La Fundación Ramón Areces ha organizado el simposio “El nuevo contrato social tras la pandemia”, donde expertos como Belén Romana, economista del Estado, y Manuel Muñiz, secretario de Estado de la España Global en el Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, han hablado sobre los cambios radicales tras la pandemia y cómo funcionarán las relaciones internacionales. La ciberseguridad, entre otros, parece uno de los puntos calientes.
“Ahora tenemos un mundo organizado verticalmente con países definidos geográficamente y problemas horizontales. La pandemia es un caso extremo, pero tenemos unos cuantos además. Y no tengo claro que la estructura de relaciones internacionales sepa cómo reaccionar ante eso. La ciberseguridad es un ejemplo”, ha explicado Romana.
Según ella, en el mundo hay una ola creciente de ataques de secuestro de información. “De hecho –afirma–, hay una compañía, que atacó a EEUU hace unas semanas, que vende las herramientas para hacerlo en la dark web. Si uno piensa de dónde viene esto, viene de que se puede pagar sin dejar rastro. Que es muy difícil encontrar el origen y que, si lo encuentras, es muy difícil un enforcement de acciones judiciales y legales”.
Romana asegura que es muy difícil encontrar el origen de un delito. Y es muy difícil llegar a todas partes. “La ciberseguridad en Internet es un mar sin reglas. Ahora estamos todavía como en siglos anteriores. Si ibas en un barco, puede que te ayudaran o que no o, lo más probable, que no te encontraras a nadie”.
Para la economista es muy preocupante, porque tiene elementos de seguridad nacional, por ejemplo, de seguridad económica.” Es un ejemplo de un problema que crece bajo nuestros pies y que no hay un elemento en la estructura de relaciones internacionales que nos ayude a hacer algo. Es un ejemplo de falta de autoridad. Y como las estructuras se crearon cuando no existía Internet, pues no podemos hacer nada”.
“Tenemos propuestas para intentar gobernar el espacio de la ciberseguridad”
Por su parte, Manuel Muñiz considera esta es una de las consecuencias de la aceleración e incertidumbre, que trae retos futuros, y que nos exige intentar trazar sendas, escenarios para superarlo. Una ciencia imperfecta. "Se trata de construir escenarios futuros. En el ámbito de gobernanza y diplomático, todo el tema tecnológico y la gobernanza de las tecnologías emergentes, estamos convencidos de que va a ser un nuevo campo de las relaciones internacionales”, asegura.
Pero no singularmente, con ciberseguridad por un lado y la inteligencia artificial por otro, sino un campo como es la diplomacia climática, que tiene sus estructuras de gobernanza y sus cuerpos especializados. De hecho, Muñiz ha adelantado que se encuentran trabajando en una estrategia nacional de tecnología, un plan de diplomacia tecnológica que estudia el campo de la tecnología emergente. “Lo hemos dividido en una estructura que hemos denominado de las tres PPP. Poder (ciberseguridad, espacio, nuevas capacidades ofensivas y defensivas en el ámbito tecnológico), Prosperidad (economía y salud) y Principios y Política (derechos y libertades)”.
Según él, cuentan con propuestas para intentar gobernar el espacio de la ciberseguridad, porque existe un problema serio en la arquitectura de gobernanza. “España está convencida de que dentro de 15 o 20 años la gobernanza de la tecnología será parecida a la del cambio climático. Va a emerger toda una realidad de colaboración a nivel internacional. Es una apuesta a futuro. Los daneses, los suizos, los estonios lo están haciendo ya”.