Hace unos años, cuando Beatriz García Osma se propuso estudiar la diversidad de género en las altas esferas de las empresas descubrió que no era posible por una razón tan simple como cruel: el 90 % de los consejos de administración no tenían ninguna mujer entre sus filas. La Catedrática de Economía Financiera y Contabilidad UC3M ha participado en la apertura del programa Ciencia y Tecnología en Femenino celebrada en el Parque Científico de su universidad. La iniciativa, promovida desde la Asociación de Parques Científicos y Tecnológicos de España (APTE), cuenta también con el Ayuntamiento de Leganés y la asociación empresarial Leganés Tecnológico como coorganizadores.
Entre las razones para tratar de entender esta situación, García Osma aludía a selección adversa, la negativa de las mujeres a intentar llegar más alto. “Pero hay mucho más, tenemos que hablar de verdadera discriminación. No sabemos qué porcentajes de mujeres miembros del consejo habría en un escenario de igualdad plena. Seguro que superaríamos el 5-10 % actual, un dato que refleja que hay otros mecanismos que derivan en desigualdad, más allá de la voluntad de la mujer”.
Talento igualitario, representación dispar
Research Member del ECGI y profesora visitante en Stockholm School of Economics, Beatriz García Osma se servía de un ejemplo ilustrativo para reforzar sus argumentos. Cecilia Rouse y Claudia Goldin, en su estudio “Orquestando la imparcialidad: el caso de las audiciones a ciegas en las músicos femeninas” demostraron que la proporción de mujeres componentes de orquestas sinfónicas subiría un 50%, respecto a los datos actuales, con el simple gesto de colocar unas cortinas (y una alfombra para evitar que el contacto de los zapatos con el suelo ofreciera más información de la cuenta) que no dejaran conocer al jurado el sexo del aspirante. Así lo hicieron en Estados Unidos con el consiguiente ascenso del número de mujeres en las distintas orquestas sinfónicas.
“Parecía que la mujer solo podía ser buena con el arpa, y no con los demás instrumentos. Quedó claro que el talento musical esta distribuido de manera igualitaria entre ambos sexos, al margen del instrumento”, añadía. “En la empresa no estamos en ese punto”. Considera que las organizaciones caen en el tokenismo: esfuerzos simbólicos o superficiales para parecer más inclusivos. “Otorgan a las mujeres cargos en los comités de dirección que no son realmente de máxima responsabilidad”.
La experta opina que estas empresas más bien ejercen un rol asociado a las capacidades que los estereotipos de género han atribuido a las mujeres. “Las mujeres son utilizadas para cumplir con los tics de diversidad. Hacen lo posible para que se las vea en el centro de la foto y transmitir una imagen que no se corresponden con la realidad. Los porcentajes son mucho peores que lo que dicen las cifras oficiales, ya que una cosa es ser parte del consejo, y otra tener un peso verdadero en la toma de decisiones”.
Empezar desde abajo
Hay mucho camino por recorrer, pero también empresas que sí aplican políticas de igualdad. “Va en su propio beneficio”, señalaba Beatriz García Osma. Estas compañías “del lado opuesto” tienen ante sí ventajas inapelables. “La más importante, poder incorporar sin prejuicios a esa mitad del talento disponible que otras empresas no consideran de interés”.
Para cambiar las cosas, la economista aboga por empezar a derribar barreras desde muy abajo, en la etapa escolar. “Es un problema del que debemos ser conscientes hombres y mujeres, y que tenemos que resolver juntos, no cada uno por su lado”. García Osma apuesta por introducir la educación financiera en las aulas lo antes posible y favorecer así la futura independencia económica de la mujer. “Hombres y mujeres nos diferenciamos en algunas cosas, pero si no nos suben el sueldo, que sea porque no nos lo merecemos, no porque un sesgo de género nos haya frenado a la hora de solicitar un aumento. Debemos sacar a la luz los sesgos que nos impiden progresar”.
La catedrática insistía además en la importancia de visibilizar de manera más decidida referentes femeninos con los que chicos y chicas se puedan identificar. “Si niños y niñas nos identificábamos con Neil Armstrong, ¿por qué no sucede lo mismo con Margarita Salas y otras grandes mujeres? A las jóvenes estudiantes les diría que ha llegado la hora de sacar a la Margarita Salas que llevan dentro. Otro punto a favor de una mayor igualdad tiene que ver con un estricto cuidado del lenguaje. Sin caer en redundancias estúpidas, las mujeres debemos ser nuestras propias policías y detectar errores cometidos inconscientemente”.