Biodiesel a partir de cartón y levaduras, en la Universidad de Guadalajara (México)

El combustible procede de biomasa microbiana obtenida a partir de azúcares
cartón

El Centro Universitario de Ciencias Exactas e Ingenierías (CUCEI) de la Universidad de Guadalajara (UdeG) ha estudiado el potencial de los residuos de cartón para convertirlos en biodiesel, con el apoyo de levaduras. El objetivo es conseguir un combustible cuya producción no implique ningún tipo de cultivo agrícola.

Actualmente, el aceite para biodiesel proviene de cultivos oleaginosos, es decir, plantas como la soja, el girasol y la palma, pero también de otros como el maíz. No obstante, para lograr el suministro de tales fuentes de lípidos (moléculas compuestas principalmente de ácidos grasos) se requiere su siembra, lo que compite con la alimentación humana. De ahí el interés en buscar una fuente de lípidos renovables.

La responsable de este proyecto es la investigadora del Departamento de Madera, Celulosa y Papel (DMCyP) del CUCEI, la doctora Yolanda González García, quien asegura que uno de los retos de la investigación ha sido determinar la factibilidad del crecimiento del microorganismo en la hidrólisis. Al ser sometido a dicho proceso químico, el cartón libera compuestos que pueden inhibir su crecimiento, pero la levadura (Rhodotorula glutinis, que puede acumular hasta 70 por ciento de su cuerpo en forma de grasa) fue tolerante e hizo posible obtener los azúcares, agregó la académica de la UdeG y miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI), nivel I.

“El residuo de cartón puede ser hidrolizado eficientemente para obtener azúcares, la levadura puede usar estos azúcares para almacenar grasa o aceite, y este último puede ser utilizado como biodiesel”, añade. El biocombustible es de tercera generación, es decir, procede de biomasa microbiana obtenida, en este caso, a partir de azúcares.

El trabajo ha sido realizado por académicos y alumnos de diversas carreras de 2010 a 2013, en respuesta a una convocatoria sobre sustentabilidad abierta por la Secretaría de Energía, entidad que, junto al Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), se han encargado de financiar la investigación.

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