México, donde cinco personas son secuestradas cada día, forma parte de la lista del Departamento de Estado de Estados Unidos de países con riesgo de secuestro. De enero a julio han sido secuestradas 1.017 personas, según los datos más recientes de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, 133 más que en el mismo periodo del año pasado, cuando fueron registrados 884.
Pero en realidad esta cifra es mucho mayor. De acuerdo con la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (ENVIPE) 2018, la última publicada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en el 94 % de los casos no hubo denuncia o no se inició ninguna averiguación previa.
Investigadores de Reino Unido y México decidieron hacer frente a esta problemática mediante una aplicación que “nace de los testimonios de la ciudadanía misma”, ha asegurado Ernesto Schwartz-Marin, de la Universidad de Exeter, quien lideró el proyecto Soluciones móviles a la epidemia del secuestro en México: Más allá de las contramedidas de élite y hacia la innovación dirigida por la ciudadanía junto a Conor O’Reilly, de la Universidad de Leeds.
Mediante esta aplicación móvil, cualquier persona podrá reportar lo que le haya sucedido a una persona de su familia o a un amigo y contar su testimonio por medio de texto, imágenes o vídeos. La app también contará con un botón de pánico para alertar a la red de contactos de la persona que se encuentre en situación de riesgo.
Además de la app, los investigadores realizarán una base de datos nacional con los testimonios de la ciudadanía, lo que permitirá contrastar y complementar los datos oficiales proporcionados por la autoridad, según Luis Ángel Trejo, del Grupo de Investigación con Enfoque Estratégico en Aprendizaje Computacional del Tecnológico de Monterrey.
De acuerdo con Trejo, los datos oficiales de los Gobiernos Federal, Estatal y Municipal de México se basan principalmente en carpetas de investigación generadas a partir de las denuncias hechas por los ciudadanos, en el Ministerio Público. “Si esa denuncia no se realiza, el delito pasa a formar parte de la cifra negra de los delitos”, ha precisado.
Más tarde, él y otros miembros del equipo de Raúl Monroy participarán en el diseño e implementación de las funciones de predicción de la plataforma. “La información proporcionada es posible la generación de meta-datos, por ejemplo, incidencia delictiva por municipio, estado, tipo de delito, etc.. Estos datos estadísticos permitirán la generación de mapas de calor delictivos que pueden ser consultados por los usuarios de la aplicación”, ha añadido.
Las funciones de predicción serán ejecutadas mediante algoritmos de aprendizaje de máquina (machine learning) y reconocimiento de patrones, ha afirmado Trejo. Pero para lograr esto, es necesario que el repositorio nacional esté en marcha y tenga la cantidad de datos necesaria para el buen funcionamiento de los algoritmos de inteligencia artificial.
Los investigadores se habían dado cuenta de que las tecnologías y las soluciones para problemáticas como esta en Latinoamérica carecen de investigación de campo, lo que impide entender su relación con otros delitos “como la trata, el trabajo forzado y el chantaje económico o las venganzas entre grupos criminales”, explica Schwartz-Marin.
Aunque el proyecto comenzó oficialmente en agosto de 2016, no fue hasta enero de este año cuando pudieron iniciar el trabajo (en octubre lanzarán la aplicación). Durante casi dos años estuvo parado por problemas con algunas instituciones públicas “que no entendían la necesidad de hacer investigación de campo”, ha insistido Schwartz-Marin. Como resultado de la investigación realizarán también un manual anti-secuestro.
La iniciativa es financiada por el Consejo de Investigación Económica y Social (ESRC, por sus siglas en inglés), inicialmente recibió poco más de 51.000 euros y recientemente ha recibido casi 42.000 más para desarrollar actividades de divulgación sobre el tema del secuestro. Realizarán una serie de telenovelas en formato corto (de tres a cinco minutos), en donde abordarán las problemáticas vinculadas a distintos tipos de secuestro y las posibilidades que ofrecen las tecnologías ciudadanas, además de cómics y talleres de apropiación de las tecnologías.
La plataforma está inspirada en dos proyectos anteriores. Uno realizado por Schwartz-Marin, llamado Citizen-Led, realizado de la mano de Arely Cruz, de Durham Geography (también financiado por el ESRC), en el que se dieron cuenta que el 73 % de las desapariciones empiezan con un secuestro. El otro es ELISA, una aplicación de seguridad basada en un botón de pánico, que permite la ubicación y asistencia en una situación de riesgo, que lanzó el Tec en 2010 en varios de sus campus.