La innovación no solo tiene que ver con el desarrollo tecnológico. La innovación es un concepto empresarial. Esto es lo que piensa Alejandro Arranz, director general de Investigación e Innovación de la Comunidad de Madrid. “No se trata de innovar por deporte, no se trata de investigar simplemente para generar conocimiento, sino para aplicarlo y generar productividad y empleo”, ha afirmado este martes en una conferencia organizada por Deusto Business School, Madrid Foro Empresarial y Grant Thornton, en la que, junto a Antonio García Lozano, socio responsable de esta última consultoría, ha analizado los retos de la industria 4.0 en el país y la región.
La innovación carece de sentido si no afecta al sistema productivo y es absorbida por la sociedad, piensa Arranz. “El modelo lineal de la I+D+i (investigación, desarrollo e innovación) es aborrecible, es una falacia… Hay que empezar desde el extremo final del tejido productivo, hay que ir a modelos circulares, de ensayo y error, de diálogo permanente entre los poseedores del conocimiento y aquellos que tienen que explotar en el mercado las innovaciones”, ha asegurado el antiguo director general del Parque Científico de Madrid.
El gran problema es que Madrid, y España en general, carece de la fuerza de trabajo que el mercado necesita. “Hay un gap (brecha), hay más demanda de perfiles técnicos de lo que el mercado puede suministrar”, ha asegurado. Solo un 25 % de los alumnos españoles elige carreras técnicas –en las mujeres esta cifra se reduce al 12-15 %– frente a un 75 % que elige carreras humanísticas, apunta el economista.
El problema viene de lejos. Arranz lo achaca a la falta de fomento de ciertas habilidades en el colegio unido a la dureza de las escuelas técnicas. Para afrontar ese rezago, la formación de las nuevas generaciones es fundamental, trabajar desde las propias escuelas y luchar por que las chicas tengan una mayor propensión hacia los perfiles técnicos, ha apuntado el experto.
“Ese problema se arregla trabajando desde muy atrás, desde el propio colegio y con planes de choque como se está haciendo en Economía”, ha señalado Arranz. “Por cada euro que se invierte en tecnología, habría que invertir ocho en formación”, ha añadido, destacando el importante papel de las escuelas de negocios y las universidades.
Una de las medidas que está tomando la Comunidad para potenciar esta formación y fomentar el empleo en la industria es el Plan Industrial de la Comunidad de Madrid, anunciado en noviembre del año pasado, con una dotación prevista de 400 millones de euros.
En cuanto al desarrollo de ecosistemas digitales, España en general está un paso atrás, considera Arranz, en comparación con países como China, e hizo suyas las palabras del científico y futurólogo estadounidense Roy Amara: “Tendemos a sobreestimar el impacto de la tecnología en el corto plazo y, sin embargo, a subestimarlo en el largo plazo”.
Este fenómeno se vio reflejado, según él, con el auge de internet que, en un principio, impresionó pero más tarde se perdió de vista el impacto que tendría. En comparación con otras comunidades como el País Vasco, Madrid estaba rezagada hasta hace unos años, ha confesado Arranz, ya que no contaba con ningún innovation hub.
Sin embargo, la Comunidad cuenta ahora con proyectos como RoboCity2030, un consorcio formado por seis centros madrileños líderes en I+D en robótica con más de 100 investigadores, financiado por la Comunidad y cofinanciado por los Fondos Estructurales de la Unión Europea, o AIR4S, un Centro de Innovación Digital en Inteligencia Artificial y Robótica para Objetivos de Desarrollo Sostenible.
Para potenciar el desarrollo de la industria 4.0 en la región, las empresas y las universidades forman alianzas. Grant Thornton, en colaboración con la Universidad de Alcalá, ha obtenido un proyecto de la Comunidad de Madrid para desarrollar tecnologías en torno al Big Data para predecir la demanda de servicios públicos y privados en ámbitos complejos.