El Instituto Tecnológico del Plástico, Aimplas, está trabajando en dos proyectos, financiados por el IVACE, para detectar nuevos plásticos que sean más inocuos y biodegradables y además detectar plásticos en agua para consumo humano. El primero se llama Aigua Marina, centrado en el sector de los bioplásticos biodegradables, y el segundo es Pyrasmic, para crear una metodología que cuantifique esos microplásticos para el consumo.
En primer lugar, Johana Andrade, investigadora del Laboratorio de Biodegradabilidad y Compostabilidad en Aimplas, explica de dónde nace el proyecto Aigua Marina. Y es que el sector de los bioplásticos tiene un gran potencial, se encuentra en continuo crecimiento y es altamente versátil, además se considera una opción de gran potencial en la transición hacia la economía circular.
“Según las proyecciones la producción mundial de bioplásticos biodegradables pasará de 3.7 mil toneladas en 2022 a 5,3 mil de toneladas para 2026, lo que representa un crecimiento del 30%”, indica Andrade.
Además, entre las aplicaciones de mayor potencial se encuentran los productos asociados sector pesquero. Según el Centro Común de Investigación, los desechos de la pesca y la acuicultura suelen terminar en el medio natural y su recuperación tiene gran dificultad, llegando a constituir el 27 % de la basura marina. En este contexto, remarca, “se demanda mayor investigación e innovación para desarrollar productos de pesca y acuicultura con materiales más sostenibles y biodegradables”.
Así, la expansión del uso de bioplásticos biodegradables ha generado la necesidad de establecer una serie de estudios que garantice los efectos beneficiosos de estos materiales nivel ambiental.
Aigua Marina
Y de ahí el proyecto Aigua Marina, que tiene como objetivo desarrollar metodologías estandarizadas de alta fiabilidad que permitan conocer el comportamiento de los productos biodegradables en el medio marino. “Específicamente se estudia el grado de biodegradación, la desintegración y la ecotoxicidad de los bioplásticos en medio marino”, subraya Andrade.
La investigadora, por su parte, explica que la herramienta Aigua Marina ayudará a las empresas de la Comunidad Valenciana a desarrollar y comercializar productos bioplásticos verdaderamente inocuos y biodegradables, especialmente aquellos destinados a su uso directamente en el mar, como los relacionados con las artes de pesca. “Esta es una importante ventaja competitiva dirigida hacia la apertura de nuevos mercados y el posicionamiento de las empresas valenciana a nivel nacional e internacional”.
Los mares, océanos y medio ambiente, asegura, son una fuente de riqueza natural y económica. El alcance del proyecto comprende su preservación y protección para garantizar que continúen siendo una fuente de dinamización económica en el futuro, pero bajo dictámenes de sostenibilidad y protección de las masas oceánicas.
“La sociedad en general se beneficiará de la reducción de la contaminación de plásticos en el mar, la protección de la vida marina, entre otros beneficios ligados a la reducción del impacto ambiental, que, en su conjunto, promueven la generación de entornos sanos y el incremento en la calidad de vida de las personas”, resume.
Pyrasmic
Por otro lado, en Aimplas también trabajan en Pyrasmic. En esta ocasión, es María Lorenzo, investigadora líder del Laboratorio de Cromatografía, quien explica de dónde nace el proyecto: “Este proyecto nace de la necesidad de estandarizar una metodología analítica para la detección, identificación y cuantificación de microplásticos en aguas de consumo humano, con la finalidad de asegurar la seguridad alimentaria, preservar la salud y anticiparse a una futura legislación”.
Básicamente, consiste en poner a punto una nueva metodología basada en el uso de pirólisis acoplada a cromatografía de gases y espectrometría de masas. “El proyecto no está focalizado en reducir la presencia de microplásticos -matiza-, pero la metodología desarrollada será una herramienta útil en el control de los mismos”.