Llevamos hablando de Inteligencia Artificial desde la década de los 50 del siglo pasado. Máquinas pensantes, robots antropomorfos, humanos transformados en cyborgs… La imaginación no tiene límites (a la vista está la producción literaria y cinematográfica que estos asuntos inspiran), aunque a veces se topa con una realidad que la supera. ¿Cómo hemos llegado hasta aquí?
Podría decirse que la historia de la inteligencia artificial comenzó en 1943, con la publicación del artículo A Logical Calculus of Ideas Immanent in Nervous Activity, de WarrenMcCullough y Walter Pitts. Un año en que también se presentó el primer modelo matemático para la creación de una red neuronal artificial. Y en 1950, se creó en Harvard el primer ordenador de red neuronal y el británico Alan Turing publicó el Test que lleva su apellido y formuló su famosa pregunta: “¿Puede pensar una máquina?”. Desde entonces, la IA ha conocido años de optimismo en su desarrollo seguidos de periodos de desaliento y ralentización en los avances.
Tras tantos titubeos y cambios de ritmo, en los últimos años se ha producido la auténtica eclosión de la IA. De repente, forma parte de nuestras vidas y trae consigo una enorme cantidad de oportunidades en todos los ámbitos.
Santander: un ejemplo del uso de la IA
El sector financiero es uno de los que más se han volcado en aprovechar las ventajas que comporta la implementación de sistemas y servicios basados en la Inteligencia Artificial. Entre otras aplicaciones, permite mejorar la atención al cliente y la protección, optimizar los procesos de aprobación de créditos o prevenir la morosidad.En palabras de expertos en tecnología del Banco Santander, "diferentes sectores aprovechan las ventajas de la IA para desarrollar una nueva generación de productos y servicios más personalizados y adaptados a las necesidades de las personas y las empresas". Y uno de ellos es la banca.
En España, las entidades están enfocando sus esfuerzos en ahorrar costes, gestionar riesgos, detectar fraudes y aumentar las ventas mediante el uso de este tipo de tecnología. Santander es precisamente uno de los bancos mejor posicionado. No en vano, acaba de ser premiado por la revista The Banker como “el banco más innovador del mundo”. En el grupo financiero se utilizan modelos que permiten conocer mejor las tendencias del mercado y los comportamientos a futuro, al obtener información de inversión vinculada a ciertos parámetros tales como la volatilidad o curvas de tipos. Todo para incrementar la rentabilidad de los clientes.
El banco presidido por Ana Botínya emplea aplicaciones específicas, como los asistentes virtuales o chatbots (software para chatear), que están diseñados para resolver dudas financieras cotidianas, brindar información o dar instrucciones para realizar una operación. Con esta opción, la entidad amplía sus servicios de atención al cliente, al garantizar a sus usuarios un canal de atención en cualquier momento y lugar. Ejemplos de consultas frecuentes son los horarios de las oficinas, la ubicación de cajeros o cómo activar y desactivar tarjetas de crédito.
La IA también permite mejorar la seguridad de las operaciones. A través de ella se pueden identificar algunos hábitos de consumo de los usuarios y, ante cualquier anomalía o transacción sospechosa, es posible tomar medidas automáticamente. Así, se pueden prevenir delitos como la suplantación de identidad con las tarjetas (mediante la identificación de actividades fraudulentas) o el blanqueo de capitales, al analizar y contrastar diferentes fuentes de información.
Santander España, por ejemplo, utiliza la IA para gestionar un gran volumen de datos de los clientes y crear patrones analíticos y predictivos que puedan beneficiarles en un futuro cercano. Con los hábitos identificados, la entidad envía recomendaciones online para que los clientes puedan gestionar sus finanzas. De esta forma, se ofrece un tratamiento personalizado, se promueve una mejor gestión financiera y se reduce el riesgo de quedarse sin liquidez para hacer frente a las obligaciones futuras.
Además, la IA permite optimizar la gestión de los créditos con el uso de datos como la edad, ingresos, gastos, saldo promedio o nivel de deuda, entre otros, así como impulsar el denominado banco de las cosas. Con cada vez más dispositivos y aparatos electrodomésticos conectados a internet, esta estructura es capaz de aprovechar la información que recibe para ofrecer servicios o tomar algunas decisiones financieras. Por ejemplo, un frigorífico inteligente con un monedero digital integrado o una tarjeta bancaria asociada, puede detectar que no hay leche o que está a punto de acabarse y encargarse automáticamente de hacer el pedido en una tienda online.
Las ventajas de la IA son muchas, pero hay que tener en cuenta los riesgos que conlleva. Desde Santander lo explican con claridad: "Para que la tecnología esté al servicio de las personas, y no al revés, es fundamental promover un uso correcto de la Inteligencia Artificial que tenga en cuenta temas fundamentales como la privacidad, la atribución de responsabilidad de las acciones de la IA, los sesgos o prejuicios en el diseño de los algoritmos, y el tratamiento correcto y respetuoso de los datos".