Más de medio milenio es lo que tarda el cartucho de un cazador en descomponerse en el campo. Aunque alguno se quede tirado, los que practican la cinegética están obligados por ley a recogerlos del suelo. El problema vuelve a surgir si se los llevan a casa: un cartucho está compuesto por un taco -que se queda en el campo, algunos se alejan hasta 50 metros del disparo- y una vaina -lo que hay que recoger-, que tiene una parte de plástico y otra, el culatín, de metal. Reciclarlo no es tan fácil.
La solución la encontró Enrique López Pozas en el año 2015: hacer cartuchos biodegradables que puedan reciclarse de forma sencilla y que, si se quedan en el campo, puedan descomponerse en un máximo de dos años, frente a los 550 de uno que lleve plástico. La idea se organizó bajo el nombre de Bioammo, una empresa que ya cuenta con una fábrica en Segovia, que produce más de 70 millones de estas balas sostenibles al año y que se ha convertido en un paradigma de la caza, pues es la única compañía en el mundo que tiene el certificado necesario para construirlas.
Ramiro Guardiola, director comercial de Bioammo, explica que los cartuchos de plástico, los de toda la vida, tienen entre seis y siete gramos de plástico, entre vaina y taco. “Si multiplicamos por los 29.000 millones que se disparan en todo el mundo… es un gran problema, es mucho plástico”.
De ahí que aprovecharan la oportunidad de aplicar biopolímeros a la caza. El cartucho “de toda la vida” es de polietileno, plástico común, y el otro es plástico vegetal, realizado con desperdicios de la alimentación, como del azúcar o la remolacha. “El biopolímero se crea en grano, se funde y le damos la forma que queremos. Decimos que es biodegradable no porque queramos, sino porque el TUV de Austria, la única institución europea que puede certificar estos materiales como compostables, nos dio el certificado OK Compost”, subraya Guardiola.
Entre patentes y otros proyectos
Bioammo es la única empresa con la patente de los cartuchos biodegradables, en un esfuerzo de I+D+i que les ha llevado hasta el día de hoy. Según el representante de la compañía, “hay empresas de más de cien años que no han sido capaces de sacarlos. El sector de la cartuchería es muy tradicional, el mismo que se fabricaba hace 50 años es el de ahora, no cambia en nada, ni materiales, ni diseño. Nuestra disrupción ha sido muy relevante”.
Además, Guardiola insiste en que su importancia no solo está en que se pueda descomponer en el campo, ya que, al fin y al cabo, los cazadores están obligados a recoger sus cartuchos. Sino que las bacterias de los vertederos se “comen la bala” en apenas dos semanas, gracias a que son orgánicas. La parte de metal no puede reciclarse con el plástico, pero si se puede oxidar -convirtiéndose en polvo de hierro- y no contaminar.
También hay cartuchos de cartón, por ejemplo, pues hay bacterias que se alimentan de la celulosa. De hecho, la nueva Ley de residuos, de enero de este mismo año, ya contemplaba que los objetos de usar y tirar tenían que ser biodegradables. Pero no es lo mismo.
De hecho, la idea de Bioammo es seguir creando productos sostenibles y de innovación dentro y fuera de la caza y el tiro deportivo. “El biopolímero se puede aplicar a todo lo que tenga plástico: envases, cápsulas de suero fisiológico, botellas, envoltorios de chocolatina… Nosotros nos estamos dirigiendo ahora hacia la aplicación en ganadería, agricultura e industria sanitaria”.
Bioammo ante el monopolio
Bioammo, además, se ha convertido en la única empresa capaz de hacer frente al monopolio de cartuchería de Nobel Sport, compañía francesa que ha ganado la batalla contra Fiocchi (Italia) al comprar Maxam (España). “Antes había variedad, pero ahora, con un solo proveedor, no se puede hacer nada. Somos lo únicos independientes frente a ellos”, asegura Guardiola.
Y no solo están haciendo frente en España, donde de los 300 millones de cartuchos que se fabrican, 70 son suyos. “De hecho, exportamos el 95% fuera de España. En países del norte de Europa e Inglaterra ha tenido una aceptación brutal, en el sur han sido más reticentes. Muchos grupos armeros nos piden que les fabriquemos cartuchos con su marca”.
Por todo ello, Guardiola recalca que en Bioammo son “pioneros”. Lo que es seguro es que están bien posicionados en un mercado en el que habrá un cambio inminente demandado desde Europa. Frente al plástico, compuestos biodegradables. Frente a los cartuchos "de toda la vida", balas verdes.