A nivel mundial, 33,5 millones de personas sufren arritmia cardíaca. La cifra será el doble en 2050 y sólo en la UE, 500.000 personas mueren cada año debido a esta patología. Corify Care se ha propuesto revolucionar el actual paradigma de una enfermedad en la que los fármacos antiarrítmicos solo funcionan en el 30 % de los pacientes, y más del 50 % de las intervenciones quirúrgicas requieren una repetición. Exultante tras cerrar una ronda de financiación de 2,35 millones de euros, Andreu Climent, CEO de la empresa, nos da las claves que han llevado a Corify Care a viajar del laboratorio a los hospitales en tiempo record.
En 2012, Climent, Ingeniero de Telecomunicaciones, pasa a formar parte de un grupo de investigación en el Servicio de Cardiología del Hospital Gregorio Marañon de Madrid. “Veníamos de años desarrollando tecnología para análisis de laboratorio. Rápidamente comprobamos el gran margen de mejora existente en el campo de las arritmias cardíacas. Profundizamos en los mecanismos que las provocan y en qué innovaciones afinarían su diagnóstico”.
ACORYS®
Entre 2015 y 2016 dan forma a la que hoy es su tecnología core: el dispositivo ACORYS®, con el que los médicos pueden llevar a cabo un mapeo cardíaco completo, ver el origen de la arritmia y decidir el tratamiento más adecuado para cada paciente. “Fuimos conscientes de que lo que nació como proyecto de investigación había despertado el interés del mercado”, señala Climent.
En el desarrollo de ACORYS® también ha participado el Instituto ITACA de la Universitat Politècnica de València. El primer dispositivo de Corify Care es polivalente, y permite detectar las arritmias más comunes además de aquellas muy específicas, más complejas de identificar. ACORYS® espera obtener la aprobación regulatoria en Europa y Estados Unidos a finales de 2022 y de esta forma iniciar su salida al mercado nacional e internacional en el arranque de 2023.
Tecnología diferencial
“Si repasamos la tecnología actual en un servicio común de cardiología, comprobamos que ahí sigue el electrocardiograma, ya centenario, aunque todavía útil para estudiar el corazón de manera básica. El problema es que se trata de un sistema que no nos deja ver muchas cosas”, detalla Andreu Climent.
Para que Corify Care haya podido progresar adecuadamente, son varias las tecnologías que han madurado en paralelo. “Desde hace un par de décadas, asistimos a progresos importantes en el mapeo endocárdico. No olvidemos que hay un salto tremendo entre un electrocardiograma y un catéter, pero, por invasiva que resulte, la única solución que le queda al profesional en múltiples ocasiones pasa por introducir cables en el corazón. Solo así dejan de estar ‘ciegos’ e identifican el origen de la arritmia”.
Ver en la oscuridad
Andreu Climent y su equipo se propusieron iluminar esta incertidumbre. “Queremos que el clínico vea qué está pasando antes de decantarse por una prueba más agresiva”. ACORYS® lleva a cabo una reconstrucción tridimensional del volumen del torso del paciente en 30 segundos gracias a una cámara 3D. “Puede hacerse en la propia consulta o en el quirófano, pero eludimos el catéter, el TAC o la resonancia magnética”.
Una vez generada la estructura personalizada del paciente, los algoritmos de inteligencia artificial analizan y deciden qué está pasando en el corazón. El sistema de amplificación de señales lleva a discernir la actividad de cada uno de los puntos seleccionados. Todos estos elementos requieren de una gran capacidad de cómputo, imposible años atrás. “Cuando patentamos tardábamos 5 o 6 horas en completar un proceso que hoy nos lleva apenas 3 minutos. Ahora podemos decir que es clínicamente útil ya que ofrece información en tiempo real”, asegura Andreu Climent.
Un salto de garantías
Corify Care cuenta con el respaldo del Instituto Europeo de Innovación y Tecnología (EIT Health) desde 2017, año en el que formó parte del programa de aceleración CaixaImpulse. “Nos ayudaron a abrir los ojos; a comprender los mecanismos para que un artículo científico se convierta en un producto. Estuvimos seis meses en contacto con expertos en tecnología, royalties, financiación…Pusimos el foco en llegar a los hospitales y en multiplicar la utilidad de la ciencia”.
La ronda actual les permitirá pasar definitivamente del prototipo a la producción industrial y la comercialización. El proceso ha sido liderado por Clave Capital con la participación de la Corporación Mondragón, Bexen Cardio y el Centro de Desarrollo Tecnológico Industrial (CDTI), a través de su programa Innvierte, los cuales coinvierten 1,22 M€.
La opinión del profesional
Además, Capital Cell ayudó a Corify Care a levantar 1,13 M€ en dos campañas de crowdfunding. “En ellas participaron 465 inversores, muchos de ellos profesionales de la cardiología e inversores con recorrido en el ámbito de la salud. Su valoración es importantísima para nosotros”, apunta Climent. “El objetivo es validar nuestra tecnología a mayor escala, aplicándola en 1.000 pacientes de varios hospitales europeos en España, Suecia, Portugal y Alemania”.
Andreu Climent considera que el consorcio es una forma de internacionalizar su propuesta y de sumar conocimiento más allá de las necesidades clínicas de cada país. “Es importante tener en cuenta la integración del producto en los distintos sistemas de salud desde un punto de vista meramente financiero. Además, las opiniones de los profesionales nos llevarán a sumar nuevas funcionalidades al dispositivo”. Esta ‘masa crítica’ contribuirá a una anhelada aceleración de proceso regulatorio. “Disponer de parte del equipo trabajando fuera de España en la estructura de comercialización del producto nos hará estar más preparados”.
Climent añade que actualmente el dispositivo está siendo usado en sus fases de investigación y validación clínica en el Hospital Gregorio Marañón y en el Hospital Clínic de Barcelona. Está previsto que antes de final de año arranque el programa también en el Hospital La Fe de Valencia.
"A Diana Morant le diría que arriesgue y que se rodee de un buen equipo"
“Si pudiese darle un consejo, le diría que se atreva a arriesgar y que se rodee de un buen equipo”. Andreu Climent habla de Diana Morant, nombrada esta semana Ministra de Ciencia e innovación, con la que coincidió en las aulas de la facultad de teleco. “Estoy convencido de que va a poner todo su empeño para hacer una buena gestión. A Pedro Duque hay que agradecerle los esfuerzos por incrementar la financiación en I+D y facilitar la transferencia, restando barreras burocráticas a los procesos”.
Aunque opina que “debemos exigir al sistema público una mayor financiación de la ciencia y la innovación”, Climent no oculta que España adolece de un déficit de apoyo por parte de la esfera privada. “Por fortuna, el Gobierno y las Comunidades Autónomas están de acuerdo en buscar las vías para hacer de España un país más innovador, que tenga en la ciencia uno de sus motores”.
Desde 2018, Andreu Climent y otras figuras de la investigación española formalizan estas reivindicaciones a través de la iniciativa Ciencia en el Parlamento, presidida por el CEO de Corify Care. “Intentamos que los políticos vean la utilidad de tener a la ciencia cerca”. Dos elecciones y una pandemia después han logrado un hito con la puesta en marcha de la Oficina de Ciencia y Tecnología del Congreso, gestionada por la FECYT. “Trabajaremos duro para que la ciencia llegue a todas partes: parlamentos autonómicos, empresas, instituciones… Queremos que todos estos agentes dispongan de herramientas para que su conocimiento sea transferido tanto al tejido productivo como a la toma de decisiones”.