Doctora en Biología por la Universidad de Murcia, Guiomar Sánchez ha desarrollado su carrera en la academia y en la empresa privada antes de poner en marcha en Cartagena BioProcesia, su propio proyecto emprendedor, a finales de 2021. Experta en biotecnología industrial, la investigadora murciana pasó por la Universidad de Edimburgo o el gigante cárnico El Pozo antes de volar a Barcelona para trabajar en el centro tecnológico Leitat, donde conectaba el I+D+i con las necesidades que les planteaban las empresas.
“El trabajo que hacíamos era muy interesante, pero algunas investigaciones se quedaban en un cajón. Costaba estar en el día a día de las empresas. Por mi perfil investigador, resultó difícil dar el salto al emprendimiento”, explica a Innovaspain. Fue su socio, el ingeniero industrial Adrián Cerezo, quien la convenció. “Él era capaz de ver que la idea que manejábamos se convertiría en un futuro en una fábrica propia”.
El objetivo de BioProcesia es ayudar al sector primario -fundamentalmente ganadería y acuicultura- a alimentar a los animales de manera más saludable y rentable, pero también sostenible. “Nos propusimos ayudarles a acometer una transición obligada hacia nuevas formas de alimentación animal basadas en materias primeras cuyo empleo no impacte en el medio ambiente”.
Valor diferencial
Para lograrlo, la joven compañía convierte subproductos de la industria alimentaria en proteínas de alto valor nutricional para consumo animal. Entre estos subproductos, algunas frutas que no llegan al consumidor fundamentalmente por su estética (la conocida como fruta de destrío, un 7 % del total de la cosecha nacional). El proyecto ha llevado a Guiomar Sánchez a hacerse con el premio EWA (Empowering Women in Agrifood) en la edición de 2022. Esta iniciativa europea, promovida por el organismo EIT Food, impulsa el emprendimiento femenino en el sector agroalimentario.
El valor diferencial de la iniciativa reside, según detalla la CEO de BioProcesia, en dirigir la fermentación bacteriana al pienso animal, una vía que sí han tomado otras empresas en el norte de Europa o Estados Unidos, pero donde son pioneros en España. “Han surgido muchos proyectos que trabajan con proteína de fermentación, ya sean levaduras o micoproteínas. La mayoría, y también es una buena noticia, están enfocadas a la alimentación humana”.
La empresa detectó que existen necesidades que ganaderos y acuicultores no tienen cubiertas. “Admitimos que, como sociedad, debemos reducir el consumo de proteína de origen animal, pero estos sectores no van a desaparecer. Al contrario, el incremento de población en países emergentes aumentará la demanda de carne y pescado y necesitamos alternativas. Tienen un problema que nosotros podemos ayudar a resolver. Otras compañías ya han escalado a nivel industrial la producción de proteína bacteriana. En España nadie lo ha hecho, esperamos ser los primeros en alcanzar ese nivel”.
Tecnología al rescate
Llegar a este punto ha sido posible gracias a la confluencia de distintas investigaciones y tecnologías. “La fermentación siempre ha estado ahí, pero la innovación ha provocado que este sea su gran momento. Aunque nos queda un largo camino, ahora sabemos optimizar mejor los procesos. El software analiza distintos parámetros a fin de lograr una fermentación más racional”.
Guiomar Sánchez añade que la inteligencia artificial y los modelos digitales posibilitan la rentabilidad económica y técnica en el uso de determinados subproductos en un desarrollo antes impensable. “Contábamos con mucha literatura científica sobre el aprovechamiento de subproductos o gases. En los últimos cinco años, la ciencia de base se ha aplicado por fin a estos procesos industriales. La tecnología nos permite ser más rápidos y abaratar costes, parámetros clave para el sector. Trabajar con subproductos no es nada sencillo. La innovación hace que podamos no sólo utilizarlos, sino conservarlos, ya que muchos son estacionales”.
Compromiso: el sector y el consumidor
“Sabemos que el sector al que nos dirigimos suele ir muy ajustado en costes. Necesitan un producto rentable a un coste asumible”, argumenta Sánchez. La CEO de BioProcesia considera que distintas variables han fomentado el cambio de chip. Primero, una legislación cada vez más restrictiva con el uso de determinados productos, como la soja, para alimentación animal. Por otro lado, un consumidor que quiere conocer los detalles del producto que se lleva a la boca. “Toda la cadena tiene que amoldarse a esta coyuntura”.
La investigadora cree que también jugará a favor del proyecto la sensibilidad del sector para trabajar con materias primas menos dependientes de eventualidades climatológicas o geopolíticas. “Las proteínas de fermentación pueden ser producidas de manera estable en proximidad y precio. Es una materia prima que aporta la confianza que muchos empresarios buscan, por eso están más atentos a la actualidad innovadora del sector”.
Planes
Durante 2022, en BioProcesia han llevado a cabo el desarrollo tecnológico necesario a escala de laboratorio. Para ellos han trabajado con la Universidad de Murcia en un primer prototipo utilizando subproducto alimentario. Desde finales de verano, colaboran con el Centro Tecnológico Nacional de la Conserva (CTNC) para continuar optimizando el producto y escalar a cotas más altas.
A mediados de 2023, esperan disponer de suficiente volumen de muestras de producto caracterizado y certificado como para acercarse a clientes que lo validen con sus animales. Con ese objetivo -además de contratar personal- han abierto una ronda de financiación de 250.000 euros. En el futuro, una vez los clientes que les acompañan “desde el principio” hayan probado el pienso de BioProcesia, confían en haber generado las métricas que abran la puerta a una segunda ronda que se traduzca en la puesta en marcha de una planta de producción propia.
Sánchez cuenta que es la única bióloga de la familia, aunque cree que su madre, dedicada a la docencia, habría sido una de las grandes de haber tenido las mismas oportunidades que ella. “He sentido curiosidad científica desde que era una niña. Todo lo que quería hacer estaba relacionado con la investigación: astrofísica, paleontología… y desde los 15 años supe que quería ser bióloga”. Ahora compagina su faceta emprendedora con la vida familiar. “La conciliación no es sencilla, pero por suerte tengo muchos apoyos. En la empresa somos optimistas, vamos a por todas”, concluye.