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El vaso medio lleno

Anuario de la Innovacion Innovaspain

Entrados ya en diciembre creo que merece la pena hacer un balance de un año que bien puede señalarse como punto de inflexión en el relato de la innovación en España. La recuperación de un Ministerio, que en este caso integra Ciencia, Universidades e Innovación fue una buenísima noticia en el ecuador del año. Me pareció un acierto entonces y me lo sigue pareciendo ahora.

Es demasiado pronto para analizar resultados, pero solo el impacto del nombramiento de una persona tan conocida en la opinión pública, ya merece una valoración positiva. Como en tantas cosas, la visibilidad es muy necesaria para la creación de un determinado ambiente y más para la Ciencia y la Innovación, que son conceptos demasiado abandonados por la opinión pública general. Hasta ahora.

Lo mejor, por el momento, ha sido la continuidad. No parar el engranaje más allá de sufrir las consecuencias de la secuencia política. Si a eso se le suma algunas de las cuestiones puestas en marcha apuntan a que la decisión de crear un Ministerio, que una buena parte de los sujetos activos que llevan el peso de la innovación ha sido positiva y lo será más.

Por lo pronto, los datos de la marcha de la innovación en 2017 apuntan a una mejora aunque, sumadas las inversiones de empresas y administraciones públicas superan solo el ,2% del PIB, todavía lejos de los objetivos del Gobierno en esta materia, señalados en 2% y, por supuesto de la media europea de los países a los que nos queremos homologar, que incluso superan este porcentaje.

Soy consciente de que prefiero ver siempre el vaso medio lleno. En estos últimos seis años, que coinciden con la aparición de Innovaspain, hemos visto un descalabro en las cifras oficiales, a la vez que hemos ido detectando un aumento del ambiente y del ecosistema innovador. Cuando llegamos, las empresas todavía estaban sumidas en el pozo de la crisis y desde entonces hemos visto como numerosas empresas, casi todas grandes y las medianas de mayor tamaño, han  asumido este reto innovador, que ha sido obligado por el mercado.

En estos momentos, sin embargo, empieza a resultar difícil encontrar una empresa de las características citadas que no tengan en marcha, o que estén preparando, una metodología para promover programas de innovación entre sus empleados. Y lo bueno es que es en todos los sectores. Y el tema no se detiene ahí. Tanto para la web como para el Anuario buscamos y rebuscamos entre las pymes proyectos curiosos y ejemplares. Antes era difícil encontrarlas, ahora tenemos que elegir. Por eso veo el vaso medio lleno.

Que no sea extraordinario el ver que una bodega mediana, una pequeña empresa industrial, que una empresa de servicios adopte nuevas formas para adaptarse al cliente o presentarle una nueva oferta, haciendo un esfuerzo por innovar en sus modos y maneras o en sus productos y servicios empieza a ser normal y eso es lo que vale. Después vienen las cifras y nos damos cuenta de la distancia, pero es bueno saberlo. Hay que diferenciarse haciendo las cosas mejor que los competidores y estos ya no solo están en el ámbito geográfico más cercano que te rodea; están en Holanda, en Lituania, en el sur de Rusia o en una ciudad que no conocíamos en China o India. Y eso lo saben en Navarra, en el corazón de Extremadura, en Burgos o en Valencia, por elegir los primeros nombres que me han surgido. Eso es lo bueno y de ahí el moderado optimismo pensando en el medio plazo.

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