La empresa almeriense Biorizon Biotech ha pasado estos días por la COP25 (consulta nuestra cobertura completa). Lo ha hecho invitada por el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades, y con uno de sus proyectos, SABANA, como ejemplo de tecnología que encaja entre los propósitos de la Cumbre del Clima.
Como explica su director de I+D, Joaquín Pozo, la compañía es pionera en haber lanzado varios productos basados en microalgas destinados a la actividad agrícola. Con SABANA, la disrupción está en desarrollar un método de producción a partir de la recuperación de nutrientes de corrientes residuales.
“De las microalgas obtenemos bioplaguicidas, biofertilizantes, bioestimulantes y también piensos y aditivos más sostenibles para la acuicultura. Las microalgas son organismos fotosintéticos, unicelulares, pero cuya composición es muy rica en proteínas, aminoácidos, antioxidantes y ácidos grasos”, señala el directivo.
Pozo añade que la novedad en su caso está en cómo las cultivan. “En lugar de medios sintéticos, usamos aguas residuales urbanas, muy ricas en nitrógeno y fósforo, absorbidos por las microalgas, que a su vez lo convierten en materia orgánica. Al final del proceso, el agua que queda es limpia, y por tanto se puede verter y, por otro lado, logramos biomasa que procesamos y convertimos en los distintos productos de valor añadido”.
Utilidad a gran escala
La deferencia que ha tenido el ministerio con ellos no es casual. SABANA es considerado por el Programa Horizonte 2020 como un First Class, un nivel que significa que, de los 10,5 millones de euros de inversión necesarios, Europa financia el 70 %. “Es percibido como un proyecto estratégico que aporta novedades para combatir problemas acuciantes en países productores agroalimentarios”.
Pozo se refiere a la reducción paulatina de fertilizantes minerales, plaguicidas de síntesis química o a cómo deshacerse de los purines en países ganaderos como España e Italia. “Es un problema de la ganadería porcina, porque hoy los purines se liberan al medio y las consecuencias son muy negativas. Proponemos tratar las aguas residuales y reducir el consumo energético en un 80 %. Por cada kilogramo de biomasa de microalgas que generamos, se capturan 2 kg de CO2. Además, las algas son las responsables del 60 % del oxígeno que respiramos”.