Cuando era pequeña, Amaia Rodríguez quería ser presidenta de la ONU. “Siempre fui independiente, no esperaba a que los demás hicieran algo primero, ya lo hacía yo. Era impaciente. Y quería emprender. En la adolescencia perdí esa parte”. La ahora CEO de Gravity Wave, compañía de emprendimiento social, siempre ha estado buscándose a sí misma: como cuando volvió a interesarse por el mundo empresarial estudiando ADE Internacional, cuando fue a China poco después por una beca y se quedó allí tres años o cuando viajando por el sudeste asiático no pudo ver los países paradisíacos que siempre imaginó por la cantidad de contaminación de plásticos que había. “En esos años espabilé rápido”, asegura.
Antes de ese viaje por el sudeste asiático, en el que tuvo la epifanía que le llevó a fundar tiempo después con su hermano Julen la compañía Gravity Wave, estudió en China, como también se ha mencionado anteriormente. Una experiencia “brutal”; le gustó tanto que se quedó dos años más de lo establecido.
“Probé de todo allí: actriz, modelo, cantante, profesora de inglés. Trabajé en una empresa del sector de la moda y, sobre todo, aprendí de relaciones internacionales, de negocios, de mercados, de retos -y cómo solventarlos-… Me encantó esa etapa porque todo era posible. Todo el mundo podía ser emprendedor”, explica.
Ese “hacer las cosas ya” si son interesantes económicamente no es tan sencillo en España. Hay mucha más burocracia, muchas respuestas sine die, lentitud… “Mi experiencia, si lo comparo con China, no puede ser más radical. Sin embargo, quise volver”. Y, antes de regresar a Pamplona, su hogar, aprovechó para viajar por el sudeste asiático.
La epifanía
Un euro al día. Eso era, más o menos, con lo que vivía al día Amaia Rodríguez el tiempo que estuvo viajando por allí. Se fue sola para visitar sitios remotos, islas paradisíacas en las que se tardan una semana en llegar. Pero no encontró nada de aquello: solo vertederos. Islas de basura y plástico.
“¿Quién estaba intentando solucionar ese problema? No lo sabía. Solo supe que no entendí que estaba pasando en el planeta y, al volver a España, solo sabía hablar de lo mismo. ‘La loca del plástico’, me llamaban. Ahí fue cuando empecé a pensar en llevar a cabo un proyecto medioambiental. Mi propia familia me animaba, pero terminé de directora de marketing y de responsable de ventas de Dulsa en China y Corea”, cuenta.
Por aquel entonces, su hermano Julen todavía estudiaba -si bien la vena emprendedora estaba dentro de él también-. Un día en Madrid, tomando unas cañas -como ocurren todas las cosas importantes de la vida-, conoció a Lefteris, un emprendedor social griego de pesca sostenible.
-Amaia, creo que he conocido un hombre que puede ser importante para tu proyecto -le dijo a su hermana.
Ella dejó su trabajo. Julen también. Y fundaron Gravity Wave, a los que un mes después se les unió Norberto de Rodrigo. De un primer fracaso con fundas de móviles -poco después de estallar la pandemia- a tener 15 trabajadores repartidos entre Madrid y Calpe y operar en más de 65 puertos pesqueros españoles y con presencia en cinco países.
“Nosotros lo que hacemos es ‘pescar’ plásticos del Mediterráneo, reciclarlo y hacer productos sostenibles y de economía circular. Desde mobiliario a bancos urbanos, mesas, trofeos, televisiones... proyectos muy interesantes”, señala. Y lo más importante: crear un impacto positivo en la sociedad.
¿Por qué emprendimiento social?
“Yo siempre he sido muy sensible a los problemas sociales y medioambientales. Pero era una mujer joven preocupada por otras cosas hasta que llegué de ese viaje. Me chocó tanto ver lo que vi que no pude volver atrás”, reitera Amaia Rodríguez. Primero fue un shock, así que cambió sus hábitos a nivel individual. Luego convenció a su entorno y tuvo la ambición de entrar en el mundo empresarial: quería emprender en un futuro, pero no era una obsesión. Solo que se cruzó en su camino el proyecto perfecto y, junto a su hermano, dieron alas a la empresa.
La cuestión es: ¿hay referentes de emprendimiento social en España? ¿Y ella tuvo referentes de emprendimiento femenino?
“No, no tuve referentes femeninos, pero tampoco creo que sea necesario. Me parece más preocupante que no haya referentes en emprendimiento social, sea hombre o mujer. No existen, faltan referentes. Leí un libro, El poder de la gente irracional, donde se muestran proyectos a nivel mundial que son increíbles. Ninguno era español. Tenemos una falta enorme aquí”, lamenta.
La CEO de Gravity Wave también subraya que, todavía en España, “las empresas piensas más como hombres porque todos son hombres. Cuesta más llegar a ciertas posiciones, es cierto. Faltan referentes femeninos. Pero a mí me faltan, sobre todo, emprendedores sociales”.
Por otro lado, cree que el futuro del planeta, tanto social como medioambientalmente, dependerá más del sector privado que del público. “Estamos mal si no hay emprendedores sociales; queremos ganar dinero para tener impactos positivos en la sociedad”, apunta.
“Mira, son modelos de negocio perfectos: si gano más dinero, mi impacto no hace más que crecer y mi impacto es exponencial. He multiplicado mi facturación este último año, al igual que mi impacto. Solucionar problemas de todos es esencial”. Y para ella, además de esencial, es el futuro.