Para entender la historia de BayLoop Ventures, el venture studio fundado por Elena Popovici (33 años, Chisinau) y David Cabezón (24 años, San Sebastián) hay que viajar hasta Finlandia. Los dos socios se conocieron en el país del norte de Europa, donde trabajaron y estudiaron durante seis años. Sus caminos se cruzaron colaborando en un proyecto de investigación, desarrollo e innovación impulsado por las ciudades de Helsinki, Vantaa y Espoo en Finlandia y por algunas universidades del país. BayLoop Ventures nació en ese entorno y se concibió en el trabajo de fin de grado de Cabezon, que pretendía identificar las fortalezas y las debilidades del ecosistema en la bahía de Vizcaya.
En palabras de su cofundadora, “BayLoop Ventures es un venture studio con una visión atrevida y disruptiva, en la intersección de un Venture Capital Híbrido, un Programa de Aceleración de Movilidad Internacional y una Agencia de Growth Hacking”. Concretamente, la startup conecta capital, ofrece internacionalización y apoyo para un crecimiento acelerado dentro de un mismo programa. El objetivo es que las nuevas empresas tengan una visión y una estrategia global desde el primer momento, gracias también al intercambio de recursos y fortalezas de tres ecosistemas que conocen: la bahía de Vizcaya, Finlandia y Silicon Valley.
Pese a tener una historia muy reciente –la startup nació en junio de 2023 y se constituyó como empresa este febrero– BayLoop Ventures ya ha sido premiada por Asociación de Parques Científicos y Tecnológicos de España (APTE) entre las 100 mejores startups de 2023 ubicadas en sus 51 parques científicos y tecnológicos.
Una metodología de vanguardia
El desarrollo de la aceleradora es el aspecto en el que más se enfocan actualmente. Cabezon destaca su metodología llamada International Dynamic Startup Acceleration, que se basa en la creación del programa NBSAA (Nordic-Baltic-Spanish Acceleration Alliance). Una alianza de aceleración entre los países nórdicos, bálticos y España, para impulsar el crecimiento a nivel internacional.
Con este programa de aceleración, desarrollado en colaboración con la Universidad de Deusto y el Parque Tecnológico de Garaia como parte del Garaia Investors Program, apuestan por varios sectores donde ven oportunidades de crecimiento. Entre estos, la Silver Economy, es decir, todas aquellas actividades económicas resultantes del envejecimiento de la población; la biotecnología; la tecnología de la salud; el sector de la tecnología limpia; las fintech; la industria del software y la inteligencia artificial. Si bien por ahora se concentran en empresas del ecosistema vasco y del español, en el largo plazo esperan ampliar sus fronteras a nivel internacional.
El País Vasco como trampolín para el crecimiento
Cabezon ha nacido y crecido en el País Vasco. Los vínculos con su tierra son fuertes y le han permitido conocer a fondo su ecosistema emprendedor, que se encuentra todavía en una fase “moldeable”, pero que custodia grandes oportunidades. “Por esta razón, no solo buscamos operar como una compañía que ofrece soluciones globales a problemas locales, sino también posicionarnos como un agente ecosistémico de referencia y de impacto a largo plazo”, explica.
Su sueño es crear en la comunidad un entorno que impulse el emprendimiento joven y que sea escalable y constante. Por eso miran hacia otras bahías, por el prestigio y las oportunidades que ofrecen. Una es conocida: Silicon Valley, un referente mundial del sector. La otra es la joya oculta de Europa: los países nórdicos. El objetivo lo tienen claro: “Queremos que el País Vasco también se convierta en un referente en la creación de unicornios a nivel nacional”, explica.
La experiencia de ambos en el norte de Europa los ha llevado a entender la importancia de la conexión con los ecosistemas de éxito a nivel global. Por ello, Popovici asegura que la creación de unicornios -es decir, aquellas empresas que alcanzan una valoración de 1.000 millones de dólares sin tener presencia en Bolsa- “no solo atraerá inversión extranjera y generará empleo, sino que también mejorará el branding de País Vasco a nivel global”. “Estamos decididos a lograr identificar y escalar dichos unicornios durante las próximas dos décadas”, apunta. Los dos fundadores miran a largo plazo y, en 10 años, su objetivo es establecer un venture capital y alcanzar una cartera de inversión de al menos 20 startups.
Entre desafíos y reconocimientos
El optimismo es una marca de fábrica de los fundadores de BayLoop Venture, que confían en que con el tiempo y con una estrategia valiente sorprenderán a los más escépticos. Pese a esto, reconocen que el camino hasta ahora no siempre ha sido fácil. Más allá de la necesidad de obtener credibilidad y visibilidad para impulsar sus proyectos, Popovici confiesa que se encontraron frente a varios techos de cristal y “portazos”, por su ambición de querer transformar el ecosistema.
Sin embargo, los esfuerzos han merecido la pena y en unos pocos meses la startup ya ha sido reconocida por APTE entre las 100 mejores startups de 2023. Para BayLoop Venture este galardón representa un hito significativo, puesto que ya han notado un aumento del interés de socios potenciales, clientes y medios de comunicación que les brindan mayor visibilidad.
En el marco de estos premios, la startup también destaca entre las 32 que han sido fundadas por mujeres. “Para mí esto es un recordatorio de que, a pesar de los desafíos que enfrento como mujer, joven y extranjera en el mundo del emprendimiento, mi determinación y pasión por lo que hago son valorados”, concluye Popovici, quien reconoce la persistencia de una brecha de género significativa en el mundo empresarial.
De hecho, según el Informe Global de Emprendimiento GEM de 2024, los expertos de 37 de las 48 economías califican el apoyo social para las mujeres como insatisfactorio. Además, en el mismo estudio destaca como el temor al fracaso sigue siendo un obstáculo para la creación de nuevas empresas y esto afecta especialmente las mujeres emprendedoras. En 35 de las 45 economías analizadas, al menos dos de cada cinco adultos que ven buenas oportunidades no inician un negocio por temor al fracaso: en 37 de estas, una proporción más alta de quienes renuncian son mujeres.