Una crisis con lo que estudiaba (Químicas) hizo que en 1999 Beatriz Fadón cambiara la ciudad por el campo. Madrid por Cáceres. La capital por la Vera. Con una especialidad agrícola, Fadón quiso buscar respuestas que no encontraba en el modelo agroindustrial, por lo que se convirtió en una experta en agricultura ecológica. Salió una oportunidad en una finca de Extremadura y no la dejó escapar.
“No me lo pensé mucho. En el emprendimiento siempre hay un componente de aventura y de riesgo. Si te pones a valorar lo que tienes con lo que no tienes, no haces nada. Me animé y lo que encontré hizo más fácil haber tomado esa decisión”, explica.
Estuvo quince años trabajando en esa producción de hortícolas en ecológico, dirigida directamente al consumidor final. Mientras, en el 2003, fundó una oenegé llamada ‘Paisaje, ecología y género’, con la idea de trabajar fomentando e impulsando la transición en el mundo agrario, pero teniendo en cuenta el “triple impacto”. “Recuperación cultural, impacto en la sociedad y dar relevancia al papel de las mujeres. Sigo trabajando con ellas y realizamos proyectos de sensibilización para la gente, para que que entiendan los impactos y las alternativas sí existen. Y concienciando que, a través de la alimentación, podemos proponer grandes cambios”.
Al final, todo se reduce a ello, a la alimentación. El sector primario es el primero por algo, aunque a veces no lo sea en importancia –o no se le quiera dar–. “Sin alimentos, perecemos”, resume. Por lo que, en 2006, puso en marcha Red Calea, quizá su proyecto más conocido, sobre todo por el trabajo de Ashoka en cuanto al emprendimiento social. “Nos pusimos en marcha con otros socios; básicamente, es una consultora que realiza proyectos para facilitar a los agricultores su transición, haciendo a su vez mucha formación”.
Pero, como explica Beatriz Fadón, el gran problema que hay es que durante el proceso de transición hacia un modelo agroecológico hay que ajustar más, superar las primeras dificultades y tener más apoyo que permita abrir mercados. “Hemos impulsado redes propulsoras para que ellos mismos desarrollen el proceso completo, no solo el productivo. Hemos trabajado haciendo formación, consultoría, proyectos de emprendimiento, y todo siempre bajo los principios de los métodos de producción sin químicos. Y también bajo el enfoque de modelos de distribución en canal propio, sin muchos eslabones. Que el valor añadido se quede en la producción”.
Esta defensa de la fundadora de Red Calea se debe a las protestas en la calle de los agricultores a principios de 2020, la gran noticia del año antes de que estallara la crisis provocada por el COVID-19. “La media en este país de lo que se paga a un productor y lo que llega a pagar público es de un 500 por ciento más. El modelo industrial actual no puede explicar estas diferencias. Queremos más importancia para los agricultores”.
La realidad del sector es que prácticamente el 98 por ciento de lo que se produce se va al mercado internacional. Por ello, el modelo agroecológico persigue garantizar el impacto positivo en toda la cadena. “No vale producir sin químicos para que se vaya a miles de kilómetros. Apostamos por los sistemas territorializados. Y la evidencia del momento que vivimos nos ha dado valor. Todo lo que necesitamos viene del centro rural. Tenemos que reconectar equilibrando los puntos entre el campo y la ciudad. Existe un desconocimiento brutal hacia nuestra alimentación y el territorio que la protege, además de que se ha invisibilizado y criticado”.
Beatriz Fadón es, ante todo, emprendedora. Con todo lo que ello conlleva: "La falta de oportunidades para la falta de empleos asalariados te lleva a emprender. Una de las cosas, muchas, que me han pasado en Extremadura, es que, en el momento en el que llegue aquí, había un programa de apoyo al emprendimiento muy innovador, que hace veinte años me ayudó a poner en marcha el proyecto de Red Calea”.
De todos modos, si a ella le preguntaran hace unos 20 años si iba a convertirse en una emprendedora diría que “ni se me pasaría por la cabeza. En ese tiempo tampoco estaba tan en auge. Creo de verdad que emprender, el hecho de emprender, es hacer realidad tus deseos, tus ideas, y poderlas concretar con tus inquietudes es muy importante”.
Asimismo, considera que los proyectos de emprendimiento pueden proporcionar a la España Vaciada una vía para conectar con un proyecto vital y personal. “Sin ser ingenuos y sin decir que esto es fácil”, apunta.
“Lo difícil es consolidar un proyecto de emprendimiento, superar los tres primeros años. El momento más delicado es la transición. Y es importante también conectarte no solo con tu territorio, sino saber el valor que puede tener tu proyecto y ser consciente de eso”. La agroecología, explica, es también es un movimiento de transformación, de emprendimiento. “Lo comparo mucho con las tecnologías por que sientes que formas parte de algo más global”.
Pero, si la agroecología es, además de emprendimiento puro, un negocio. ¿Dónde está su rentabilidad económica? ¿Por qué esos precios tan caros? ¿Son los costes de producción? “Esto es el gran tema”, contesta Beatriz Fadón. “Por un lado, uno de los motivos por los que el sector no está desarrollado es porque no se sabe cómo es un producto sin químicos. Por otro lado, está el sambenito del tema de producción. El precio de los productos no solo es el de la producción, sino la comercialización. Los canales de distribución no están muy desarrollados y ha habido precios de oportunidad, a través de la gran distribución”. Esto es, que se han puesto precios en función de la oportunidad al saber que la gente estaba dispuesta a pagar más. “El canal corto hace que se pueda vender a productos convencionales… aunque hay que reconocer que existe un problema de escalas”, admite.
Hay algunas producciones que no pueden competir en escala, como los huevos, un caso muy famoso. La ganadería en extensivo de gallinas es difícil de equipar en cuanto a costes con la intensiva. “Es cierto que hay productos que nunca podrán competir. Sin embargo, en realidad no es lo mismo. Un filete de ternera lo fríes y se queda a la mitad. No es el mismo producto”.
Según ella, hay muchos estudios que demuestran que un alimento producido bajo el modelo de la ganadería ecológica son más nutritivos y tienen más componentes beneficiosos que los convencionales. “Si a eso le añades un problema más corto, como los tiempos de maduración ,y no lo almacenas, tendrá mejor desarrollo, contenido nutricional y sabor. Lógicamente, sabe más porque se ha cultivado y la textura es diferente, y también es importante señalarlo y hacerlo llegar al consumidor”.
En resumen, Beatriz Fadón señala que el coronavirus, “aunque suene duro” ha hecho coger perspectiva del rumbo que ha tomado nuestro mundo. Y que hay que cambiarlo. "Tenemos que ser más reconstructivos y que nuestras actividades generen esa interacción, Los que producen son los agricultores, así que la economía debe ser más equilibrada. Creo que hay muchas iniciativas y muchos marcos globales de acuerdos, como la agenda 2030. Así que debemos intervenir en nuestro entorno y ser conscientes de ello. Hacernos responsables de nuestros impactos y contribuir al bienestar. Es una perogrullada, pero es así… y se nos ha olvidado".