PAÍS VASCO​

Inspiración e impacto en el Centro de Industria X.0 de Accenture

Juan F. Calero​

Una vez disipada la niebla de las primeras horas del día, un sol radiante ilumina el Parque Tecnológico de Zamudio. Y entre tanto brillo, tangible y metafórico, las angulaciones futuristas del Centro de Industria X.0 de Accenture anticipan el marcado carácter innovador que se mueve en sus instalaciones, inauguradas en abril del pasado año.

Una zona eminentemente industrial en la que el edificio convive con empresas paradigmáticas en sus sectores como Iberdrola, Gestamp, ArcelorMittal, Mercedes, Airnova o el crisol gigante de Tecnalia. El entorno es un laboratorio vivo que permite a Accenture desarrollar proyectos en el Centro de Industria X.0 y aplicarlos, en la fábrica del cliente.

En el interior del centro, priman los espacios diáfanos que invitan al trabajo en equipo; el blanco se impone y le siguen los tonos amarillos y negros. Los empleados se mueven entre la industria inteligente y la ciberseguridad.  El objetivo es enseñar al cliente qué soluciones ponen a su disposición para cambiar la forma de hacer las cosas, en qué tecnologías se apoyan y qué resultados provocan. Todo ello rodeado de capacidades vinculadas a la inteligencia industrial, el trabajador conectado, la agilidad en las operaciones, la monetización de datos y la dotación de servicios.

El centro es uno de los 13 Centros Globales de Innovación de Accenture y está integrado con la Red Vasca de Ciencia y Tecnología. Desde la compañía explican que su ubicación responde, en parte, a la voluntad de liderazgo estratégico y político del Gobierno Vasco y a su compromiso para volver a la vanguardia de la industria moderna.

También influye cómo la Administración vasca y la empresa han estrechado los lazos con el talento a todos los niveles. Centros tecnológicos, startups, universidades o Formación Profesional son capaces de aportar su valor en función de los tiempos. El centro mantiene acuerdos con numerosos institutos de F.P., en línea con la estrategia de Accenture en España, y con universidades de calado como Deusto o la UPV.

Carlos Gallego (izqda.) y Álvaro Polo (dcha.).

Cambio de chip

En la zona de co-creación y co-innovación del centro, Carlos Gallego, responsable de Industria X.0 en Accenture en España, Portugal e Israel, responde a una pregunta recurrente. ¿Por qué la X?. “Fundamentalmente queremos diferenciarnos de la Industria 4.0, que surge en Alemania con unas características muy concretas. Aquí no solo nos centramos en mejorar la eficiencia de la propia industria. Añadimos nuevos servicios y modelos de negocio, y aportamos una mirada distinta al papel del trabajador”.

En este sentido, Gallego alude a cómo contribuyen a que las empresas entiendan que los entornos de trabajo han cambiado. “El objetivo es dotar al trabajador de tecnología que le permita afrontar una labor de mayor valor añadido. Empoderar al empleado con más contenido mejora sus condiciones. Además, la tecnología también ayuda en otros aspectos importantes como la seguridad y la salud de los trabajadores”.

Cuando nos proponemos algo, los españoles lo llevamos a término. Somos creativos, innovadores y, además, tenaces

El centro ha echado a andar en un contexto de cambios en el modelo económico tradicional que el País Vasco ha entendido bien. “Va un paso por delante”, apunta Gallego. “La región está invirtiendo para recuperar el terreno perdido”. El directivo recuerda que 2007 abría un periodo nefasto para la economía española del que aún no hemos terminado de levantarnos. “El País Vasco se recupera a un ritmo más alto teniendo en cuenta que España en su conjunto produce hoy un veinte por ciento menos que doce años atrás”.

Para Álvaro Polo, responsable del Centro de Industria X.0, el escenario es doblemente complejo. “Estamos a las puertas de otro tiempo de incertidumbre económica. Al reto de afrontar una nueva crisis se une el de relanzar la industria. Es aquí donde la filosofía X.0 de Accenture es más útil. Llevar a cabo inversiones medias que posibiliten resultados relevantes a las empresas”.

Rapidez y profundidad

Intensivo en tecnologías emergentes como la inteligencia artificial, el big data, la realidad extendida, el blockchain o el internet de las cosas, el centro colabora con el ecosistema empresarial para innovar, co-crear y alcanzar los mejores resultados para la industria. “El objetivo es que las ideas, más o menos disruptivas, lleguen al mercado e impacten”, apunta Carlos Gallego. Trasladamos mejoras no sólo en términos de velocidad, aunque la rapidez sea crucial. También en tamaño. Las mejoras diminutas incrementales del esquema clásico han dejado de tener sentido”.

En este trayecto Accenture encuentra en ocasiones algunas reticencias desde el otro lado de la mesa. “Necesitamos avances sustanciales. A veces nos cuesta que los empresarios asuman que tienen que acometer cambios profundos. Su postura es comprensible, pero si quieres multiplicar por 10 el impacto tienes que poner patas arriba el modelo operativo y todo el funcionamiento, hacer inversiones potentes y lograr que las personas de tu plantilla hagan cosas distintas”, detalla Gallego.

Varios equipos trabajando en el interior del centro.

Según Polo, ese gap puntual en el entendimiento, más habitual a medida que se asciende en las organizaciones, tiende a desaparecer. “La gente joven tiene ganas de que le doten de nuevos medios para hacer las cosas”. El funcionamiento y la estructura del centro ejercen de palanca en la tarea casi psicológica de hacer ver las cosas desde otra óptica.    

De este modo, el área de showcase –“que no es ni una colección de demos ni un museo tecnológico”- sirve para que el equipo de Accenture muestre la tecnología a clientes actuales o potenciales, pero también otras formas de funcionar. La citada zona de co-creación y co-innovación permite comprobar cómo los proyectos toman forma de mano de otros centros o startups. “Después preparamos el escalado. Es importante definir muy bien en qué condiciones se va a desarrollar esta fase”, explica Álvaro Polo. “El tercer piso es la entrega del proyecto tras poner en marcha los conceptos y hacerlo realidad”.

Algunas empresas acuden a Accenture con una idea abstracta de lo que pretenden lograr. En otros casos, parten de folio en blanco. “A algunos les cambiamos el paso porque su concepto de transformación es erróneo. Les sacamos fuera de la caja. A los proyectos incorporamos gente que sabe de la industria pero también perfiles que dominan las nuevas metodologías ágiles. Esta combinación ayuda a pensar distinto”, señala Gallego.

En este apartado reside una de las fortalezas tradicionales de la compañía. “El ADN de Accenture nos ha acostumbrado a transformar compañías y a definir el camino”, afirma Polo. “Somos especialistas en dar forma a los cambios, en organizar, componer, combinar y alinear iniciativas con el propósito de un resultado notable. Nuestro trabajo también es reducir el nivel de incertidumbre entre los empresarios”.

Pese a los déficits por resolver, Carlos Gallego reconoce que son muchos los clientes que han comprendido que no todo tiene por qué estar ‘hiperdefinido’ en el momento de lanzarlo. “Lo podremos mejorar después. Lo que ocurre en el ámbito del consumo sucede también en la ingeniería. Es más importante el impacto en el supermercado o en la fábrica que la parálisis. Ahora diseñamos y desarrollamos en paralelo y eso implica un grado alto de confianza”.

Innovar con sentido

Algunas de las tecnologías que dominan el centro son recientes. Otras ya existían y la novedad reside en que han logrado aplicarlas al ámbito industrial. “Por ejemplo, ahora somos capaces de extraer datos de las máquinas, crear algoritmos e interpretarlos. Es algo que el ecommerce lleva años haciendo, pero en un marco novedoso la tecnología se robustece”, señala Carlos Gallego, que recuerda que, en los entornos industriales, los asuntos de seguridad y protección intelectual ralentizan la instauración de nuevos procesos. 

Es por ello que la ciberseguridad es otro de los ejes principales del centro. “No es lo mismo securizar una red en una oficina que una fábrica. Los industriales temen que sus diseños caigan en manos de la competencia”, añade Gallego. El centro es además un hub de talento y formación en seguridad OT para Acenture en todo el mundo. “Es la filosofía de importar y exportar talento y conocimiento”.

En Accenture ofrecen además la combinación de distintas tecnologías para resolver problemas. “Imaginemos que necesito hacer correcciones en una línea de fabricación de manera inmediata. Aplicamos a la vez big data, visión computerizada y machine learning”, asegura Álvaro Polo, quien destaca que, cuando enseñan la hoja de ruta al cliente, “no le obligamos a asumir todo de golpe, sino que marcamos distintos horizontes”.

El centro incluye una zona de pruebas.

A mezclar tecnologías les ayudan con especial ímpetu las startups. Algunas residen en el centro, pero en ningún caso Accenture ejerce de aceleradora o incubadora. “Son un combustible adicional. Nos aportan una solución concreta, resolvemos juntos necesidades a cubrir en cada caso. Todo fluye muy bien”.

En la compañía afrontan estos desafíos con una variable que ya no puede negociarse. La sostenibilidad es un imperativo en los avances de Accenture y de sus clientes. Eficiencia energética, ahorro de costes, economía circular… “Cuando nos sentamos con acerías, químicas o refinerías, cargamos las tintas en minimizar las mermas, aprovechar el material de deshecho e integrarlo para una mayor sostenibilidad. El reto es cuadrarlo todo, también lograr fábricas más flexibles”, apunta Álvaro Polo.

Ambos directivos coinciden en que existen además ciertos intangibles que juegan a favor del Accenture en España. “Cuando nos proponemos algo, los españoles lo llevamos a término. Somos creativos, innovadores y, además, tenaces. Tendríamos que empezar por mirarnos un poco el ombligo”, afirma Álvaro Polo. Y de lo general a lo particular, Carlos Gallego opina que, por el contrario, en el País Vasco “la gente tiene pocos prejuicios de ese tipo y saltan al mundo sin complejos. Son intrépidos a la hora de abordar los negocios y expandirlos. Ahí están empresas como CAF o Siemens-Gamesa”, concluye.

TRABAJO DECENTE Y CRECIMIENTO ECONÓMICO. Es necesario estimular el crecimiento económico sostenible mediante el aumento de los niveles de productividad y la innovación tecnológica