Agua y nitrógeno para mejorar la sostenibilidad en los cultivos

agua, nitrogeno y sostenibilidad

Mejorar la eficiencia y sostenibilidad en los cultivos es el objetivo del trabajo realizado por investigadores de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM). Entre sus principales conclusiones han señalado que las prácticas de manejo orientadas a reducir las pérdidas de nitrógeno y mantener la productividad agrícola deben optimizar el uso de nitrógeno y agua simultáneamente. Asimismo, han afirmado que mejorar ambos elementos de forma sincronizada tiene más ventajas a nivel productivo y medioambiental que hacerlo por separado.

El agua y el nitrógeno son los dos factores que más pueden limitar la producción de cultivos y tienen un efecto fundamental en la soberanía alimentaria de muchas regiones, así como en la posible reducción de la brecha entre el alimento potencial y el que realmente se produce en el mundo. Por otro lado, los problemas causados por el uso excesivo de nitrógeno están en su mayoría influenciados por el manejo del agua. Y también se ha demostrado que hay fuertes interacciones entre la eficiencia de uso del agua y la eficiencia de uso de nitrógeno en la mayoría de sistemas de cultivo.

En conclusión, las prácticas que pretenden mejorar ambas eficiencias de forma simultánea tienen más éxito que aquellas que sólo pretenden optimizar una de ellas por separado. Y en este ámbito se ha movido la investigación de la UPM, en la que se han estudiado hasta 7 prácticas para la mejora conjunta de ambos elementos.

En primer lugar, si el cultivo tiene falta de agua,  se debe ajustar la  aplicación de  nitrógeno a la demanda real del cultivo estresado. Otra buena práctica consiste en mejorar el manejo del agua en cultivos de regadío. En tercer lugar, los investigadores plantean el uso de la fertirrigación, que consiste en aplicar los nutrientes disueltos en el agua de riego y que presenta gran potencial  para acoplar la demanda puntual de agua y nitrógeno por la planta y el aporte.

El acolchado del suelo, realizado con restos de cultivos anteriores o con materiales sintéticos, sería la cuarta técnica planteada. En quinto lugar se plantea la corrección de la dosis de nitrógeno en base al aportado por la mineralización del suelo y los fertilizantes orgánicos. Otra técnica consiste en el empleo de especies y cultivares que se ajusten mejor a los ciclos de clima y suelo. Y, finalmente, la séptima práctica considerada es la monitorización de la disponibilidad de agua y nitrógeno de las parcelas empleando sensores remotos y de proximidad.

En definitiva, tal y como han enfatizado los investigadores Miguel Quemada y José Luis Gabriel, “las técnicas de cultivo destinadas a reducir las pérdidas de nitrógeno a nivel parcela, identificando las más efectivas para cada caso, van a repercutir en la mejora del medioambiente a nivel global”.

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