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Arturo Mora, el ceramista que vuelve a poner en valor las técnicas más complejas para crear piezas únicas en el mundo

Juan F. Calero

Es uno de los dos únicos artesanos que trabajan en España la técnica del reflejo metálico, de origen persa. Este verano, ha pasado por su taller de Manises Javier Mariscal, quien ha lanzado una colección de cerámica fruto de esta colaboración a la que esperan dar continuidad

Arturo mora cerámica Manises reflejo dorado

Arturo Mora (Manises, Valencia, 1970) supo hace poco que sus antepasados se dedicaron a la cerámica desde mucho antes de lo que él sospechaba. Una investigación descubrió que los Mora trabajaron en este arte a partir del siglo XVII. Así ha sido hasta hoy, cuando Manises aún mantiene viva la tradición con un saber hacer que solo el poso de los siglos puede lograr.

“Mi padre dirigía un taller con 14 empleados. Yo pasaba allí las tardes, primero jugando con la cerámica, después empapándome de conocimiento”, explica Arturo Mora al otro lado del teléfono. El artista completó su formación en la Escuela de Cerámica de Manises. “Me especialicé y aprendí; llevo 25 años sin parar de trabajar”, añade Mora, que se remonta al tiempo en el que, decidido a adentrarse de lleno en la cerámica clásica, revisó los apuntes de su tatarabuelo, las fórmulas y el uso del color.

A partir de la maestría de los musulmanes que dieron fama mundial a Manises, Arturo Mora también ha apostado por la innovación, con nuevas propuestas. “Digamos que tengo dos vías de trabajo. Una es más purista, tradicional, imitando, hasta donde puedo, a los artesanos del siglo XV. Otra línea es más contemporánea, con piezas muy personales”.

El reflejo metálico

La técnica cerámica del reflejo metálico procede de la antigua Persia, y entra en España por Al-Ándalus, con más peso en Granada y Málaga. Pere Boïl (IV señor de Manises), es enviado por Jaime II de Aragón como embajador ante el Reino nazarí de Granada. Maravillado por la excelencia de las piezas, volvió a Manises con un grupo de artesanos árabes, que asentaron el reflejo metálico en la zona, donde prosperaron. Las buenas relaciones de Manises con la corte favorecieron la expansión internacional de estas obras hasta lugares tan remotos como Rusia. “No hubo papa, rey o noble que no ostentara alguna pieza de reflejo metálico. Era casi obligado”, apunta Arturo Mora

Hoy, es un arte presente en los museos más importantes del mundo. Pero, ¿por qué es tan especial? “Hay que dominar la alquimia y las cocciones a un nivel superior. El reflejo metálico exige un trabajo constante para tratar de dominarlo, algo que nunca será posible al cien por cien”. En la elaboración de las piezas entran en juego múltiples condicionantes que afectan al resultado final. “Por ejemplo, en la cocción influyen aspectos como la presión atmosférica. Ahí está también la gracia y el encanto de esta técnica, porque cada pieza tiene una vida propia”.

Mora va más allá: “Cuando estudias piezas de los siglos XV y XVI, compruebas que detrás hay un profundo estudio del diseño; una sensibilidad estética increíble. Se cuida todo al máximo”. El artesano opina que las exigencias del reflejo metálico le han reeducado como artista, llevándole a extremar el detalle y el refinamiento de cada pieza. “La cerámica clásica es una base sólida para afrontar también otros retos de estilo contemporáneo”.

Trabajar con Mariscal

Solo Arturo Mora y Miguel Ruiz (que en los años 80 recuperó la técnica en Granada) se dedican profesionalmente al reflejo metálico en España. Pero acaban de sumar un alumno de lujo. El artista Javier Mariscal ha pasado este verano por el taller de Arturo Mora para ponerse en sus manos. “Ha elaborado una colección muy interesante. Es maravilloso verle trabajar, aunque aseguraba no estar trabajando, sino disfrutando del proceso creativo”.

Pese a que, por ahora, está centrado en su obra, más adelante Arturo Mora espera poder sacar tiempo para impartir formación “sobre todo con el objetivo de que no desaparezca la técnica del reflejo metálico, tal y como ha sucedido en otros muchos países”. Considera que “sería una pena” que este saber se perdiera después de 700 años. “A los ceramistas nos preocupa el problema del relevo generacional, pero prefiero pensar con optimismo. Alguien nuevo llegará”.

Más apoyos

A mejorar la situación ayudaría, a su juicio, un mayor impulso desde las administraciones públicas. “Somos personas dedicadas a una actividad que preserva parte de nuestra historia. Creo que merecemos algún tipo de consideración, también a nivel fiscal. En general, sufrimos una falta de sensibilidad, sobre todo hacia los artesanos más jóvenes, a los que les cuesta hacerse un hueco. A nivel divulgativo, mi experiencia me dice que todo depende de los ciclos. Vendrá un tiempo en el que todo esto se recupere de manera más decidida. Y los ciclos dependen de las modas. Ahora, la tendencia no es tanto comprar artesanía de calidad, sino hacerte tu propia pieza para ponerla en casa. Hay un afán por vivir experiencias; lo efímero se impone”.

El artista Javier Mariscal, trabajando en el taller.

El taller de Arturo Mora está abierto a visitas. Allí es posible conocer y comprar su obra (echa un vistazo en Instagram), que también se puede adquirir en su página web. Además de trabajar el encargo de particulares, el artista colabora con museos de todo el mundo. Sus piezas han pasado por la tienda del Metropolitan de NuevaYork, el Victoria Albert de Londres o el Medows Museum, en Texas.

“Siempre estoy pensando en hacer cosas nuevas, o en reproducir determinadas piezas antiguas que son verdaderas obras maestras”, afirma Mora sobre sus planes más inmediatos. “Estamos a la espera de organizar una exposición en la Universidad de Oxford. Sería la continuidad de una muestra itinerante de cinco ceramistas de otros tantos países, que fue interrumpida por la pandemia tras pasar por Irán, Italia y España. También estoy muy ilusionado por el trabajo con Mariscal; es muy probable que la colección se amplíe con nuevas piezas. Colaborar con él es un placer. Se trata de un gran artista y de una persona excelente”.