“Hay una efervescencia por intentar comprender este caos tecnológico en el que vivimos”. Habla Albert Cañigueral (@AlbertCanig) de Argentina y lo hace esperanzado en el futuro. “Están en una fase de ebullición”, añade. Y pone algunos ejemplos, como el Espacio Bitcoin, en Buenos Aires, una ONG que está trabajando “en el desarrollo de las crictomonedas en América Latina desde una perspectiva muy social”.
Su responsabilidad como connector de OuiShare para España y América Latina le permite tener una perspectiva inmejorable para comparar ambas orillas del Atlántico. De hecho, Argentina fue “el país pionero” de esta plataforma global compuesta por “personas apasionadas por el impacto de las transformaciones tecnológicas”. “Es donde ha habido más emprendimientos que se han internacionalizado, como son Mercado Libre o Idéame, ambas plataformas de crowdfunding”, añade.
Cañigueral recuerda que “hace tres o cuatro años hubo una gran ola de ideas argentinas que la mayoría no pudo perdurar en el tiempo, no consiguieron consolidarse, pero ahora hay un segundo renacimiento con tecnologías más modernas y mayor conocimiento”.
También destaca la fuerza de Chile en aspectos como la economía colaborativa y la economía del bien común. Él, como connector de OuiShare, se encarga de unir a las personas de esta comunidad, en su caso, en países latinoamericanos.
Subraya que en esta región hay “mucha gente joven inquieta y con ganas de hacer cosas”, sobre todo “con una visión muy contributiva, muy de código abierto, incluso más que en Europa”. Los motivos de esta apuesta por la “gestión comunitaria de los proyectos” pueden encontrarse en aspectos culturales. Y también en que “su bienestar social no ha sido tan avanzado como el de España; por lo tanto la necesidad de agruparse y tener una red social ha sido mayor”.
Confianza en Latam
Desde que fundó el blog ConsumoColaborativo en 2011, Cañigueral ha sido considerado como uno de los referentes de la economía colaborativa en español. Trabaja como divulgador y consultor en la adaptación de las organizaciones a la economía colaborativa.
Está convencido de que el desarrollo de América Latina pasa por “un uso intencionado hacia lo social de las tecnologías que tenemos a disposición”, sobre todo apoyándose en el concepto de Innovación Leapfrogging. Se refiere a que “al no tener ciertas tecnologías ni protecciones sociales establecidas, la adaptación a un nuevo entorno puede ser más rápida”.
“La mochila histórica en muchos de estos territorios es más ligera que la que hay en Estados Unidos o en Europa –continúa-. Esta nueva perspectiva de lo que significa un trabajo discontinuo a través de plataformas digitales, que desde la perspectiva europea se ve como una gran precarización, en América Latina se considera una formalización de trabajo”. Y añade: “La tecnología puede ayudar a conseguir más protección para los trabajadores y generar ingresos de múltiples maneras”.
Mirando al futuro más cercano, Albert Cañigueral asegura que “habrá muchas ideas de nuevos modelos de gobernanza que emergerán de países y territorios que no son los habituales”. “Yo confío mucho en el sudeste asiático y en América Latina”, concluye.
Potencial del dinero y el negocio
En su participación en el Foro NESI Clima, el connector de OuiShare recordó que no hay que olvidar que la economía colaborativa también necesita que exista un beneficio financiero. Es cierto que “podemos buscar un capitalismo de corte más social” pero “entendiendo que, según hemos sido educados, el dinero sigue siendo una herramienta muy importante», dice en declaraciones a Innovaspain.
“Hay que entender bien el potencial del dinero y el negocio” y buscar “modelos que generan un impacto brutal con poco dinero” porque “la tecnología nos lo permite”. Un ejemplo es Wikipedia, que cuesta entre 50 y 60 millones de dólares al año mantenerlo y tiene un impacto inmedible en el mundo y funciona a base de donativos.
También se refiere a la necesidad de ejercer un cierto control ante unas tecnologías “tan brutalmente eficientes a la hora de conectar a personas que tienen necesidades con aquellas que se las pueden solucionar”. “Se pueden convertir en una máquina un poco peligrosa si no le ponemos algunos límites; de la misma manera que, por ejemplo, cuando hay contaminación medioambiental reducimos la velocidad en las carreteras de acceso a Madrid o Barcelona, o les dejamos circular un día u otro”.
Para ello sería necesario “medir el impacto de estas plataformas en el territorio” y determinar así “hasta donde aceptamos ese nivel de intercambios”. “Tendremos que buscar la manera de de limitar ese impacto negativo –continúa-. Saber cómo hacerlo es el gran reto. La tecnología puede ayudar”.