Ángel Alba (Hellín, 1978) es un hombre hecho a sí mismo. Licenciado en ADE por ICADE (Madrid), ha estado durante 15 años trabajando en el sector de la innovación (siete de ellos en Procter&Gamble). Y se le nota: homologado como innovation coach por la Comisión Europea, fue director del primer centro tecnológico del sector de consultoría en España, el CGCE. Aunque la crisis fue azotando poco a poco el proyecto –nacido el 2009, mal año para los negocios–, no se vino abajo; hasta que, tras “una travesía por el desierto”, según sus propias palabras, crea Innolandia.
“En 2012 me planteé qué hacer. O buscaba trabajo por cuenta ajena o emprendía un nuevo negocio. Así que empecé a escribir en mi blog, Innolandia.es, y comencé a buscar modelos americanos de gente que trabajaba con blogs y los monetizaba; gente que ofrecía consultorías de una manera radicalmente diferente”, explica Alba. Ese mismo verano ya creó un primer curso online y, al mismo tiempo, empezaron a llamarle para hacer proyectos de consultoría, charlas, proyectos y todo crece.
“El salto fundamental fue el verano de 2013, cuando me llamaron del Ministerio de Minería de Perú. Querían un experto en innovación para un congreso, fui allí, me llamó una compañía minera multinacional, que querían hacer un gran proyecto y, a partir de entonces, todo fue hacia arriba”. Por aquella época, también le llamó la EOI y aumentaron las colaboraciones con otras empresas hasta hoy: a través del blog, ha conseguido más de 250 clientes en siete países; por otro lado, a nivel de consultoría, trabaja con 34 clientes que van desde startups muy tecnológicas a compañías del IBEX 35. Y sí, sigue trabajando con la EOI, en espacios de innovación, etcétera. Pero lo que está sacando ahora son modelos combinados (online y offline) de cursos de innovación, y lo hace con equipos a medida con otros consultores, como Grupo Enfoca o Néstor Guerra. Como él mismo afirma, “innovamos desde las tripas de la consultoría”.
Alba explica que en su consultoría tienen tres niveles de intensidad: “lo que intento hacer es desarrollar herramientas de innovación donde no las hay. Por ejemplo, si no existe un design thinking no voy a crear nada, pero sí que desarrollo planificaciones de estrategias de innovación en una semana, planes operativos de innovación en un día y que todo ello sea operativo”. Y es que todos sus trabajos han sido convalidados con éxito, por lo que, valga la redundancia, son válidos.
Por un lado hay un do it yourself, los propios cursos (en los que uno se apunta y recibe las clases de Ángel Alba). Aunque ahora mismo hay dos en marcha, uno sobre design thinking en castellano y otro que es de herramientas ágiles, que es más estratégico. El objetivo de este interesante curso es capacitar a las personas sobre las herramientas que son necesarias para innovar a día de hoy. “Lo que nos han enseñado en los másters, en las carreras, en un entorno tan volátil como el actual, ya no sirve”, asegura. Por lo que este curso ofrece la oportunidad de conocer y practicar todas estas herramientas de manera secuencial. Tiene una hoja de ruta que parte de cómo montar un equipo de innovación que funcione y cómo unificar las oportunidades estratégicas.
“A partir de ahí entras un ciclo de ideas aplicando las nuevas formas, claro. Hay clientes de consultoras que, en esta edición, están ayudando a difundir el curso. Se pueden hacer proyectos piloto que demuestren cómo hacer las cosas, aunque hay veces que desde el principio puede no servir. Hay que hacer estos pequeños pilotos demostrativos, porque si no demuestras que puedes innovar de forma diferente, va a ser imposible que salga adelante”, señala.
En Innolandia desarrollan productos y preparan a un equipo interno, les enseñan la metodología pertinente y los mentorizan durante todo el proceso. “El modelo que aplicamos no es de externalización, sino de mentorización y de construir capacidades, un cambio fuerte en el sector de las consultoras”. Y es que, como confiesa el propio Alba, “a veces somos un poco suicidas, ya que nosotros enseñamos un modelo que puede no parecer interesante, ya que una vez que lo consiguen, no nos necesitan. Pero a nivel de satisfacción de los clientes es una manera radical de ofrecer las cosas”.