Eduardo Sicilia: “El futuro depende de cómo formemos a nuestros ciudadanos”
El consejero de Ciencia, Universidades e Innovación de la Comunidad de Madrid cree firmemente que la capital es "un polo de talento"
Juan F. Calero
Ha pasado los últimos 35 años dedicado a la gestión pura y dura; a pie de calle, cerca del cliente, formando equipos. Y en eso está desde que se puso al frente de la Consejería de Ciencia, Universidades e Innovación de la Comunidad de Madrid. Eduardo Sicilia admite que en el primer trimestre del ‘curso’ ha intentado verse con el máximo número de agentes que intervienen en su campo de acción. “Esta etapa la vivo como una oportunidad para ejercer de palanca con importantes efectos; para poner detrás de cada medida que tomemos un objetivo. Hay prácticas del ámbito privado que se pueden aplicar. Esta hibridación es muy interesante”.
Después de este particular ‘road show’, de palpar lo que se está haciendo en la región, Sicilia asegura que el balance es muy positivo. “Queríamos tomar el pulso a la realidad con la idea de hacer políticas de mayor precisión. He constatado lo que ya sospechaba: en los tres frentes principales de la consejería, Madrid es un activo. Es excelente en talento, en iniciativa investigadora o en la colaboración de la ciencia con la empresa”.
Las bases están consolidadas; la red, tejida, pero Sicilia reconoce que hasta la fecha se ha incurrido en una poco saludable atomización. “Tenemos que agrupar fortalezas y ponerlas en valor. Sumar capacidades, porque el mercado exige escala. Somos más pequeños que los grandes epicentros mundiales, pero lo que hacemos es de primer nivel. Estamos en proyectos de absoluta vanguardia, y eso es algo que ya hemos podido ver. Un país será lo que su gente sea capaz de hacer”.
Desde que asumió la Presidencia de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso ha manifestado en varias ocasiones la intención del Gobierno regional de potenciar el papel de la universidad madrileña como polo de atracción de talento nacional e internacional. “Madrid, como lugar al que venir a estudiar, es única”, dice Sicilia.
"Cada euro que dediquemos a la universidad es inversión y volverá en forma de producción y de consumo"
El consejero destaca cómo, tanto en la universidad pública como en la privada, Madrid cuenta con especialidades punteras. “Pero además tenemos una serie de activos adicionales a los que no hemos otorgado la importancia suficiente: transporte, sanidad, cultura, gastronomía. El potencial es enorme para que, desde fuera, Madrid sea percibido como un lugar prioritario en el que formarse”, añade Sicilia.
De su licenciatura en Económicas se desprende un análisis práctico. “Estos son tiempos en los que, más que nunca, cada euro que dediquemos a la universidad es inversión, y volverá en forma de producción y de consumo. Muchos de esos estudiantes se quedarán en Madrid tras la carrera. La universidad es una fábrica de prosperidad”. Y sobre todo lo es ahora, en una realidad marcada por el cambio exponencial. “Necesitamos atesorar conocimiento de calidad, por encima de todo lo demás. El futuro depende de cómo formemos a nuestros ciudadanos. Ahí va a radicar la diferencia entre países; no en los recursos ni en la capacidad económica. Un país será lo que su gente sea capaz de hacer”, explica Sicilia, para quien la automatización y la robotización obligan a exprimir las capacidades esencialmente humanas. “Hay que saber lo suficiente para ocupar un lugar en el que aportes valor. Es la época de lo emocional, de la empatía, de la confianza o la cercanía”.
En el paso previo a la universidad y al empleo, y para que los mimbres sean fuertes, Sicilia alude a la importancia de trabajar codo con codo junto a la Consejería de Educación. “Conviene que los colegios estén al tanto del currículum del futuro, en un escenario en el que la tecnología ha alterado todas las industrias y donde tenemos que combinar inteligencia social y digital”. Además de invitar a que las familias también cumplan un papel de orientadoras laborales para sus hijos, cree que, ante todo, la introducción de la tecnología en las aulas debe de estar orientada a cambiar la senda habitual en la forma de pensar, aprender y enseñar. “La programación, o pequeños desarrollos de robótica, aportan esquemas y estructuras nuevas para ver las cosas. Los niños son creativos por naturaleza. Hay que poner la creatividad en el centro en lugar de coartarla”.
En marcha la nueva ‘Ley de la Sociedad del Aprendizaje’
En esta línea “urge comprender y gestionar esa nueva realidad, aprender a movernos en ella y sacarle partido”, apunta el consejero, cuyo equipo ya ha puesto en marcha la elaboración de la Ley de la Sociedad del Aprendizaje, un proyecto nuclear de actual Gobierno autonómico para esta legislatura. “Será un gran marco de actuación unificado –no ultranormativo- para potenciar, coordinar y desburocratizar la ciencia, la innovación y nuestro espacio de educación superior; reforzar el papel de las universidades como garantes de la igualdad de oportunidades e impulsar su proyección e internacionalización”, señala.
En este momento, se han constituido once grupos de trabajo con agentes de toda la sociedad que se están encargando de identificar los aspectos más significativos que deberá recoger la futura ley. El objetivo es tener ultimada su redacción y presentarla en la Asamblea de Madrid el próximo otoño. “Cuando el proceso culmine, la Ley de la Sociedad del Aprendizaje será un importante instrumento para un cambio de modelo social y económico que no puede esperar, y que permitirá que la Comunidad de Madrid siga siendo ese motor de desarrollo económico y social que todos necesitamos”, concluye.
El Gobierno de la Comunidad de Madrid, reivindica la unidad de las responsabilidades en materia de Ciencia, Universidades e Innovación ysobre su escisión ministerial, Eduardo Sicilia afirma que “el Gobierno central está jugando con algo tan importante como es la Universidad para un país: que significa su futuro, al usarla como moneda de cambio porun puñado de votos”.
Eduardo Sicilia opina que, “al margen de quien haya gobernado”, Madrid siempre ha sido un espacio de ciencia, un lugar en el que grandes investigadores españoles encontraron su sitio. Ahora, en versión siglo XXI, cree que la Comunidad conserva esa pujanza. “Tenemos los institutos IMDEA, diferentes corredores especializados, hospitales, centros del CSIC… Su relevancia es internacional, también la mayoría de los proyectos y acuerdos que cierran”, argumenta el consejero.
Entre los déficit que se han propuesto reducir está el de la histórica desconexión entre investigadores y ciudadanía. “Hemos fallado varios eslabones de la cadena. Tenemos que definir el enfoque que convierta la ciencia en algo de interés general a pie de calle. Hacer más divulgación de la complejidad y fomentar la proximidad ayudarían a aumentar las vocaciones, la sensibilización y los apoyos. Los ciudadanos tienen que entender que los investigadores son los culpables de que
odo funcione”.
Tampoco oculta que muchos investigadores salieron de la región ante la falta de oportunidades. Uno de los objetivos del anterior ejecutivo madrileño fue traerlos de vuelta, ahora hay que retenerlos. “Impulsaremos programas para que se queden en Madrid. Ya hemos invertido 60 millones en esa línea. Estaremos cerca de ellos, les cuidaremos y les daremos el protagonismo que merecen”.
"Ciudadanos e investigadores tienen que estar más cerca"
Una tercera asignatura en la que subir nota es la del fomento de las alianzas público-privadas. Pactos a favor de una ciencia que adolece del mal crónico de no contar con la suficiente financiación para progresar a buen ritmo. A su vez, Sicilia recuerda que las cinco compañías de mayor capitalización bursátil desempeñan el 70 por ciento de su actividad en formato ecosistema. “La empresa ha entendido que tiene que estar cerca de la generación del conocimiento”.
En este contexto, de la aversión a compartir, del miedo el plagio, el consejero percibe que las corporaciones se han lanzado a la colaboración para crecer, y que abrazan la ciencia no sólo porque les urja innovar en el corto plazo. “Han aprendido a adaptarse a los ritmos del trabajo investigador. Tenemos que apostar por un cambio de mentalidad. Es algo cultural y los anglosajones nos llevan ventaja. Hay empresas que se acercan a los científicos sin más interés que el de aprender”.
Según datos del INE, Madrid fue la región que más invirtió en I+D en 2018. 3.922 millones de euros, un 1,71 por cientov del PIB. A forjar esta posición de liderazgo ha contribuido una estabilidad sin grandes sobresaltos a todos los niveles. “España tiene magníficas regiones en innovación e investigación. Una de las más atractivas ha sido Cataluña, porque a otros alicientes sumaba la creatividad”, señala Eduardo Sicilia, para quien, entre los ‘extra’ que actualmente ofrece Madrid, está el de la seguridad. “Hablamos de invertir capital, de proyectos que muchas veces tardan años en materializarse y que buscan todas las garantías”.
En los últimos años, la Comunidad de Madrid ha asistido al desarrollo de la cultura del emprendimiento y la innovación hasta la consolidación de un ecosistema que hoy puede mirar de frente a otras grandes ‘sedes’ europeas como París, Londres o Barcelona. “Tenemos aceleradoras, incubadoras, fondos de inversión… acercaremos todo este entramado al resto de realidades para que se alimente de la ciencia o para que la empresa le marque su verdadera utilidad”.
En la última edición de South Summit, Eduardo Sicilia declaraba que “en Silicon Valley muchas veces hace un frío que pela”. Buen conocedor del valle californiano, donde ha viajado por razones de trabajo desde 2009, no resta méritos a lo que allí se ha forjado en los últimos tiempos. “Es un entorno único que vive un momento histórico” aunque admite que, con el tiempo, los españoles, cuya flexibilidad y sociabilidad son rasgos muy apreciados, prefieren regresar.
Eduardo Sicilia no cree que sea posible (ni que convenga) replicar aquí ese modelo. “No tenemos Stanford, ni tanto dinero”, dice, pero piensa que Madrid sí puede convertirse en un espacio perfecto para generar innovación, y para ver nacer startups y spin-offs. “Insisto en que el conocimiento es el gran activo y, en ese sentido, multiplicamos las referencias en ciencia, tecnología o humanidades. Hasta el momento sólo hemos explotado la brillantez a título individual y tenemos que hacer ver que se trata de un producto nacional. Cambiar la cultura será lo más difícil”.