CATALUÑA
IRB Barcelona, el pistoletazo de salida que necesita la ciencia para llegar al mercado
Juan F. Calero
Ubicado en el Parc Científic de Barcelona (PCB), en la zona del Campus de Pedralbes de la Universidad de Barcelona (UB), el Instituto de Investigación Biomédica (IRB Barcelona) forma parte de la ‘Biorregión de Catalunya’, un enclave que cuenta con numerosos centros de investigación de excelencia, universidades, parques científicos, hospitales, infraestructuras científicas y compañías farmacéuticas, todas enfocadas a las ciencias de la vida.
El Instituto de Investigación Biomédica (IRB Barcelona) nació en 2005 con el propósito de encontrar soluciones médicas a enfermedades no resueltas. Su metodología de trabajo es hacerse preguntas e intentar resolverlas, llevando a cabo una investigación metódica en los ámbitos del cáncer, el envejecimiento, el metabolismo y el mecanismo de las enfermedades. Es un centro multidisciplinar donde trabajan biólogos, químicos, médicos, matemáticos, ingenieros, veterinarios, emprendedores, etc. Asimismo, una de las misiones del Instituto es formar jóvenes investigadores, para asegurar una futura generación de científicos al más alto nivel.
"Hacemos ciencia básica para obtener un conocimiento nuevo y rompedor"
El IRB Barcelona está integrado por más de 400 profesionales, que incluyen a investigadores, personal técnico y de gestión, procedentes de 30 países. Como explica Cristina Horcajada, jefa del Área de Innovación del IRB Barcelona, ellos están al principio de la cadena. “Lo que pretendemos asegurar es que nuestras investigaciones generen innovación disruptiva. Hacemos las preguntas adecuadas para intentar cambiar el paradigma de un problema médico. Así promovemos que los resultados obtenidos puedan acabar en el mercado convertidos en un producto”. En el caso del IRB Barcelona, Horcajada se refiere a soluciones terapéuticas, nuevos diagnósticos o nuevas herramientas que optimicen el proceso de descubrimiento de fármacos.
Los investigadores del centro se mueven así en el ABC de la biomedicina: cáncer, envejecimiento y enfermedades metabólicas. “Empezamos por cuestionarnos lo más elemental. Cómo funcionamos, qué pasa cuando no funcionamos y qué hacemos entonces para arreglarlo”. Todo ello desde la multidisciplinariedad, con equipos diversos pese a la especialización del instituto.
Horcajada insiste en que el papel del IRB Barcelona es el de ‘iniciador’ del proceso. En el departamento de innovación promocionan la solidez competitiva y garantizan la protección de la propiedad intelectual de los resultados de las investigaciones antes de publicarlos. “Supervisamos que los hallazgos sean innovadores. Esta condición implica que sean novedosos, que estén dotados de actividad inventiva y que tengan aplicación industrial”.
En el proceso de proteger las investigaciones, el IRB Barcelona cuenta con asesores expertos que redactan las patentes. “A grandes rasgos, el mecanismo es equivalente al que sigue la protección industrial”, afirma Horcajada, que alaba la utilidad de esta anticipación también en términos de eficiencia. “Cuando tenemos unos resultados científicos, antes de hacerlos públicos, los evaluamos desde el punto de vista comercial y, si procede, lo patentamos. Luego trabajamos para que esta patente la desarrolle un tercero, que puede ser una farmacéutica, una spin off o un hospital, pero el origen está aquí”.
De este modo, los proyectos del IRB Barcelona son, por definición, largoplacistas. El instituto está en el punto de partida de un proceso que fácilmente tarda una década en llegar a un hipotético paciente. Esto hace que sus avances aún no se hayan traducido en fármacos concretos, pero sí están cerca de anunciar varios casos de éxito en los que han estado involucrados. “El éxito para nosotros es que una investigación del IRB Barcelona tenga la capacidad de seguir progresando y que, eventualmente, llegue a los pacientes”.
Esta continuidad en la que es precisa la intervención de terceros es articulada en base a distintos escenarios. Por lo general, colaboran con la industria farmacéutica y empresas biotech, bien desde el planteamiento de un nuevo proyecto o en fases posteriores. Otra posibilidad que gana enteros es la creación de spin-offs con científicos en un rol a mitad de camino entre la bata blanca y el management. “Son empresas de nueva creación y de base tecnológica con las que tratamos de llevar a buen puerto la transferencia de conocimiento”.
Estos esfuerzos permiten al IRB Barcelona “seguir haciendo ciencia básica, clave en todo lo demás; un trabajo que identifica necesidades. Dotamos de la suficiente libertad a los investigadores y, a cambio, obtenemos conocimiento nuevo y rompedor”, concluye Cristina Horcajada.
Innovar en casa
Elena Sancho, investigadora del Colorectal Cancer Laboratory del IRB Barcelona, es una de las científicas más relevantes del instituto y un ejemplo de cómo construir alianzas desde dentro. En su laboratorio estudian los mecanismos de la metástasis en el cáncer de colon.
Abordan esta investigación fundamental desde dos perspectivas distintas pero complementarias. Por un lado, analizan las células madre del cáncer. “Dentro de un tumor, no todas las células son iguales. Esa heterogeneidad es de gran relevancia en la metástasis ya que las causantes son unas células con unas peculiaridades propias”, explica Sancho.
Por otra parte, investigan cómo el tumor influye en su microentorno y lo corrompe para provocar la metástasis. En un artículo relevante publicado en la revista ‘Nature’, el equipo de Cancer Colorrectal explicaba que, a través de la hormona TGF-β1, el tumor expulsa al sistema inmune de su centro e impide que tratamientos como los vinculados a la inmunoterapia tengan efecto. “Si inhibimos esa hormona y aplicamos inmunoterapia ahora somos capaces de curar la metástasis”.
Parte de estas investigaciones las llevan a cabo dentro del consocio europeo suppresSTEM, cuyo objetivo es desarrollar un fármaco en forma de anticuerpo específico dirigido a las citadas células madre. “El proyecto ha sido exitoso y ha dado lugar a un producto con el que se están haciendo ensayos clínicos en pacientes”, detalla Sancho. En suppresSTEM se cruzaron los caminos del IRB Barcelona y Merus, la compañía junto a la que desarrollan otro anticuerpo específico que en este caso inhiba la corrupción del microentorno del tumor.
“Estas colaboraciones son muy interesantes y para nosotros cierran el círculo del conocimiento fundamental traducido en un producto. Lo hacemos con empresas que llegan donde nosotros no podemos. Nuestro campo es la investigación fundamental y nos aliamos con los que se encargan de aplicarla. Es un win win. Ambos sacamos provecho”, asegura Sancho, que avanza que el trabajo desempeñado en el tratamiento del cáncer de colon será aplicable en otros tumores.
El nuevo rol del científico
Entre los perfiles híbridos del instituto destaca Salvador Aznar Benitah, Group Leader del Stem Cells and Cancer Laboratory del IRB Barcelona y cofundador de la spin-off Ona Therapeutics. Investigador ICREA, Aznar llegó al IRB Barcelona hace seis años. Su trabajo ha estado focalizado en entender cómo se regeneran los tejidos humanos. Cómo las células madre lidian con el daño; con heridas, quemaduras o infecciones.
“El problema es que es en estas células, las más longevas del tejido, donde se originan los tumores. Estudiamos qué mecanismos las convierten en algo incontrolable que no sigue ninguna pauta. Lo que empieza como un tumor en la piel invade otros tejidos en pulmones, hígado o huesos y deriva en un problema ante el que hay poco que hacer. Es la metástasis la que mata a los pacientes en el 90 por ciento de los casos”, detalla el investigador.
En la investigación y en la ciencia es necesaria la hibridación de perfiles
En ese punto surgió la oportunidad de poner en marcha una iniciativa empresarial. “Quizá por vez primera tenemos una diana con potencial terapéutico en esta línea de investigación”. Ona Therapeutics arranca oficialmente en septiembre de 2019, pero empezó a gestarse varios meses antes. “Lo desconocía casi todo del mundo emprendedor. No creo que sea algo negativo, así que me he lanzado de forma muy naif. El esfuerzo que supone lo compensa la ilusión de sacar el proyecto adelante”, asegura Aznar.
El científico admite que un punto de inflexión decisivo fue la entrada de Valerie Vanhooren, cofundadora y CEO de Ona. “Ahora actuamos como un tándem científico-empresarial. Lo importante es no desfallecer”, afirma Aznar acerca de la agotadora búsqueda de financiación. “Los investigadores estamos acostumbrados a lidiar con los noes: pides un proyecto, no te lo dan; envías un artículo, no te lo publican; envías el currículum, no te llaman. Hay que ser fuerte. No somos gente que tire la toalla fácilmente”. En 2020 concluirán una segunda ronda de financiación, más potente que la primera, protagonizada por inversores extranjeros. “Es una fase preciosa porque, a pesar de que el trabajo se ha triplicado, estamos avanzando mucho en el desarrollo del fármaco”.
Disrupción tecnológica en el laboratorio
Nostrum Biodiscovery es una spin-off fundada por Modesto Orozco, Group Leader del Molecular Modelling and Bioinformatics Laboratory del IRB Barcelona. Su CEO es Robert Soliva, biólogo molecular que hizo su tesis doctoral bajo la dirección de Orozco, a quien define como un “peso pesado de la ciencia nacional”.Participada por el IRB Barcelona y el Barcelona Supercomputing Center, en septiembre de 2016 comenzaba la actividad de Nostrum Biodescovery con el apoyo de la Fundación Marcelino Botín. La empresa ofrece servicios de química computacional y realiza simulaciones para la industria farmacéutica y biotech, compañías que también pueden pagarles por utilizar algunos de sus algoritmos. En estos casos, “si por el camino descubren algo gracias a nuestras herramientas, nosotros no tenemos ningún derecho de explotación. Somos un proveedor de servicios”, explica Soliva.
Nostrum forma parte de algunos consorcios europeos en los que reciben financiación de la UE con el objetivo de mejorar aspectos concretos. La tercera fuente de ingresos es, según Soliva, la más diferencial. “Hemos acometido un esfuerzo muy grande para constituir alianzas importantes centradas en drug discovery. Algunas dentro del propio IRB Barcelona, otras con grupos académicos potentes –Hospital Vall d’Hebron, Hospital de Bellvitge- de la mano de investigadores que llevan años estudiando una patología particular o un tipo de señalización asociado a la misma”.
"El reto de le ciencia en España es encontrar dinero privado", sostiene Robert Soliva
En este sentido, Nostrum tiene la capacidad suficiente para localizar muy rápido determinadas moléculas con aplicabilidad futura. “Aquí sí tenemos derechos de explotación compartidos con los socios”, añade Soliva, para quien los avances en computación y algorítmica les permiten filtrar millones de moléculas de un modo “mucho más preciso que quince años atrás cuando, durante mi tesis, la tecnología ya posibilitaba simular cómo se comportaban las proteínas, aunque sin el impacto directo que supone encontrar moléculas con propiedades muy concretas”. La excelencia tecnológica y la efectividad han calado entre las farmacéuticas que confían en Nostrum.
¿Cómo compaginar el trabajo de CEO con la investigación? En caso de Soliva, “aunque no es fácil”, cree que se están dando pasos adelante hacia la configuración de un ecosistema favorable a esa hibridación de los perfiles profesionales. “Pero esto no es Boston, que quede claro. Es verdad que no podemos competir con ellos en lo económico; tampoco con California u Holanda, pero la brecha principal que nos separa es cultural. Empresas como la nuestra necesitan dinero. En otro lugar ya habríamos recibido 10 millones y nos tenemos que conformar con medio millón. La diferencia es que la gente con dinero esté o no dispuesta a arriesgar en la inversión. En España queremos una seguridad imposible en investigación, preferimos el ladrillo. Falla la mentalidad”.
En cuanto a los beneficios de las alianzas público-privadas, Soliva entiende que, al menos en su caso, “no queda otra que moverse en un entorno mixto”. El CEO de Nostrum agradece el apoyo prestado tanto por la Unión Europea como por organismos dependientes del actual Ministerio de Ciencia e Innovación, como el CDTI. “Nos han ayudado muchísimo y aún lo hacen. El reto lo tenemos con el dinero privado”, concluye el directivo.