elaborar, implementar y evaluar estrategias integrales para enfrentar el cambio climático. Por ejemplo, mediante la adopción de disposiciones que fomentan la relación con la sociedad civil para la formulación de legislación ambiental, Chile ha puesto en marcha un programa online que ha facilitado la participación pública en la elaboración de normas de emisión, calidad ambiental y planes de prevención o descontaminación. El acceso a la información, como vimos en el primer apartado, es una condición esencial para una adecuada relación con la sociedad civil en esta materia.

Usando herramientas similares, que incluyen aplicaciones interactivas y mapas georreferenciales, la sociedad civil de Finlandia ha podido participar en consultas sobre la planificación del uso de la tierra, resultando en la creación de zonas ecológicas protegidas. Bajo un enfoque multidisciplinario (academia, sector privado, sociedad civil y autoridades estatales), y en el marco del Acuerdo de París, en Argentina se han definido hojas de ruta para implementar medidas de mitigación y adaptación al cambio climático.

Recomendaciones basadas en lecciones aprendidas

  • Realizar reuniones con regularidad.
  • Identificar problemáticas principales, riesgos y oportunidades.
  • Dar seguimiento a los acuerdos alcanzados.
  • Elaborar cronogramas.

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