Licenciada en Ingeniería Química por la Universidad Complutense de Madrid, Ana Belén Dongil desarrolló su tesis doctoral en el Instituto de Catálisis y Petroleoquímica (ICP-CSIC), donde obtuvo el premio extraordinario de doctorado por su estudio sobre las reacciones de hidrogenación quimio y enantioselectivas, empleando catalizadores homogéneos soportados en materiales de carbono.
Tras una etapa postdoctoral en el Eidgenössische Technische Hochschule de Zurich, en 2012 se hizo con un proyecto Fondecyt del Ministerio de Educación de Chile, del que fue investigadora responsable. En febrero volvió al ICP-CSIC como investigadora ComFuturo, el programa de Fundación General CSIC y varias entidades privadas para apoyar a jóvenes científicos.
“Dentro de las medidas encaminadas a reducir las emisiones a la atmósfera de gases de efecto invernadero, se encuentra la necesidad de recuperar parte del CO2 generado”, explica Dongil sobre la idea base de su línea de investigación: 'Materiales grafénicos para la síntesis de metanol a partir de CO2 e H2'.
La iniciativa está encaminada a aprovechar el CO2 derivado de la actividad industrial y emplear el metanol obtenido como vector energético, para almacenar y transportar energía, o como molécula plataforma para producir, por ejemplo, plásticos. “Los materiales que estoy desarrollando deberían permitir llevar a cabo esta transformación en condiciones industriales sostenibles económicamente”, añade la investigadora.
Para llevar a buen puerto su propuesta, juegan un papel de especial relevancia plantas eléctricas, refinerías, o plantas de producción de acero, “por la cantidad de CO2 que generan y porque tienen pocas alternativas para reducir sus emisiones”, señala Ana Belén Dongil. “Encontrar vías para aprovechar el CO2 empleando las infraestructuras actuales, en combinación con nuevas vías de obtención de energía, como las renovables, hará el proceso más sostenible”, añade la investigadora ComFuturo.
Estos espacios corresponden por regla general a grandes compañías. “La implicación de las empresas que forman parte de ComFuturo -Acerinox, Naturgy, Cepsa o Suez están en el proyecto- puede permitir enfocar mejor los retos tecnológicos que a veces se nos escapan cuando desarrollamos una investigación. Creo además –puntualiza Dongil- que los resultados positivos pueden animar a otras empresas a participar en este programa o a repetir en futuras ediciones, como así ha ocurrido. Eso me parece un logro del programa y de los investigadores y empresas participantes hasta ahora”.
Admite que, a día de hoy, dispone de muchas facilidades para desempeñar su actividad, tanto en recursos tecnológicos como humanos, y que la principal dificultad a la que se enfrenta tiene que ver con conciliar la vida familiar y laboral. “Compensa cuando puedes ver que el trabajo da resultados”, dice Dongil, que ensalza también la ventajas de haber desarrollado parte de su carrera científica en el extranjero, lo que le permite mantener la colaboración con otros grupos de investigación. “Me hace pensar que mi trabajo y mis proyectos les interesan y sus aportaciones son en verdad enriquecedoras”.
Bajo una perspectiva más amplia, la investigadora cree que la ciencia española necesita de un pacto “que establezca unos mínimos de inversión y una hoja de ruta”. Según Ana Belén Dongil, “los recortes en época de crisis son críticos para el sistema investigación”, y recuperar los niveles anteriores o formar grupos de investigación conlleva “un grandísimo esfuerzo”. Defiende además las implicaciones positivas que supone que desde el ámbito público se potencie la participación privada en el progreso científico. “Al final repercutirá positivamente en el conjunto de la sociedad”, concluye.