Una buena parte del debate en torno a la inteligencia artificial ha estado enfocado en cómo podemos minimizar su impacto negativo. Un nuevo proyecto propone ir un paso más allá y preguntarnos: ¿cómo podemos usar esta tecnología para crear un mundo más justo e inclusivo? Se trata de AI For Better, una iniciativa de Ashoka España, con el apoyo de Google.org que intenta que la IA sea una aliada del emprendedurismo social.
“Buscamos acercar estos dos mundos”, indicó Rosa Ricucci, directora de Conocimiento Ashoka, en la presentación del proyecto. “La idea detrás es que la IA puede ser un medio muy potente para generar un impacto social positivo y sobre todo, que esta tecnología en las en las manos de un emprendedor social puede ser maravillosa”, explicó.
La primera fase del proyecto, que se extenderá por un total de dos años, fue la elaboración de un informe diagnóstico «Inteligencia Artificial y Emprendimiento Social, co-pilotando un futuro mejor», con el apoyo de un comité asesor de 13 personas expertas en la materia.
La IA puede ser una fuerza transformadora, señala el documento, no solo ayudando a los emprendedores sociales a ser más eficientes, sino también amplificando su impacto, y hay múltiples ejemplos de personas que han sido pioneras en el uso de sistemas automatizados para impulsar sus iniciativas en asistencia sanitaria remota, acceso a la educación, gestión de recursos naturales y muchos otros ámbitos. Pero al mismo tiempo, existen barreras que dificultan la colaboración entre estos dos ecosistemas.
“Hay una distancia entre quienes diseñan y desarrollan la IA y aquellos que están en el terreno implementando soluciones, en contextos muy complejos”, explica Ricucci, como así también una falta diversidad en los referentes y monitores de estos sistemas algorítmicos.
Más emprendedores sociales en el mundo IA
El objetivo principal del proyecto es aumentar el número de emprendedores sociales que puedan utilizar las herramientas de IA para profundizar su impacto, por lo que se realizarán ciclos de formación y capacitación, conectando técnicos y especialistas tech con actores sociales.
“No estamos ante una disciplina tan nueva, pero la tecnología que tenemos ahora mismo se desarrolla sobre todo a partir de los 2000, por lo que hay muy poca información disponible, y hasta hace nada, era un cambio muy técnico”, señaló Nerea Luis, consultora y doctora en Ciencias de la Computación, que asesora en el proyecto.
Si bien es cierto que con herramientas de la IA generativa como Chat GPT se ha amplificado más su uso, cuando se trata de escalar su aplicación, que no sea personal sino para un proyecto a gran escala o un emprendimiento, surgen limitaciones como los recursos y los conocimientos. “Aunque hay muchos productos, sigue siendo en muchos casos, poco accesible sobre todo si no tienes como esa formación básica de cómo empezar”, señaló Luis.
Nuevas narrativas en torno a la tecnología
El segundo gran reto por delante para la iniciativa es generar nuevas narrativas que resalten las oportunidades que presenta la IA para el bien común, contando historias y fomentando proyectos con estas aplicaciones positivas, que suelen pasar desapercibidas.
Luengo-Oroz, fundador y CEO de Spotlab.ai, compartió, por ejemplo, que están creando sus propios modelos de IA para el diagnóstico de precisión en cánceres en la sangre, y esta tecnología, además de utilizarla en Europa o en Estados Unidos, las aplican para las llamadas “enfermedades desatendidas” en países africanos o de América latina.
“La mejor inteligencia artificial que nos puede ayudar aquí a diagnosticar un tipo de leucemia nos está ayudando, por ejemplo, en un ensayo clínico en Etiopía para diagnosticar leishmaniasis o en Bolivia, chagas”, explicó. El objetivo es potenciar e impulsar proyectos de este tipo a nivel global.
El desafío de un diseño ético e inclusivo
AI for Better buscará impulsar debates “ecosistémicos” tanto a nivel de las empresas, para que involucren a los emprendedores sociales y sus miradas, como en la administración pública, para que la IA aporte, por ejemplo, al reto de la participación ciudadana.
En este sentido, también se apunta a contribuir en la creación de marcos regulatorios para que la tecnología se despliegue de manera ética y accesible, contribuyendo a un progreso inclusivo y sostenible. Y esto está conectado con uno de los mayores riesgos de la IA: que los modelos algorítmicos reproduzcan sesgos de raza y género –en particular cuando se aplica en ámbitos de gran vulnerabilidad social.
“Tenemos que incorporar la ética en el diseño de ese algoritmo”, dijo a Innovaspain Cristina Aranda, asesora del proyecto y co-fundadora de Big Onion & MujeresTech. Ahora se recomienda, contó, que en las primeras fases de cualquier proyecto es crear un “data canvas” con el aporte de personas especialistas de distintos ámbitos.
Sin regulación y sin esta diversidad en los referentes y controladores, se crean sistemas que pueden terminar en aplicaciones que discriminan, por ejemplo, en reconocimiento facial, en asignaciones de hipotecas de créditos o protecciones a víctimas de violencia.
Aranda lideró la investigación del diagnóstico con entrevistas a múltiples especialistas para el informe diagnóstico. Y allí se detectó precisamente el gran reto de la falta de espacios intersectoriales y de sinergias en el desarrollo y la validación de la inteligencia artificial, que buscarán fomentar.