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Airegan: cómo la vaca pasó del collar con cencerro a uno con geolocalización

La idea de este proyecto de Digitanimal, junto a UPA y la Universidad de Córdoba, es la de reducir la huella de carbono gracias a la IA
airegan upa
Representantes de Digitanimal junto a un ejemplar con uno de los collares que tiene geolocalización. (Imagen: Digitanimal)

La ganadería extensiva existe por algo. Desde que el mundo es mundo, los animales pastan a sus anchas y muy pocas veces, por no decir ninguna, se equivocan. Saben qué pasto es el mejor y cuál no lo es. Valiéndose de esta verdad, Digitanimal, junto con la colaboración de UPA y la Universidad de Córdoba, ha desarrollado un proyecto que pretende reducir la huella de carbono gracias a la ganadería.

La idea, bajo el nombre de Airegan (acrónimo de ‘Inteligencia Artificial aplicada a la Reducción del impacto ambiental en la Ganadería extensiva’), es sencilla. Como explicó Daniel Cea, ingeniero agrónomo de la compañía, en el pasado Salamaq 23, “queremos demostrar que la ganadería extensiva tiene unos aportes y unos beneficios al medioambiente basados en la captura de carbono”.

De ahí que en Airegan utilicen técnicas de inteligencia artificial, imágenes por satélite o dispositivos de Internet de las cosas para calcular la huella de carbono de las explotaciones. “Mediante el uso de collares de localización del ganado podemos demostrar que por donde pasan los animales se captura una serie de carbono gracias al pastoreo extensivo”, aseguró Cea. Además, haciendo cálculo de esas emisiones, los ganaderos se podrán aprovechar de los beneficios que suponen capturar carbono.

“De todos modos, el proyecto no solo consiste en ver las trayectorias que siguen los animales, sino también comprobar esas imágenes satelitales, con los índices NDVI, y posteriormente tomar muestras del suelo”. Estas muestras permitirán ver en laboratorio los resultados. De hecho, el mismo Cea, junto con otros compañeros, es el que se encarga de coger esas muestras a diferentes alturas, lo que permite ver la diferencia de carbono que hay en los distintos tipos de estrato del suelo para comprobar las zonas donde pastan animales o no.

Al final, con Airegan tendrán un cálculo de emisiones basado en función del número de animales y de la superficie que tiene cada ganadero, para que posteriormente esa captura de carbono pueda ser vendida. O tener abonos de carbono, como ya se está empezando a hacer en agricultura y otros sectores.

El papel de UPA

Por su parte, Carlos Sánchez, de UPA Salamanca, destacó que su papel en Airegan es buscar a los ganaderos, de entre sus afiliados –“sobre todo en Salamanca, la provincia más ganadera de España”, subrayó con orgullo-. “Buscamos ganaderos que estén interesados en participar, que sus animales sirvan como muestra para ver qué pastos aprovechan, qué pastos no aprovechan, cómo fijan la huella de carbono e implementar el estudio y, por lo tanto, dar un servicio al ganadero”.

Sobre Airegan, también añadió: “Por supuesto que tiene interés. Por dos motivos: uno, de cara a la justificación para la futura Política Agraria Común (PAC). Cuando se ponga esto mucho más complicado, va a quedar demostrado dónde han estado sus animales, luego ahí no va a haber ningún tipo de dudas”. Y, en segundo lugar, que si los ganaderos tienen una zona de pastoreo en sus fincas donde los animales no pastan, comprobarán que es de mala calidad y mejorarán ese pasto, bien por regeneración, aplicación de otro tipo de plantas más apetecibles...

“El suelo es finito y cada vez más el ganadero está tendiendo a tener mas animales para poder vivir de ellos. Una forma adecuada es la de mejorar sus pastos. A ver, el animal es el más listo para saber si el pasto interesa o no, eso no lo sabe el ganadero, lo sabe el animal. Y si el animal no lo consume, es porque el pasto no es bueno. Mejorarlo también es algo fundamental”, recordó.

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