CASTILLA Y LEÓN
Educar desde el presente por un futuro sostenible
El Colegio Alcázar de Segovia es una de las primeras cooperativas de España en el campo de la educación
Pablo Garcinuño
Aquí los profesores no solo dan clase. Si hace falta pintar alguna pared del centro, se pinta. O quizás haya que arreglar el patio. Incluso puede que te los encuentres restaurando muebles. Para ellos el colegio no es solo su lugar de trabajo. Literalmente, un trozo es suyo. Son socios de una cooperativa que lleva más de cuatro décadas demostrando en Segovia que hay otra forma de educar.
“La diferencia está en ser una modalidad diferente de educación”, afirma Nuria Martín, directora de Secundaria del Colegio Cooperativa Alcázar de Segovia. “La base es la misma, pero el tratamiento seguramente sea diferente por el grado de implicación de los miembros de una cooperativa”.
El absentismo se reduce al mínimo, igual que la movilidad de gran parte de los empleados, algo que contrasta con los habituales traslados del personal educativo. “Tienes un trabajo fijo y eso facilita mucho crear proyectos a largo plazo”, explica Martín. “Cuando consideras que el centro forma parte de ti, quieres que salga adelante y que tenga el prestigio que crees que merece por el trabajo que se lleva a cabo aquí; todo eso beneficia a la calidad de la enseñanza”.
Las cooperativas de enseñanza se pueden incluir en el sector de la economía social. A medio camino entre el sector privado y el público, se trata de una propuesta diferente y en esa singularidad radica parte de su problema. Están, por así decirlo, en tierra de nadie. “Tenemos una serie de particularidades que nos diferencian de los demás”, afirma Óscar Muñoz Berzal, presidente de la cooperativa y director de Educación Infantil y Primaria.
“Es verdad que somos concertados, pero somos laicos y no cobramos ningún tipo de cuota –puntualiza–. Además, somos una cooperativa de enseñanza, que también tiene unas singularidades distintas a otros centros privados-concertados”. Y, por si fuera poco, están en Castilla y León, “la comunidad autónoma que menos cooperativas de enseñanza tiene”, según apunta Muñoz.
Congreso de la UECOE
Esto provoca que, a la hora de hacer llegar sus reivindicaciones ante las administraciones públicas, estén “muy limitados”, ya que tienen “poco peso específico”. Por eso forman parte de la Unión Española de Cooperativas de Enseñanza (UECOE), colectivo que agrupa a unos 600 centros con características similares. De hecho, el Colegio Alcázar fue el encargado de coorganizar, en verano de 2019, el congreso que esta red llevó a cabo en Segovia. El evento giró en torno a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y contó con la asistencia de medio centenar de profesionales de distintos puntos de España.
“Lo que vimos es que muchos centros educativos estamos ya muy sensibilizados porque sabemos que trabajamos con la base: los niños –afirma Muñoz Berzal–. Ellos van a tener mucho que decir de aquí a unos años, así que nos interesa a toda la sociedad que en estas edades se trabaje la Agenda 2030”. Hay un camino recorrido, pero queda mucho por hacer, y ese futuro se debatió en un congreso convocado por una de las primeras cooperativas de España en el campo de la educación.
Cuatro décadas
Cuando en el año 1972 se publicó la Ley de Transformación de Centros, a muchas de las pequeñas escuelas que, a modo de academias, existían en Segovia –y en todo el territorio español– se les prohibió seguir impartiendo la enseñanza oficial, ya que debían tener al menos ocho aulas –una por cada nivel de enseñanza– y otras dependencias, como biblioteca, laboratorio, gimnasio, etc.
Un grupo de profesionales de la enseñanza que trabajaban en Segovia en dichos centros decidió unirse para poner en marcha un colegio que cumpliera esos requisitos. Y lo hicieron creando una cooperativa de trabajo asociado y carácter no lucrativo. Compraron los terrenos y, después de muchos trámites, a finales de 1975 se puso la primera piedra de un edificio que, cuarenta años después, sigue formando a nuevas generaciones de estudiantes.
En la actualidad cuentan con un plantilla de 35 profesores de los que aproximadamente un tercio son socios. Sobre ellos recaen todas las decisiones de gestión –que se votan democráticamente– y ocupan los distintos cargos de la directiva. De hecho, tiene que haber mínimo un cooperativista por departamento, con el fin de que su grado de implicación esté presente en cada acción.
La cantidad que hay que aportar para ser cooperativista es de unos 40.000 euros y ese dinero se destina a mejoras en las infraestructuras, es decir, a intervenciones de calado que pueden ir desde el cambio de la caldera al arreglo del patio. Cuando un profesor se jubila puede traspasar su plaza a un familiar directo que se dedique a la docencia después, eso sí, de superar un periodo de prueba.
Trabajando los ODS
Todos los docentes, socios y no socios, están implicados en un ambicioso proyecto centrado en los ODS, que precisamente surge a través de la UECOE –de hecho, el punto de partida fue el congreso celebrado en Segovia–. Lo que se busca es que esos objetivos sean “un contenido transversal en todas las materias para que veamos las aportaciones que podemos realizar como profesores y como alumnos, implicando también a las familias”, explica Martín.
Con ese fin se ha creado una comisión de seis docentes (de las tres etapas: Infantil, Primaria y Secundaria) que están coordinando este trabajo. Las primeras acciones se centran en dar a conocer los 17 objetivos fijados por Naciones Unidas, por ejemplo, a través de una serie de murales explicativos que se han puesto por los pasillos del centro.
Tras esta fase inicial, puramente informativa, se realizarán acciones concretas enmarcadas dentro del aprendizaje-servicio, “una nueva metodología pedagógica que se basa en que el aprendizaje en el aula hay que convertirlo en servicio a la comunidad”, en palabras de la directora de Secundaria. “Trabajamos muchos contenidos con los alumnos pero no les hacemos competentes; es decir, que salen de aquí y no saben aplicar todo ese conocimiento que han adquirido a la vida real”.
En esa línea, quieren convertir su proyecto de educación ambiental en un conjunto de acciones concretas que tenga repercusión en el medio. Para ello han elegido un espacio específico, una zona de gran interés geológico de Segovia llamada Lago Alonso, muy próxima al colegio, en la que quieren intervenir. Quieren convertirlo en un aula de naturaleza y centrar todos sus esfuerzos medioambientales allí, desde realizar labores de limpieza y riego, hasta trabajos de difusión que permitan dar conocer este área a los vecinos de la ciudad de Segovia.
Dedican gran parte de sus esfuerzos también a la lucha contra violencia de género. De hecho, cuentan con lo que denominan el Rincón Violeta, un espacio que visitan todos los alumnos cada 25 de noviembre para concienciar sobre esta lacra social. La IE Universidad también ha creado su propio Purple Corner y ambos centros se han puesto de acuerdo para organizar acciones conjuntas.
“Todos los ODS, de alguna u otra manera, se pueden trabajar a nivel educativo”, apunta el presidente de la cooperativa pero la ‘Educación de calidad’ es quizás el más importante de todos. “Nosotros trabajamos con la base, que es donde se tiene que asentar la Agenda 2030 –continúa Óscar Muñoz Berzal–. Los niños son esponjas que absorben todo tipo de información que les demos”. El futuro está más que nunca en sus cabezas.