Agnès Gruart, catedrática de Fisiología de la Universidad Pablo de Olavide, de Sevilla, es desde hace unas semanas, la nueva presidenta de la Sociedad Española de Neurociencia. Es la tercera mujer que ocupa este puesto desde la creación de la Sociedad en 1985. Pese a tratarse de una sociedad joven, en la que casi la mitad de sus 849 asociados son mujeres, se repite el esquema de otras más veteranas y las mujeres quedan relegadas en los puestos de dirección.
Pero eso es algo que podría cambiar con la creación del grupo Mujer y Neurociencia, cuyo objetivo es dar visibilidad a mujeres neurocientíficas, de manera que su trayectoria y experiencia sirva de modelo para otras mujeres y para la sociedad en general. Además de agrupar ideas y reivindicaciones que se puedan canalizar y poner en práctica a través de la SENC.
“Lo que me gustaría mostrar es cuán variadas son las mujeres de la SENC que han llegado a puntos diferentes. No se trata de mostrar modelos concretos, como algo elitista. Marie Curie tiene mucho valor, pero es un modelo para nuestra época”, resalta Gruart.
Licenciada en Psicología por la Universidad Autónoma de Barcelona, Gruart es la primera mujer catedrática de Ciencias en la Universidad Pablo Olavide. “Llama la atención que en las universidades pequeñas y de nueva siguen la misma inercia en cuanto al número de mujeres en puestos relevantes. Catedráticas, profesoras ayudantes y asociadas siguen siendo un tercio del total”, señala.
Sin embargo, dice no haber tenido muchos obstáculos para llegar a la cátedra que ocupa. “No he sido el ejemplo de muchas dificultades para lograrlo”.
Gruart se centra en la investigación de las bases fisiológicas del aprendizaje y la memoria en mamíferos. En 2006, la revista "Science" seleccionó un trabajo de su grupo como uno de los 10 hallazgos científicos más relevantes del año.
¿En qué punto estamos en el estudio de la memoria? “Tenemos mucha información parcial pero también hay incongruencias. Hemos avanzado bastante, pero hay muchas lagunas aún. Tenemos idea de las estructuras implicadas en la memoria, pero no sabemos el mecanismo que la produce, si es una acumulación de moléculas o de actividad, eso no está claro todavía. Y no parece que vaya a ser una acumulación, sino algo más complejo”.
Los estudios sobre la memoria suelen hacerse en roedores. Y el grupo de Gruart está investigando si dos ratas que aprenden lo mismo tienen el mismo tipo de actividad en el cerebro. “Es muy interesante porque parece que no, la que actúa como líder consolida más información”. Sin embargo, no queda claro si el líder nace o se hace.
Es obligado pedirle su opinión sobre los trabajos del Premio Nobel Susumo Tonegawa sobre la memoria. Tonegawa cree que en el alzhéimer la memoria no se pierde. Solo está inaccesible, con lo que abre la puerta a que pueda ser rescatada. Sin embargo, la presidenta de la SENC no lo ven tan claro.
“Es complicado cómo la explican ellos. Es como si la memoria estuviera en un lugar determinado y tú pudieras ir a buscarla. Mi idea de memoria se refiere más bien a circuitos. En mi modelo sería más difícil algo como lo que propone Tonegawa. La actividad de esos circuitos estaría repartida en varias estructuras, en distintos momentos. Recuperar la memoria de acuerdo con este modelo es algo más complejo. Tonegawa tiene la ida de que distintas estructuras del cerebro están relacionadas con tipos de memoria concretos. Y así sería más fácil arreglarla”, aclara Agnès Gruart.
El Nobel Tonegawa es consciente de que a muchos de sus colegas les cuesta aceptar su idea, apunta Gruart. “Su visión es difícil de unir a los datos de la comunidad científica. Yo no pongo en duda sus resultados, es una cuestión de interpretación. Algunos laboratorios no coincidimos con su idea”.
La memoria es un tema recurrente en el cine de ciencia ficción. “Ólvidate de mi”, protagonizada por Jim Carrey, recibió en 2004 el Oscar al mejor guión original. El protagonista Joel (Jim Carrey) recibe un terrible golpe cuando descubre que su novia Clementine (Kate Winslet) ha hecho que borren de su memoria todos los recuerdos de su tormentosa relación. Y él recurre al mismo experto para que borre a Clementine de su memoria.
Ese guión puede que esté más cerca de convertirse en realidad. Al menos se ha logrado en ratones, donde no solo se han borrado recuerdos, sino que se han cambiado las memorias desagradables por otras placenteras. “Nosotros hicimos un trabajo que tuvo mucho éxito porque borramos la memoria en una vía determinada en roedores. Pero esto para trasladar esto a personas es muy complicado. Imagino que cuanto más conozcamos será más factible, pero en este momento no se puede hacer”, concluye.