Alberto Corazón (Madrid, 1942) es un diseñador que ha sido reconocido y premiado internacionalmente por el British Design, el Arts Director Club de Nueva York y el Design Council International, entre otros, además de ser el único diseñador europeo que ha recibido la prestigiosa Medalla de Oro del American Institute of Graphics Arts. También fue galardonado con el Premio Nacional de Diseño en el año 1989 y, desde el 2006, forma parte de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.
Ya se han ido casi todos los periodistas, y nos quedamos solos en la sala principal del evento. Corazón dejó de diseñar hace cuatro años, o esa es la versión que se puede leer por ahí; como si fuera un secreto, comentó otra cosa. “En realidad no he dejado de diseñar, lo que ha pasado es que he ido alejándome de todo ese ámbito y buscando otros. Hoy, una vez más, te encuentras con cosas interesantes. Había un eslogan en los 70 que era “Small is beautiful”, lo pequeño es hermoso. Y es verdad. Hay que volverlo a hacer, yo lo hago, hacer cosas pequeñas para empresarios muy pequeños: es muy interesante y muy estimulante”. Multidisciplinar, polifacético, Corazón también es escritor, pintor y escultor, pero donde ha desarrollado mejor su inspiración ha sido en el diseño, o como prefiere que se denomine, “la comunicación gráfica”, un ámbito que, según él, “está todavía en mantillas, nos queda muchísimo por investigar”.
Para él no existen técnicas más o menos innovadoras para obtener el éxito. Según Corazón, las claves, repetidas en toda la historia de la humanidad, son otras. ”Al final, y mirando un proceso tan largo como son 50 años, siempre hay conocimiento y reflexión. Y sigue siendo lo mismo para todos: servía para los romanos y sirve para nosotros. Lo que pasa es que cada tiempo, cada época y cada cultura tiene sus propias variaciones. Pero el conocimiento y la reflexión es la clave de absolutamente todo”.
Esas son las claves que le han llevado al éxito. De hecho, gracias a él, el diseño se considera una de las bellas artes. Corazón ha sido un personaje rompedor e innovador durante 50 años (sus premios y obras así lo atestiguan), pero cree que ahora la innovación se ha quedado anquilosada. “Se ha quedado parada precisamente por la cultura de la codicia y de la mediocridad. Aunque creo que ahora vuelve otra vez a tomar el papel protagonista que exige. La innovación es la clave para el movimiento social, y sin duda, va a resurgir. Y lo va a hacer con fuerza”.
La codicia y la mediocridad a la que se refiere es la de los empresarios que “quieren robar el arte”. Entre otras cosas, por eso ha ido dejando de lado el diseño. “Lo vemos todos los días, si hasta el presidente de los empresarios está en la cárcel. Han estado robando, no les bastaba solamente con los beneficios que podían tener de los sueldos sino que tienen que robar más (…) hay que alejarse lo máximo posible, que es lo que he hecho yo”. El diseñador ilustró con un ejemplo que cualquier sector, incluido el del periodismo, sigue parado ante los cambios que se avecinan. No lo hizo con tono dramático, ni filosófico, sino como mejor se mueve: riéndose en la lejanía.
“Hace unos cuatro años vinieron unos amigos periodistas que querían sacar un nuevo periódico. Entraron en contacto con un grupo portugués y tal. El caso es que estuve haciendo unas maquetas previas para diseñarlo, y analizándolo vi que había posibilidades inmensas desde todos los puntos de vista. Yo cuestionaba el papel de la cabecera. Son así y nadie se lo ha cuestionado nunca, por costumbre, pero cuando lo replanteas el resultado es espectacular. Y desde el punto de vista tipográfico, de imágenes, de la maquetación a partir de unidades simples y desperdigadas las posibilidades son enormes. De hecho, el gran problema que me he encontrado siempre en los periódicos o en medios digitales es que no hay ninguna sensibilidad en los directores ni en los redactores jefes por los aspectos de la comunicación gráfica. Suelen ser gente apegada a lo tradicional, al periódico de Billy Wilder”.
No se arrepiente de nada y, tras medio siglo de trabajo, no cambiaría nada de lo que ha diseñado. “El diseño siempre responde al momento y por eso es siempre resultado de un encargo, y el encargo no puede ser mejor ni peor que el momento que se vive. Por lo tanto, yo creo que en cada momento tienes que hacer lo que es posible y, en ese sentido, creo que he sabido aprovecharlo bien y me ha gustado mucho. No tengo nostalgia de nada, del mismo modo que hay encargos grandes e importantes y otros más pequeños. Para mí no hay diferencia entre unos y otros”.
Esos cincuenta años de momentos, obras y encargos se exhiben desde este mes en el Espacio Fundación Telefónica. Como explicamos en Innovaspain.com, su trabajo ya forma parte de la cultura de nuestro país y recorrer la exposición proporcionará al visitante una inmersión en la profundidad del lenguaje gráfico