Aunque la digitalización avanza a pasos de gigante en la inmensa mayoría de los sectores –la pandemia ha acelerado esta transformación–, algunos se muestran más reticentes a la hora de apostar por las nuevas tecnologías. El vinícola es uno de ellos, pero tampoco escapa a estos cambios. "Los clientes de vino son más exigentes que nunca y prestan mayor atención a la autenticidad del origen del producto", explica Ines Baigorri, impulsora de Alava Wines.
El ecommerce lleva funcionando desde noviembre y ya ha vendido más de 1.500 botellas, la mayoría de forma individual, algo que como Baigorri sostiene "es insólito en el mundo vinícola por los grandes costes logísticos que acarrea". Hay que remontarse a 2003 para encontrar el origen de Alava Wines. "Pusimos en marcha una plataforma online llamada Rioja Tienda", recuerda Baigorri, que reconoce que el impacto en su momento no fue ni muchos el deseado. "Nuestro caso es un claro ejemplo de cómo han cambiado los tiempos. Fuimos pioneros en vender vinos por Internet, pero han tenido que pasar 18 años para que ahora el modelo de negocio sea rentable".
Este breve preludio sirvió a su equipo para "ahora darnos a conocer en el medio, saber cómo centrar esfuerzos y cómo llevar a cabo la mejor estrategia de venta". Alava Wines pertenece a la Asociación de Bodegas de Rioja Alavesa (ABRA), conformada por más de cien empresas de Laguardia-Rioja Alavesa, espacio con una extensión de 320 km2 dedicada prácticamente en exclusiva al monocultivo de los viñedos. El objetivo del ecommerce es dar a conocer los singulares proyectos personales que hay detrás de cada vino y la historia vitivinícola dentro de cada botella.
Baigorri lo considera "una herramienta decisiva como lugar de encuentro para experiencias vitivinícolas a través de los canales digitales". Tras embarcarse en la venta directa, posteriormente incluirá otras experiencias en torno al vino como el enoturismo y la gastronomía. "Estamos afrontando una temporada complicada que se está acentuando por la tercera ola de la pandemia", reconoce Baigorri en referencia a los meses de enero y febrero.
La andadura de esta nueva aventura vinícola "no va a ser un sustitutivo de la venta física o de la experiencia en las propias bodegas", asegura Baigorri. Sin embargo, la ABRA ha considerado necesario dar este paso debido a la situación sanitaria –por el momento, las perspectivas del turismo siguen siendo a la baja y el comercio físico necesita de una segunda vía para cuadrar las cuentas–, pero también para atraer a nuevos usuarios. "La sostenibilidad del modelo online tiene que hacer a nuestras bodegas más competitivas", apunta Baigorri.
La responsable es consciente de que el cliente de esta década valora la calidad, pero sobre todo la inmediatez. Esta última cualidad no macera bien –hablando en términos vinícolas– con un sector que destaca por la paciencia, la tranquilidad y la espera. "No importa a qué perfil nos dirijamos, si son aficionados al vino o si trabajan en el sector o son expertos. El cliente actual lo quiere todo para ayer. Los que nos dedicamos al vino, tenemos que cambiar el chip", concluye Baigorri.