Filósofo, experto en pedagogías híbridas, docente en la facultad Comunicación Social de la Universidad de Buenos Aires (UAB) desde mediados de los 80, Alejandro Piscitelli es un veterano de la escena educativa con una mirada de largo recorrido muy pegada a las necesidades del momento. El bonaerense participó hace unos días en Global Education Forum, el encuentro organizado en Madrid por la Universidad Camilo José Cela, donde ponentes de todo el mundo reflexionaron sobre los principales retos de la educación superior a escala global.
Piscitelli ha aprovechado estos días para pasear por la capital, donde –imperativos de la pandemia- hacía tiempo que no volvía. “Incluso en la calle Hortaleza hay tiendas que son verdaderos espacios maker”, señala. El profesor pone en valor la desenvoltura con la que la organización de Global Education Forum ha afrontado el reto de celebrar un evento híbrido en tiempo real. Para Piscitelli, lo positivo de la cita es su vocación continuista y la generación de una comunidad activa. “Se han abierto muchas aristas interesantes en un momento clave para la educación. Es una verdadera ventana de oportunidad para evitar que volvamos a la posición anterior a la pandemia y para aprovechar ciertas inercias”.
El experto viene de casi tres décadas en una universidad “monstruosamente grande” como la UAB.300.000 alumnos y 30.000 profesores dan forma a una de las instituciones educativas más ‘pobladas’ del mundo. Aunque el mercado laboral apunta sobre todo al territorio STEM y pese a lo ingobernable en general de una universidad sobredimensionada, Piscitelli opina que el nivel general de los egresados es bueno.
“El problema”, añade, “es que está atravesada por la política. En el caso de las humanidades, están dominadas por un pensamiento en buena medida pasado de fecha”. Sin embargo, Piscitelli recuerda que durante la pandemia ocurrieron cosas insólitas y que tuvo lugar alguna que otra paradoja. “Por ejemplo, la facultad de Comunicación Social de la UAB nunca quiso firmar un convenio para homologar el título de periodismo con el de la Universidad de Columbia, en Nueva York”. Un rechazo frontal al imperialismo yanqui que se fue al garete con la irrupción del SARS-CoV-2. “Hubo que recurrir a Teams, Zoom o Meet para seguir adelante. Google y Microsoft al rescate. En resumen, y como diría el filósofo: “Es la realidad lo que se te resiste”.
¿Nativos digitales?
De vuelta al aula, preguntamos a Alejandro Piscitelli si tiene sentido seguir hablando de nativos digitales cuando son ya tres las generaciones que han nacido con tecnología punta en sus manos. “Los miembros de la primera generación de nativos digitales, que rondan los 40, son hoy los profesores de las dos generaciones que les siguieron. Otra cosa ocurre con los docentes mayores. Vivimos una nueva brecha generacional que no atiende a un mayor o menor grado de alfabetización digital convencional. Es algo mucho más sofisticado. Leer un libro electrónico está lleno de complejidad, no hay dos formatos iguales. Si a ello sumamos vídeos, imágenes, podcast o cartografía, la cosa se pone fea”.
Entonces, ¿nos somete la tecnología a demasiadas exigencias? “Claro. La tecnología no es transparente, por muy user friendly que parezca. Por eso, cabe preguntarse qué lleva a un docente de 50 o 60 años a utilizar tecnología en el aula. Debe ofrecerle muchas ventajas respecto a la tecnología que maneja. La tecnología suma capas de complejidad que generan confusión en los profesores, y al final vuelven a lo de siempre. Se ha tratado de reducir la cuestión de la alfabetización instrumental, pero aún es alta. La tecnología es un arma de doble filo. Necesita que los alumnos la demanden y precisa profesores dispuestos y con ganas, algo que no suele ocurrir”.
La entrada de dispositivos y demás gadgets en colegios y universidades lleva a otro debate manido: ¿Cuánto hay de tecnología por tecnología? “Tiene nombre: tecnofetichismo”, afirma Alejandro Piscitelli. “Hay quien piensa que la tecnología va a resolver todos nuestros problemas. Antes de las computadoras ya teníamos los libros, que también son tecnología. Y lo que el informe PISA y otras evaluaciones demuestran es que no hemos hecho un buen uso de estas herramientas. Con la tecnología tradicional no fuimos capaces de resolver los grandes problemas educativos –alfabetización, comprensión lectora, cálculo, planteamiento de hipótesis- así que el desafío es hacer un buen uso de las nuevas innovaciones para lograrlo”.
Así las cosas, el experto no cree que los retos de la educación tengan que ver con el nomadismo o la complementariedad virtual-real, sino con que las nuevas soluciones se empleen para potenciar la base que todo estudiante necesita, “aspectos que están fracasando en todo el mundo, salvo contadas excepciones”.
Cambia el papel del profesor
Un escenario en el que el profesor tiene que cambiar su rol. “Aún es posible dar una clase de geografía durante dos horas con los mismos apuntes que hace diez años o usar tecnología. Sin embargo, lo que hay que romper no es tanto la incompetencia digital como la distancia que existe entre profesores y alumnos a nivel pedagógico, empático o sociológico”.
Según Alejandro Piscitelli, en el mundo de ayer (el de hace cuatro días), el docente cerraba la puerta e impartía la lección. “El mundo no entraba en la clase. Ahora el mundo es otro. Esa sorpresa constante, ese desasosiego, hay que saber gestionarlo con los alumnos y la tecnología puede ayudar mucho”.
En esa reconstrucción del vínculo profesor-alumno, Piscitelli incluye el rediseño de los espacios educativos (en Global Education Forum participó Stephen Heppell, todo un experto en este campo). “Las aulas deben estar iluminadas por luz natural, bien ventiladas e incluir plantas”.
Trabajando directamente con alumnos de todas las edades, el profesor de la UAB y otros investigadores con los que colabora han llegado a una serie de conclusiones. “Urge ‘mariekondizar’ (sí, de Marie Kondo) el currículum, dejarlo en lo esencial y descartar un 80 %. Invitamos a sacar las materias de los programas educativos y trabajar por proyectos. En cuanto a la evaluación, olvidemos los números, optemos por evaluaciones colectivas o significativas, más proactivas”. Alejandro Piscitelli habla además de cambiar las actuales vinculaciones en múltiples direcciones entre alumnos, padres, docentes, instituciones educativas, ministerio… “De repente la lista de la compra ya no es la de siempre. Optamos por un itinerario de aprendizaje con ciertos mínimos, pero más profundo y preciso”.
‘Escalable’, la palabra mágica
Este giro de volante tan ambicioso, ¿es factible que tenga lugar a nivel global? “A día de hoy, distintas instituciones hacemos innovación boutique, cada uno a su manera. Escalar eso a nivel institucional es algo bien distinto. Primero hay que resolver los problemas caseros. Llevar a buen puerto el cambio es una cuestión de diseño institucional, y ahí el ámbito público tiene mucho que decir”.
En esta línea, Alejandro Piscitelli menciona a la investigadora Mariana Mazzucato. “Ella dice que el ámbito privado necesita de una base institucional fuerte para innovar. Ahí está el ejemplo de internet. La innovación básica debe hacerla el Estado y pensar en la transformación educativa como una gran misión, del nivel de viajar a la Luna o a Marte. El reto no es menor. Tenemos laboratorios educativos, conocimiento adquirido, testeos de mucho nivel. Como con las vacunas, pasaremos por distintas fases. Es algo grande. Hablamos de involucrar a cientos de miles de personas”, concluye.