Las Islas Baleares encierran en su propia tierra la clave de su recuperación económica. El archipiélago cuenta con más de 1.500 yacimientos arqueológicos de una de las culturas originarias de Europa: los fenicios. Esta civilización de antiguos mercaderes, que unió todo el mediterráneo e intercambió conocimientos a través de vías marítimas, fundó en los siglos VII y VI a.C. dos de sus islas, Ibiza y Formentera.
La Ruta de los Fenicios, certificada como un itinerario cultural del Consejo de Europa desde 2003, pretende impulsar un producto turístico internacional innovador. El camino permite a los viajeros descubrir las principales rutas náuticas utilizadas por los fenicios desde el siglo XII a.C. y descubrir más de 100 ciudades y puertos de esta cultura milenaria, al mismo tiempo que generar actividades de cooperación local para generar un desarrollo turístico entre los países que componen la ruta.
El turismo en las Islas Baleares se ha caracterizado más en los últimos años por ser uno de masas, excesos, ocio nocturno y borrachera. Acostumbras a su dependencia del turismo internacional, de países como Reino Unido y Alemania, el estallido de la pandemia ha hecho que las islas agonicen.
En 2020, con la llegada del COVID-19, la llegada de turistas extranjeros se desplomó un 87,4 por ciento, con 1,7 millones de viajeros, frente a los 13,6 del año anterior, según datos del INE. Mientras que Mallorca sufrió una caída en ventas del 91,8 por ciento, la de Ibiza fue del 86,8 por ciento y la de Menorca de un 81,6 por ciento según datos de Exceltur.
Este itinerario no tiene nada que envidiar al Camino de Santiago, un itinerario mucho más popular. Atraviesa todos los países del Mediterráneo, situados en Europa, el norte de frica y Oriente Medio. Los países por los que atraviesa son Líbano, Chipre, Palestina, Grecia, Albania, Croacia, Italia, Malta Túnez, Francia, España y Bélgica. En España, la ruta va desde Cataluña hasta Galicia, pasando por Murcia, Valencia Andalucía y Melilla, e implica la colaboración de más de una veintena de gobiernos autonómicos y diputaciones, así como museos, asociaciones y universidades. En Baleares están asociados a la ruta, además de la Agencia de Estrategia Turística de Baleares (AETIB), quien fue la última en adherirse en diciembre de 2020, los municipios de Ibiza, Palma, Ses Salines y la asociación cultural Amics de na Galera.
La creciente apuesta de Baleares por este recorrido cultural supone un giro en el tipo de turismo que esta comunidad quiere desarrollar y una nueva oportunidad tras la emergencia sanitaria. Y es que, para Antonio Barone, director de la Ruta de los Fenicios, es un hecho que “el turismo está cambiando”. “No podemos pensar que después del COVID-19 todo es como antes”. “Nosotros hablamos de un turismo que no prevé mucha gente, que no prevé un turismo de masa. Esta dimensión de la ruta puede ser interesante como solución poscoronavirus”, agrega.
El turista que recorre esta ruta es aquel que disfruta de la cultura, del patrimonio, que quiere “un contacto directo con la comunidad local”, según Barone. “Por eso hablamos de turismo de experiencia, creativo y sostenible. Hablamos de un turismo humanitario porque la gente puede tener contacto con la gente que está en el lugar, que puede hablar de sus tradiciones, de su patrimonio y de su identidad. La ruta trabaja sobre ese recorrido de excelencia. Es un turismo inteligente”, subraya.
Después de la pandemia, la gente está en busca de otra cosa, de algo distinto de lo que estaba acostumbrada, “de las cosas más auténticas, más simple, para ponerse frente a una realidad que ha cambiado y que ha cambiado nuestra vida”, enfatiza. La Ruta de los Fenicios toma nota de la decisión de la Organización Mundial del Turismo de promover rutas culturales temáticas como herramienta estratégica para el desarrollo de territorios. En línea con esta idea, la ruta puede ser una solución “para crear nuevas redes de colaboraciones público-privadas, diversificar los productos, crear nuevas alianzas para conectar el turismo local con el patrimonio”, destaca Barone.
El recorrido es, asimismo, una reivindicación del origen de la cultura mediterránea. “Tenemos mucho que aprender y tenemos que sentirnos orgullosos de una historia común en todo el mediterráneo”, destaca por su parte José Jorge Argüello Menéndez, arqueólogo, historiador y director del proyecto de intervención arqueológica en el islote de Na Galera, de la asociación cultural Amics de na Galera, una de las impulsoras de la ruta en las islas. “Ese es el esfuerzo de la ruta, de un grupo de muchísimas ciudades, de museos organizados: intentar recuperar esa historia y dar una nueva vida a esa cultura en todo el mediterráneo”, precisa.
Un patrimonio infravalorado
En opinión de Argüello, el patrimonio arqueológico de Baleares ha sido infravalorado. “La actividad turística en Mallorca se ha basado en el sol y en la playa. Lo cultural y especialmente la arqueología, no ha tenido ningún papel. Hay miles de yacimientos arqueológicos pero visitables, de la época antigua, solo hay entre 20 y 30”, describe.
La isla de Ibiza tal y como la conocemos es una isla fenicia, asegura Argüello. “El nombre viene de Ibosim que era un nombre fenicio. Estamos hablando de sitios que ahora mismo están habitados, que son plenamente turísticos, tienen un origen y una raíz que procede de ese pueblo que viene de Palestina y del Líbano, y que se expande por todo el Mediterráneo, explica.
“La cultura mediterránea, grecolatina, tiene tres pies: los fenicios, los griegos y los romanos. Roma siempre ha sido la imagen del Mediterráneo pero los fenicios son una de las tres patas sin las cuáles no se puede entender el mediterráneo. Muchas de las cosas que nosotros damos por supuestas las trajeron ellos. Por ejemplo: las legumbres, las frutas, los olivos, las granadas, las gallinas”, continúa.
La asociación Amics de Sa Galera, junto con el Itinerario Cultural del Consell de Europa y la Ruta de los Fenicios está impulsando Arqueonáutica, una aplicación móvil que incluye un conjunto de rutas para destacar los sitios arqueológicos ubicados en la costa de Mallorca. Un total de 26 yacimientos arqueológicos de ocho municipios de la Isla se incluirán en esta iniciativa que tiene como objetivo mejorar la experiencia náutica, turística y apostar por el consumo local.
La asociación también trabaja en una ruta arqueológica en la playa de Palma, en Mallorca, que representa oportunidad para el comercio de la zona, en colaboración con la Ruta de los Fenicios, la Asociación Hotelera de Playa de Palma, Riu Hotels, asociaciones de vecinos y entidades públicas. “A 100 metros de ese sol y playa hay elementos culturales, patrimoniales e históricos de más de 4.000 años que es necesario que la gente conozca. Es un tipo de turismo diferente, más calmado, económicamente mejor. Creo que es el momento de cambiar, de dar una vuelta a la situación”, asegura.
En este sentido, los yacimientos representan una oportunidad para las islas. “Tenemos que pasar de no mostrar yacimientos por miedo a que nos los puedan destruir, a enseñarlos orgullosos de ellos, que estén visitables y cuidar de ellos… Especialmente si se puede conseguir que quien los cuide sean los propios vecinos de la zona, asociaciones o jóvenes con el seguimiento de arqueólogos”, afirma. Aunque ambos proyectos siguen en pie, están en un impasse debido a la pandemia, en fase de búsqueda de financiación, según Argüello.
El futuro del turismo en Baleares
Los empresarios de alojamiento se muestran muy cautos en cuanto a la capacidad de recuperación en el año 2021. El futuro del turismo en la zona pasa por una colaboración con las organizaciones públicas y con los turoperadores turísticos, según Barrone. “Yo pienso que este año será muy sacrificado como 2020”, opina sobre la recuperación turística en general. Para él, habrá que esperar a 2022 para ver una mejora, una vez que haya más vuelos y más vacunas. En el corto plazo, el turismo será más exclusivo.
“Las previsiones de los turoperadores y de las organizaciones internacionales es que el próximo turismo sea un turismo que tiene dinero. Por unos años, habrá una selección natural de gente que puede viajar”, agrega. Baleares tendrá que apostar por un turismo no solo del verano, uno que apueste más por la cultura que la playa, por más servicios, actividades subacuáticas, por el turismo de naturaleza, por la gastronomía, por un turismo más atento a la calidad. En definitiva, “Si no tenemos una estrategia, vamos a enfrentar un turismo que no sabremos cómo manejar”, zanja.