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Así era la alimentación en las aldeas y granjas de la Península Ibérica en la Alta Edad Media

La investigadora de la Universidad del País Vasco, Maite Iris García Collado, recibe el Premio extraordinario de doctorado por su tesis internacional
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La investigadora Maite Iris García - Collado. Imagen: Nuria González

La tesis internacional ‘Social archaeology of food in early medieval rural Iberia (5th-9th c. AD) (Arqueología social de la alimentación en la Iberia rural altomedieval (ss. V-IX d.C.), realizada por la investigadora de la Universidad del País Vasco Maite Iris García Collado ha obtenido el Premio extraordinario de doctorado concedido por esta universidad en junio de 2023.

La tesis traza una historia social de la alimentación en la Iberia rural altomedieval basada en la comparación de los patrones alimenticios de tres regiones a partir de análisis de isótopos estables de carbono y nitrógeno sobre colágeno óseo. Para ello se tomaron muestras en diez asentamientos rurales datados entre los siglos V y IX y distribuidos entre Madrid-Toledo, el País Vasco y Cataluña, que fueron investigados desde los puntos de vista de la arqueología funeraria, la demografía y la paleodieta.

“Se trata de la mayor reconstrucción de la alimentación llevada a cabo hasta el momento para la Alta Edad Media en la Península Ibérica en áreas geográficas nunca antes exploradas –explica la investigadora-. Esta tesis pone a disposición de la comunidad científica un gran volumen de datos normalizados y metodológicamente actualizados acerca del papel de la alimentación como reflejo, pero también como elemento activo, en la construcción de las identidades medievales”.

Los conjuntos de fauna analizados revelan “datos extremadamente interesantes sobre las estrategias de gestión de los animales y las prácticas agrarias en estas sociedades rurales.” Los animales dentro de una misma región eran alimentados de forma similar, sugiriendo que la disponibilidad de recursos determinada por el entorno era clave en la configuración de las estrategias de gestión ganadera y, en general, sin diferencias significativas entre el ganado vacuno, los ovicápridos y los équidos.

“En Madrid-Toledo los animales también eran alimentados con pequeñas proporciones de forraje de mijos, lo que apunta al consumo de plantas abonadas intensivamente. Probablemente esto se lograba permitiendo al ganado entrar a pastar en los campos después de la cosecha y es un signo de la fuerte cohesión interna de las comunidades rurales”.

Clara integración entre la agricultura y la ganadería

Mientras que el ganado porcino de las regiones de Madrid-Toledo y del País Vasco eran pastoreados en espacios abiertos, los cerdos de Cataluña eran alimentados, “al menos parcialmente, con residuos domésticos y probablemente eran criados en patios.”

Además, el estudio menciona que tanto en Madrid-Toledo como en Cataluña los mijos fueron ampliamente utilizados para alimentar a las aves domésticas. Los perros y los gatos a su vez vivían en contacto con los humanos y su dieta estaba basada en residuos domésticos.

“Los datos obtenidos apuntan a la existencia de un complejo conjunto de prácticas agrarias en los asentamientos rurales altomedieval ibéricos con una clara integración entre la agricultura y la ganadería y alejado de los escenarios simples y primitivos propuestos por la historiografía tradicional”, subraya Maite Iris García.

En cuanto a la dieta de los humanos, esta tesis constata que la característica principal de las dietas humanas en el País Vasco “es la gran importancia de los recursos vegetales en la alimentación, que se basaba principalmente en cereales, frutas y verduras, y dentro de ellos el consumo de cantidades significativas de mijos”.

La dieta humana en los asentamientos catalanes y en las poblaciones de Madrid-Toledo era similar. Consumían principalmente recursos terrestres, aunque, en las poblaciones catalanas el estudio apunta a una ingesta más importante de proteínas de origen animal. Por otro lado, en relación a los recursos acuáticos, tanto marinos como de agua dulce, la tesis menciona que eran prácticamente imperceptibles en todas las poblaciones analizadas. “Es muy difícil definir una dieta típica para las poblaciones rural altomedievales de Iberia. Los patrones alimenticios en estos contextos estaban caracterizados por la diversidad determinada por la disponibilidad local de recursos y probablemente también por las condiciones sociales, políticas y culturales”, subraya la investigadora.

Asimismo, de acuerdo a los “escasos datos disponibles, es improbable que en las sociedades rurales altomedievales de Iberia hubiera diferencias sistemáticas entre los sexos en la distribución de los recursos alimenticios.”

La dieta como indicador de estatus social

Otro de los temas analizados por la investigadora de la Universidad del País Vasco en su tesis ha sido el papel de la dieta como indicador del estatus social a través de la presencia de depósitos funerarios en los enterramientos y de la localización topográfica de las tumbas dentro o fuera de los cementerios comunitarios o en relación a las iglesias.

“La relación entre la alimentación y el estatus social era compleja y no funcionaba de forma evidente. En Madrid-Toledo y el País Vasco es más frecuente que los individuos enterrados con cualquier tipo de artefacto incluyeran ciertas cantidades de mijos en sus dietas. Esto indica que los patrones de consumo de cereales y específicamente de mijo y panizo jugaron un papel importante en la definición del estatus social.”

El estudio constata que la localización topográfica de las tumbas tampoco estaba directamente asociada a la alimentación. “En ningún caso ha sido posible identificar agrupaciones de individuos con patrones alimenticios específicos en torno a las zonas más relevantes, como, por ejemplo, el ábside de las iglesias. De hecho, a pesar del lugar marginal en el que terminaron siendo enterrados, las dietas de los individuos hallados en silos y pozos probablemente estaban basadas en el mismo tipo de productos.”

Por último, García ha llevado a cabo una revisión de todos los casos de estudios contemporáneos situados en Europa y alrededor del Mediterráneo. “Las poblaciones ibéricas eran similares a las de otras regiones del sur de Europa, en las que también predominaban las dietas terrestres ampliamente basadas en cereales, frutas y verduras, con aportaciones más pequeñas de mijos y panizo y contribuciones muy variables de proteínas de origen animal. Por lo tanto, está claro que Iberia participaba de las mismas dinámicas que otros territorios europeos y mediterráneos”, concluye la investigadora de la UPV/EHU.

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