Ana Maiques: "Para fútbol, Barça; para baloncesto, NBA; para innovar en salud, Boston"

Ana Maiques Neuroelectrics

Ana Maiques es emprendedora, con todo lo que conlleva esa definición. Pero no lo es de nacimiento. Trabajaba para una empresa belga que quebró, y fue en ese momento cuando su vida dio un cambio. “Fue como Matrix, como si nos hubiesen ofrecido la pastilla azul (¿o era la roja?) para aceptar el riesgo”. Esto es, o se iba a casa con un finiquito o se hacía emprendedora. Al final, decidió, junto con un compañero de trabajo, comprar la sociedad y llevarla adelante. Era el año 2000. La empresa se llamaba StarLabs y de ahí nació, en 2011, Neuroelectrics, una spinoff que ya la ha superado.

Neuroelectrics, un gran referente en el campo de la estimulación craneal no invasiva y de alta definición, y que quiere implantarse, a través de su dispositivo en forma de gorro, como terapia cerebral personalizada. Así, diagnostica algunas enfermedades neuronales como la epilepsia o el dolor neuropático. Y también se utiliza en trastornos cognitivos para mejorar la memoria en situaciones de demencia o las funciones ejecutivas en niños con déficit de atención. 

De hecho, Neurolectrics aspira a convertirse en la primera empresa a nivel mundial en conseguir una aprobación de la Federal Drugs Administration (FDA) como “primer estudio apoyado por la FDA de estimulación eléctrica no invasiva para pacientes con epilepsia que no responden a la medicación”.

“Espero que tengamos éxito y que llevemos nuestra tecnología a pacientes. Yo hasta que no vea que esto afecta a pacientes y no se convierte en una terapia no habré cerrado el círculo de lo que queríamos hacer”. Asimismo, Ana Maiques considera que su obsesión “ha sido siempre hacer buena ciencia y que tenga impacto y creo que hasta que no llegue a ayudar a muchos pacientes con epilepsia o de Alzheimer no vamos a descansar. Porque eso es lo que dijimos que íbamos a hacer y hay que seguir trabajando hasta que lo consigamos”, afirma.

Volviendo al año 2011, Maiques afirma que, como nadie les daba dinero para iniciar Neuroelectrics, lo que hicieron fue crear estos gorros y venderlos a investigadores. “Y nos fue súper bien”, confiesa en voz baja. “Es que estaba en el sofá de mi casa y me pedían gorros hasta de desde Malasia. Empezamos a vender tanto que nos olvidamos de levantar capital… El mismo año pasado ganamos cinco millones de dólares vendiendo gorritos por todo el mundo. Y hemos crecido mucho a partir de esto. Aunque la idea ya no es venderlos para investigación, sino para terapias para el Alzhéimer o epilepsias”. 

Hace cinco años, dado el éxito de su spinoff, Ana Maiques decidió desembarcar en EEUU. Por dos razones: “en primer lugar, mucha gente de allí nos estaba comprando: el MIT, Boston, Harvard, entre otros, y queríamos ver para qué lo estaban utilizando. Esta primera decisión fue de mercado. La segunda es que sabíamos que queríamos pasar la FDA y que queríamos hacer un estudio clínico. Y Boston era el mejor sitio para hacerlo”, asegura.  

¿Por qué Boston? “Hay mucho conocimiento sobre el cerebro en Boston y hay muchos hospitales y muchas farmacéuticas. Es un ecosistema formado por hospitales e industrias muy interesante en una ciudad que, por cierto, es bastante pequeña. Boston es una meca de la ciencia y la investigación y tienen un gran entorno de pruebas, de innovación”, responde.

“Yo creo que Boston era un buen sitio para nosotros y, no es por quedar bien, pero es el sitio de la innovación en salud más importante del mundo. A nivel máximo, si quieres jugar al fútbol, tienes que jugar en el Barça; si quieres jugar a baloncesto, tienes que ir a la NBA; y, si quieres innovar en salud, tienes que saber cómo va ese juego en Boston”, asegura. De todos modos, según Ana Maiques hay gente que quiere ir a Boston, pero a lo mejor no le hace falta: “Hay que moverse a los ecosistemas que están más avanzados para aprender más de ellos. Y están en todas partes, no solo en América”.

“Talento hay en todas partes y a nosotros la cultura de allí nos ha ido bien. De todos modos, creo que los emprendedores españoles tenemos que hacer un esfuerzo por salir y estar en América y en Asia. Porque no es una cuestión de España, América o Asia, es una cuestión de expandirse y de hacerse grandes. Al final tienes que hacer el esfuerzo de pensar e ir a por esos mercados y ver cómo funcionan las cosas”, razona. “A veces pienso en gente como Rosalía: la gente buena que se lo trabaja y se esfuerza y lleva años, termina triunfando, tarde o temprano”.

Y soy una madre de cuatro hijos, dilo también”, avisa al final de la entrevista, entre risas. ¿Y por qué? “Porque creo que soy una buena madre y que tengo una empresa chulísima. Y creo que no se tiene por qué elegir. Creo que puedes tener una buena familia, ser madre y llevar una empresa. A veces, a las mujeres les venden la moto de que tienen que decidir y no estoy de acuerdo con eso”.

Se necesitan más emprendedoras, es súper importante. En EEUU este tema también se lleva fatal. Puedes verlos avanzados en según qué cosas, pero en esto… Hay que dar la matraca. En la principal feria de innovación y salud de EEUU, en San Francisco, solo hay hombres: oleadas de trajes, todos iguales, parece una película de ciencia-ficción. Y aunque creo que la tendencia está cambiando, el poder y el dinero sigue estando en manos de los hombres. Y eso debe cambiar”, enfatiza. 

“Creo que ya está cambiando, sí. Pero hay que hacer más ruido. Sobre todo por las niñas, las jóvenes, para que tengan referentes”. En definitiva, que elijan la pastilla roja (¿o era la azul?).

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