El año 1992 fue un año especial para España; la Expo de Sevilla, los Juegos Olímpicos de Barcelona y la llegada del AVE. Tres hechos relevantes que colocaron a nuestro país como “el lugar por excelencia del desarrollo en el sur de Europa”. Sin embargo, hoy por hoy, todavía quedan zonas abandonadas en las instalaciones de la capital andaluza, y lo mismo se puede decir de las olímpicas. Pero la llegada de la alta velocidad a España significó algo más: que los recuerdos perduran, que el tiempo es oro, y que mientras pabellones y pistas de carreras no han llevado los años todo lo bien que cabía esperar, las vías, 25 años después, atraviesan un periodo de vitalidad y crecimiento
Aun así, no todo es Ave. Los 35,2 millones de pasajeros de media que, según datos de Renfe, se mueven por la geografía española anualmente se dividen en tres servicios. El Ave (20,4 millones), cuyo nombre se ha normalizado con los años; Avant (7,4 millones), utilizado sobre todo en medias distancias, y Alvia, para aquellos que viajan a larga distancia de manera mixta. En total, son tres formas de viajar que han llevado a 357,5 millones de viajeros durante todos estos años por España. Otro dato destacado: en 1991, el año previo a la llegada de la alta velocidad, la media de personas que se movían por líneas de larga distancia apenas llegaba a los 16 millones. La mitad de las que viajan anualmente de media.
Pero la cifra de 35,2 millones de viajeros por año no deja de ser una media. Es obvio que ese número ha fluctuado en este periodo en correspondencia con la innovación de las vías y ferrocarriles. En sana competencia con el avión, los viajes de larga distancia peninsulares no han dejado de estar protagonizados por el tren. Cada año, la flota de vehículos de alta velocidad (unos 200) se erige como una de las más modernas de Europa, adaptada tanto para las vía de ancho internacional del continente, como para las convencionales de nuestro país.
Innovación ferroviaria
Volvamos la vista atrás de nuevo. La primera línea de alta velocidad española fue la que unió Madrid y Sevilla en el año 92. Y en esa vía volaba el AVE S-100, que todavía puede alcanzar los 300 kilómetros por hora. Ocho coches con cafetería para unas 331 plazas que cambió la forma de ver la velocidad en nuestro país. Fabricado por Alstom, este tren tuvo que adaptarse a los nuevos tiempos, por lo que tuvo una remodelación integral en el 2009. En la línea de alta velocidad, el segundo ferrocarril fue el Ave S-102/112, que aumentó la velocidad máxima llegando a los 330 km/h en el año 2005 (por aquel entonces se estrenaron en viajes por la línea Madrid-Zaragoza-Lleida). Desde hace siete años, el primer gran salto en innovación de esta flota hizo que la serie creada por Talgo-Bombardier se aumentara en 46 vehículos, tras la incorporación de 30 trenes S-112 (que ampliaron 32 plazas en cada uno). Por último, la serie más reciente es el Ave S-103. Creado por Siemens, estos 26 coches comenzaron su veloz andadura en el año 2007. 350 kilómetros por hora que cuentan con una tracción distribuida a lo largo de todo el tren, lo que permite destinar más espacio para viajeros (404 plazas).
El servicio Alvia, que mezcla la alta velocidad con líneas convencionales en sus trayectos, también cuenta con una flota que sitúa a España entre los cinco países más innovadores en rapidez ferroviaria a escala mundial. Son dos vehículos: en primer lugar, el Alvia S-130, una creación de Talgo-Bombardier que alcanza los 250 kilómetros por hora. Son 299 plazas repartidas en 11 coches que incorporan una característica muy importante en el contexto actual. Se trata de su hibridación (llevada a cabo en la remodelación que los rebautizó como los S-730), ya que unen la tracción eléctrica y la diésel, dotando de sostenibilidad las vías de nuestro país. Y, en segundo lugar, se encuentra el Alvia S-120, fabricado por CAF y Alstom, uno de los más famosos de Renfe, ya que unió las dos grandes urbes españolas (Madrid y Barcelona) en el año 2006 con una velocidad de 250 km/h. Fue el primer tren de ancho variable, por lo que puede circular indistintamente por vías de ancho peninsular y UIC (el ancho internacional). El número de su flota aumentará dentro de poco a 28 trenes.
El último servicio de la alta velocidad española es el Avant (medias distancias mixtas), cuyo primer vehículo, el S-121, sigue la misma filosofía y diseño que el Alvia S-120, creado también por CAF y Alstom. Por otro lado, el Avant S-104 se convirtió en primer tren que prestó el servicio de alta velocidad para trayectos de media distancia por vías de ancho UIC en el año 2004. Hoy, son 20 los trenes que con una velocidad máxima de 250 kilómetros por hora recorren aquellas zonas menos transitadas de la geografía española. Por último, se encuentra el tren Avant S-114, una evolución del S-104 que tiene una concepción similar, misma velocidad y misma distribución, solo que con mejoras en su eficiencia energética, tracción y freno.
Toda la innovación invertida en estos trenes ha hecho que, del 0 al 10, los clientes de este servicio valoren con un 8,07 una línea de alta velocidad en la que la rapidez en llegar es la mayor virtud, junto con la puntualidad, el confort de las plazas, la facilidad para subir al tren o el trato del personal. En total, son 25 de años de evoluciones que han permitido un ahorro de 4.286 millones de euros en externalidades, además de un ahorro en emisiones de CO2 estimados en 12,9 millones de toneladas. Ahorro, evolución, innovación o sostenibilidad son logros que, poco a poco, van formando una historia que sigue creciendo un cuarto de siglo después.