Si uno se fija con detalle, se puede observar que las fotografías de este reportaje están retocadas. Más que retocadas, son completamente inventadas, pues esta promoción todavía no ha terminado de construirse. De hecho, ni han empezado Pero muestran lo importante, pues, aunque todavía falta tiempo, la “primera piedra” ya está colocada: Be Lagom se convertirá en el primer proyecto de viviendas sostenible, basado en la economía circular y orgánico de España.
En total, serán 13 villas de lujo situadas en el espectacular paisaje de Benahavís, en la Costa del Sol. Ahora, en esos 14.000 metros cuadrados, solo hay cimientos, pero una vez que se construyan las edificaciones –18 meses a partir de enero de 2019, cuando comienza la construcción– los inquilinos podrán observar desde sus ventanales toda la belleza de esta zona andaluza. Y es que Altur Homes, principal promotora de la promoción, no ha querido quedarse en la alta calidad que siempre han protagonizado sus proyectos. Busca algo más.
La idea es simple: vender viviendas de lujo a ciudadanos de Inglaterra, Bélgica, Noruega o Suecia como segunda residencia. Con precios iniciales de 1.200.000 euros, habría que precisar. Si bien, no es otra de esas exclusivas urbanizaciones que pueblan la cercana costa marbellí: el elemento diferenciador es que en la compañía se han dado cuenta del potencial que tiene “lo ecológico”. Por ello, Be Lagom tiene como principal atracción 5.000 metros cuadrados de jardín mediterráneo con huertos orgánicos y árboles frutales de los que los inquilinos podrán abastecerse en zonas de coliving.
UN ETERNO SUPERMERCADO
“El proyecto es único ya que absolutamente todo lo que hay en él tiene vida y tiene utilidad. Las hortalizas y árboles frutales serán los que den vida a esta zona árida. Las plantas y los árboles y las zonas estanciales con pérgolas sirven para cobijar, para compartir, para soñar. No hay nada que solamente sea visual, ni siquiera las láminas de agua, que tienen un efecto evocador para que sucedan cosas”, explica Laura Pou, paisajista del proyecto. Inspirándose en el Mediterráneo, Pou ha querido que la experiencia ecológica vaya más allá de lo nominal. Poniendo a mano estos alimentos, pretende que los compradores “sientan y vivan este lugar como si todo fuera uno. Como si fuera un eterno supermercado”.
Dicen que lo compartido siempre sabe mejor. Pero, por si acaso, en Be Lagom han querido diseñarlos para que la experiencia sea irrechazable: disponer de ellos de la forma que se prefiera. “Ya sea gestionándolo en su totalidad, recibiendo asesoramiento profesional o disfrutando de la cosecha directamente. Para que disfrutes la frescura de la naturaleza, cocines con ingredientes de tu propio huerto, saborees los alimentos que encontrarás en el jardín y respires sus aromas”, afirma.
SOSTENIBILIDAD ANTE TODO
No es ningún secreto que, antes de la crisis inmobiliaria de 2008 –que al final terminó siendo crisis, a secas– hubo muchas construcciones cerca del mar que no cumplieron con los mínimos requisitos ecológicos exigidos. En algunos casos, de manera aberrante. Be Lagom, consciente de toda esta problemática, ha querido desmarcarse desde un principio, ya que si su producto promete vende la sostenibilidad como el plato fuerte, “hay que ser consecuentes”. Es por eso que cuenta con el certificado mundial de construcción sostenible BREEAM, el “método de evaluación y certificación de sostenibilidad en edificación líder a nivel mundial”, como explica el arquitecto mexicano Rodolfo Amieva Jacobson, responsable del proyecto.
El fomento del ahorro –incorporando numerosas medidas para reducir los consumos de agua y de energía– y la promoción del bienestar –con luminosidad natural, reducción de ruido y un ambiente más sano y confortable– hacen que aumente el valor del inmueble, ya que este certificado “mejora la confianza entre bancos e inversores”.
Amieva asegura que, sobre todo, no querían parecerse a las típicas urbanizaciones de Marbella. La búsqueda iba más allá, esto no era un lujoso proyecto más. Esto es sostenible. Y difícil de llevar a cabo. “Se ha cumplido uno de mis deseos más recurrentes en mi labor como arquitecto –indica–. Cuando me invitaron a participar en este proyecto, al saber que los promotores e inversores eran de otras partes del mundo, se abrían muchas posibilidades. Todo esto nos ha aportado muchas ideas que en la Costa del Sol no se habían desarrollado hasta el momento. De hecho, en algunos casos parecían ideas atrevidas que dudábamos que pudieran materializarse”.
“Teníamos la exigencia de que el proyecto se autogestionara de la manera mejor posible y de que la sostenibilidad estuviera presente en cada punto. Desde la generación de agua a la climatización de las viviendas. Todo ello, nos guio para escoger los materiales”, subraya Amieva. Materiales como la madera y la piedra, que, combinados con el hierro, “recuerdan a la construcción tradicional”.
SI HAY PRODUCTO NATURAL, HAY ECONOMÍA CIRCULAR
Sobre la economía circular, Javier Hernández, responsable de Altur Homes, declara que este proyecto “es el máximo exponente de responsabilidad social en materia inmobiliaria y un proyecto inmobiliario que quiere instaurar la economía circular en los hogares y que cree firmemente que la preservación de nuestros recursos es una responsabilidad compartida de todos los sectores”.
Por otro lado, Pou, la paisajista, apunta: “en este proyecto, muchos de los materiales van a ser reutilizados: maderas para las pérgolas, los cajones donde se hagan los cultivos. Ese es el punto donde entra en juego la idea de economía circular. Nunca habrá un final de las cosas. Cuando se terminen los cultivos habrá una zona de compostaje, donde se conviertan en materia orgánica para volver a incorporarse a la tierra y ayudar a que las demás plantas vuelvan a dar sus frutos”.
En definitiva, este proyecto quiere ser una filosofía de vida para las casas de lujo del siglo XXI. Haciendo honor a su objetivo principal, el proyecto se bautizó como Lagom, una palabra sueca que significa “cantidad justa”. Todavía queda mucho para este tipo de hogares sean asequibles para la mayoría de la población. Pero lo pionero siempre tiene que comenzar con una gran inversión. La “primera piedra” nunca sale gratis.