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Alierta aboga por la urgente asimilación de competencias digitales a todos los niveles

César Alierta durante su intervención. Fundación Telefónica
César Alierta durante su intervención. Fundación Telefónica

“Una empresa colaborativa con determinación y compromiso; en la que los desempleados no son una carga sino un recurso y en la que el capital humano es el más importante, algo que debería ser el paradigma de la sociedad del futuro”. Así resumía José María Pérez “Peridis”, presidente de la Fundación Santa María La Real, la filosofía del programa Lanzaderas de Empleo, que puso en marcha en 2013 “como alternativa y solución al momento de crisis económica global y elevadas tasas de paro, proponiendo un cambio de enfoque y tratamiento de las políticas de inserción laboral desarrolladas hasta el momento”. Un proyecto que cuenta con el apoyo de Fundación Telefónica, el Fondo Social Europeo y el Ministerio de Empleo y Seguridad Social, y que entre 2016 y 2019 dará vida a 454 nuevas lanzaderas que beneficiarán a más de 11.000 jóvenes desempleados. El lunes, el Espacio Fundación Telefónica fue testigo de un primer balance del programa (ver Informe de Evaluación de impacto social) en el que no faltó el debate en torno a uno de los asuntos encima de la mesa a escala global: el desempleo juvenil y las vías para atajarlo de forma eficiente.

“Soy optimista”- dijo César Alierta, presidente de Telefónica, en el arranque de su intervención. “El mundo ha cambiado, el consumo también; y hace falta inversión digital, que es muy barata, aunque los reguladores aún no se hayan enterado”. Según cifras expuestas por el propio Alierta, el 75% de los chicos que van a la escuela primaria trabajarán en profesiones que hoy no existen, “y lo único que tienen en común es que todas son necesidades digitales”. Se calcula que en el año 2020, el 80% con un puesto de trabajo va a precisar de competencias digitales. Y si las empresas son el motor, la clave es innovar, “algo que en Telefónica hemos hecho conociendo las necesidades del cliente, siendo disruptivos y después ejecutivos”. Para el presidente de la operadora, innovar ahora “es facilísimo” porque para conocer las necesidades reales de clientes y ciudadanos tenemos el Big Data pero, “¿cuántas empresas lo utilizan? Ninguna, y hay que entender que no vamos hacia una nueva recesión, sino hacia un mundo diferente”.

Para volver al punto de partida, Alierta ha abogado por una transformación del sistema educativo, desde la primaria a la universidad. “En España hay 140.000 puestos de trabajo que no pueden ser cubiertos por carencias en competencias digitales. En la compañía sabemos que si enseñas a un joven a programar, seis meses después tendrá trabajo”. Alierta se ha referido también al programa Proniño, de Fundación Telefónica, “con el que hemos educado digitalmente a un millón de niños en Latinoamérica”, y ha lanzado un llamamiento a la empresa privada para que apoyen programas como las Lanzaderas. “Es nuestra responsabilidad y cuesta muy pocos euros colaborar para resolver uno de los grandes problemas a los que nos enfrentamos”- ha concluido.

La intervención de Alierta vino precedida de un encendido debate a tres bandas en el que participaron Joaquín Nieto, director de la oficina de la OIT para España, Carmen Casero, directora general en funciones del Trabajo Autónomo, la Economía Social y la Responsabilidad Social de las Empresas del Ministerio de Empleo y Seguridad Social, y el economista José Carlos Díez. Nieto señalaba el paro juvenil como el gran desafío, junto al cambio climático, al que se enfrenta la humanidad. “Vamos a necesitar crear 600 millones de empleos en los próximos 15 años para no encontrarnos con una generación perdida”. Pero, ¿sobre quién recae la responsabilidad de encauzar y armonizar la situación? Para Nieto no basta con políticas de creación de empleo. “En España tenemos una oportunidad de afinar mejor estas políticas ya que ahora se está creando empleo”. Este optimismo es cortoplacista ya que, según las previsiones del responsable de la OIT, pese a que España y Europa crearán empleo en los próximos dos años, este será “demasiado débil” para compensar el desempleo que sufrirán, fundamentalmente, los países emergentes. “La solución pasa por invertir; sin servicios públicos potentes es difícil que la esfera privada aporte valor de forma adecuada. “Hemos vivido un proceso de recuperación económica pero sin recuperación social, y es ahí donde debemos poner el foco ahora”- señaló Nieto.

La inversión, o la ausencia de la misma, es también uno de los puntos básicos para José Carlos Díez. “Europa invierte poco, menos que en 2007. Sin más inversión es imposible reducir la tasa de paro. Y si no hay inversión privada, tendrá que ser pública. La Comisión Europea ha hecho un buen diagnóstico pero es insuficiente”- apuntaba el también profesor. Para Díez, existe además un problema de demanda de empleo. “A un ingeniero recién licenciado en Suecia le contratan y cobra 50.000 y en España 15.000; hace falta un cambio empresarial. No tiene sentido esta obsesión del país por lo pequeño; tenemos un problema de crecimiento empresarial, hay que encontrar la hormona de crecimiento y que se paguen salarios mayores; ahí nos la jugamos. Si es con startups benditas sean pero me parece mejor invertir en lo que hay. Un empresario no genera PIB de la noche a la mañana”. Y añadía otro mal al diagnóstico: “El gasto publico en I+D no es que haya caído, sino que ha retrocedido a niveles de 2004, que era el Cuaternario”. Carmen Casero, desde una óptica 100% pública, y en respuesta a Díez, afirmó creer en los pequeños y medianos empresarios “que es a quienes hay que incentivar; el empleo lo crean los pequeños y los grandes y no podemos compararnos con Suecia”. Según Casero, España es el país que más fondos europeos va a aplicar a políticas de empleo juvenil, “un reto que abordar también con organismos intermedios -como las Lanzaderas- que logran un gran impacto social”.

Casos Reales

Cada Lanzadera está formada por equipos de 25 personas desempleadas, con diferentes perfiles formativos y trayectorias laborales. Se reúnen a diario con un funcionamiento similar a una empresa, distribuyendo sus tareas por departamentos y logrando, bajo una cultura colaborativa, que su búsqueda de trabajo sea más ordenada, coordinada, evaluada y eficaz.

El testimonio de tres jóvenes beneficiadas por el trabajo de las lanzaderas y de Anabel Crespo, coordinadora de las Lanzaderas de Mérida, resultaron el mejor ejemplo para testar sobre el terreno cómo se traduce en el entorno laboral real el contacto con estos jóvenes. Como apuntaba Crespo, “buscamos perfiles con una actitud solidaria, conscientes de que unos nos tenemos que poner al servicio de otros y viceversa”. “Una persona es mucho más que un título universitario; queremos que aprendan haciendo”. Verónica Alonso, de la 2ª Lanzadera de la ciudad extremeña, reconocía ayer que no era consciente de que tenía determinadas habilidades hasta que llegó a la lanzadera. “He ganado confianza en mí misma, ahora puedo tener delante a un empresario y saber qué busca realmente en un aspirante”. La joven estudió turismo y ha encontrado trabajo. Esther Lacambra, de la 2ª Lanzadera de Gandía, estudió arquitectura y dio a los asistentes alguna pincelada de la cara más amarga del desempleo. “Conforme pasa el tiempo te olvidas de lo que vales, de tus puntos fuertes, de lo que puedes aportar. Hoy sé que no me equivoqué de carrera y he aprendido a diversificar mis conocimientos”. Lacambra está inmersa en un proceso de selección. “No sé si conseguiré el trabajo pero he podido llegar a las entrevistas gracias a la intermediación de la lanzadera”. Por su parte Elena Rionda, licenciada en derecho –“tras probar en un bufete me di cuenta de que no era lo mío”- trabaja hoy en una asociación juvenil en Gijón, tras analizar más en profundidad su perfil dentro de la 1ª Lanzadera desarrollada en la ciudad asturiana.