Amelia Balsamo ha pasado la mayor parte de su vida frente a un ordenador. La CTO de Uali, una innovadora tecnológica argentina premiada por el G-20, recuerda que su primer contacto con la tecnología ocurrió cuando era muy joven: “Tuve mi primera computadora con ocho años, así que desde muy chiquitita estuve delante de una pantalla”. Es precisamente la interacción temprana la que considera clave para impulsar el acceso de niñas a las áreas relacionadas con la tecnología, sumada a políticas que promuevan su permanencia —y crecimiento— en el sector. Pese a esto, la experta está convencida de que la pandemia ha contribuido a reducir la brecha de género en Latinoamérica, gracias a una explosión de ofertas en el sector tecnológico y el aumento del teletrabajo.
Balsamo empezó su carrera con capacitaciones en el área de tecnología y sistemas durante sus años en secundaria, el equivalente argentino a la ESO y el Bachillerato. Después, realizó sus estudios universitarios en ingeniería de sistemas. Su primer trabajo fue como administradora de sistemas en IBM, a los 20 años, y no ha parado desde entonces. La experta asegura que el apoyo de su familia siempre ha sido fundamental, pese a que es la primera que ostenta un título académico y que se dedica a la tecnología.
La CTO de Uali cree que impulso de los suyos es digno de ser plagiado para promover carreras tecnológicas en todos los jóvenes, además de prepararlos para un futuro en el que tendrán empleos que no se han creado aún. “Muchas veces se piensa en los estudios como la carrera a la que se dedicará una persona toda la vida, pero eso no se aplica hoy en día”, explica. Para Amelia Balsamo, la mejor opción para que la gente joven tenga satisfacción laboral es permitir que exploren distintas herramientas y se guíen por lo que les despierta curiosidad, más allá de las habilidades específicas de su área de trabajo.
También opina que hace falta un impulso específico para acortar la brecha de género en áreas tecnológicas. “Hay que trabajar mucho en las etapas iniciales de la educación”, asegura, mientras narra cómo se redujo el porcentaje de mujeres en las aulas y oficinas a medida que avanzaba en su carrera: “Cuando creces en una organización, cada vez son menos las mujeres en roles de toma de decisión, jerárquicas o de liderazgo”. En España solo un 7 % elige estudiar una ingeniería y solo el 2 % lo hace en áreas de tecnología, según la experta. “Hay que abrir esas puertas”, concluye.
El problema no afecta solo a la paridad dentro de las empresas, sino también en los procesos de reclutamiento, apunta. Existe una falta de postulación de mujeres, por el desbalance de género en los perfiles profesionales. “Me pasa como una mujer en un rol de liderazgo. Abro una postulación y tengo que ir a buscar mujeres porque no llegan sus currículos”, explica. Sin embargo, Balsamo admite que existen otros factores que contribuyen a la desigualdad en los procesos de selección.
Uno de ellos tiene que ver con que las mujeres suelen considerarse menos aptas para ejercer un rol si no cumplen exactamente con todos los requisitos, mientras que los hombres suelen presentarse de cualquier forma. “Está bastante estudiado este fenómeno”, zanja la CTO Uali. Además, explica, las mujeres suelen permanecer más tiempo en sus empleo que los hombres, privilegiando la estabilidad frente a otras opciones como la participación en nuevos proyectos. Estas circunstancias influyen en la brecha salarial. “Hay una tendencia a evitar exigir mejoras salariales directamente”, asegura Balsamo.
Sin embargo, Amelia Balsamo ve una luz al final del túnel: el crecimiento de las industrias del conocimiento en Latinoamérica ha explotado en los últimos años, y, con eso, la inclusión de mujeres también. Aunque más lentamente. “La competitividad de la región en el mercado global es muy grande, por el bajo costo de vida. El valor de un trabajador del sector es global, así que puede reducir los gastos con estos profesionales”, asegura.
No todo es color de rosa. La CTO de Uali lamenta que las condiciones económicas de muchos países latinoamericanos —pone de ejemplo Argentina, con una inflación disparada—, también tienen que ver con el aumento de mujeres en la fuerza laboral: “No te queda de otra en los grupos familiares. Esto está empujando, para bien o para mal, la incorporación de mujeres”.