El animal que vuela las distancias más largas es… una libélula

Estos insectos recorren miles de kilómetros para reproducirse entre sí
La libélula Pantala flavescens puede recorrer distancias extraordinarias. / Greg Lasley
Wandering Glider Pantala flavescens male - in flight Hornsby Bend, Austin, Travis Co., Texas 7 September 2009

No son grandes aves o incluso ballenas los animales que viajan las mayores distancias sino libélulas. Según una estudio publicado en PLoS ONE, la especie Pantala flavescens –que habita en Texas, el este de Canadá, Japón, Corea, India y Sudamérica- pueden volar hasta 7.000 kilómetros durante su migración y atravesar océanos enteros para ir de un continente a otro.

Presentan perfiles genéticos tan parecidos que los científicos solo han encontrado una solución: estos insectos recorren miles de kilómetros alrededor del planeta para reproducirse entre sí y han creando así un acervo genético mundial. Los investigadores han llegado a esta conclusión fijándose por primera vez en los genes, según recoge la Agencia Sinc.

“Si las libélulas norteamericanas solo se reprodujeran entre sí y las japonesas solo con las japonesas, veríamos en los resultados genéticos qué difiere entre estas dos poblaciones. Sin embargo, no vemos diferencias, lo que sugiere una mezcla de genes entre poblaciones separadas por grandes extensiones geográficas”, dice Jessica Ware, autora principal del trabajo y científica en el departamento de Biología de la Universidad de Rutgers (Estados Unidos).

Estas libélulas ‘trotamundos’ logran completar con éxito su periplo gracias a la evolución de su cuerpo. “Tienen una mayor superficie en sus alas lo que les permite aprovecharse del viento para ser transportadas –explica Ware-. Baten sus alas y luego se dejan llevar durante largos periodos, gastando la mínima cantidad de energía posible”.

El equipo demuestra también que existen diferentes patrones de vuelo. El viaje más difícil es el que no tiene paradas. Para ello, aprovechan grandes corrientes de aire o incluso vientos huracanados para dejarse llevar durante todo el recorrido. Otras libélulas disfrutan de cada parada para reproducirse –incluso en una isla remota en medio del océano–, siempre y cuando haya charcos de agua dulce. Después de varias semanas, las crías se unen al periplo intercontinental y multigeneracional.

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