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Pablo Borboroglu, el embajador de los pingüinos: "La divulgación es tan importante como la ciencia"

La irrupción de la inteligencia artificial aporta herramientas que transforman los esfuerzos de preservación. “Hemos sido testigos de comportamientos fascinantes”, explica el biólogo argentino
Pingüinos

“El campo de la conservación ha tomado direcciones que eran impensables hace 30 años, y uno de los avances más sorprendentes ha sido la incorporación de la inteligencia artificial”, dice Pablo Borboroglu, biólogo marino argentino conocido como el “embajador de los pingüinos” por llevar décadas aportando al estudio y la preservación de esta ave. 

Borboroglu es investigador del CESIMAR y del CONICET en Argentina y lidera campañas de educación, asesorando a distintos gobiernos e instituciones. En 2009 fundó la Global Penguin Society, una organización internacional que ha ayudado a proteger cerca de 13 millones de hectáreas, beneficiando a unos dos millones y medio de pingüinos.

Los nuevos desarrollos de la IA, cuenta en una entrevista con Innovaspain, permiten recabar y analizar grandes volúmenes de datos, sobre el comportamiento animal, el clima y los patrones migratorios. Los modelos de simulación y predictivos ayudan además a evaluar el impacto de amenazas como el cambio climático, los vertidos, la pesca y la contaminación. “Esto nos permite prever escenarios futuros y tomar decisiones mucho más informadas para proteger a las especies”, remarca Borboroglu.

Gracias al monitoreo remoto y el uso de drones pueden además observar las poblaciones sin interferir en sus hábitats y llegar a áreas más inaccesibles y hasta rastrear sus viajes recabando datos que van desde su velocidad a su comportamiento en pareja.

Siguiendo a un pingüino

El científico suele decir que su fuente de inspiración, de su amor por los pingüinos, fue su abuela quien siempre le hablaba de las colonias de la Patagonia. ¿Cuál sería el avance que más la sorprendería? “Le contaría que, gracias a la tecnología, ahora es posible ‘seguir’ a los pingüinos desde cualquier parte del mundo, observando sus viajes en tiempo real. Estamos aprendiendo más sobre ellos ahora de lo que jamás habríamos imaginado”, dice Borboroglu.

Se refiere a la iniciativa más reciente de Global Penguin Society: Tracking a Penguin (Siguiendo a un pingüino, en español). Es un mapa interactivo que muestra la ubicación de una veintena de pingüinos de Magallanes, una especie del sur de la Patagonia argentina que migra hacia el norte en invierno. Los ejemplares, con nombres como Leo Di Caprio, Wendy y ‘Dibu’ Martínez (en honor al arquero de la selección argentina), llevan transmisores satelitales de rastreo adheridos al cuerpo. 

Los datos recabados, explica, son fundamentales para delimitar áreas protegidas en zonas clave de alimentación y migración, predecir el impacto de cambios ambientales y la interferencia humana, y crear iniciativas en consonancia.

La sorpresa de 'Taylor Swift' y ‘Messi’

“Hemos sido testigos de comportamientos fascinantes”, cuenta Borboroglu. Un ejemplo es la pingüina llamada 'Taylor Swift', que recorrió la mayor distancia registrada, llegando desde el sur de Argentina hasta Brasil. Alcanzó los 5,700 km, lo que sugiere que su viaje completo sería de 12,000 km, una distancia comparable a la que existe entre Buenos Aires y Atenas. 

Por otro lado, antes se creía que estos pingüinos abandonaban las áreas reproductivas para migrar, pero han descubierto que aunque dejen las colonias en tierra, se quedan en áreas marinas cercanas. “Es un hallazgo inesperado”, remarca.

También observaron que esta especie es muy fiel a sus nidos, “con un 90% que regresa al mismo lugar año tras año para reunirse con su pareja” (algunas de las cuales llevan reproduciéndose juntas durante al menos 17 años). De este modo, aunque migren separados en el invierno, como el caso de la pareja nombrada 'Messi' y 'Antonella', “seguramente se reencontrarán en su nido el próximo septiembre, al inicio de la temporada reproductiva”, indica. 

Investigación genética y ciencia ciudadana

“Otro aspecto clave es la investigación genética, que nos ayuda a comprender cómo las diferentes especies de pingüinos pueden responder a los cambios en su entorno, y si están logrando adaptarse”, dice Borboroglu, quien ha recibido múltiples premios entre los que está el Indianapolis Prize, conocido como el “Nobel de Conservación”.

La organización que lidera también monitorea diversas colonias en distintos países, incluyendo Nueva Zelanda y Chile, y tienen iniciativas educativas y de ciencia ciudadana que involucran a las comunidades locales y a voluntarios en la recolección de datos. “Consideramos que la divulgación es tan importante como la ciencia misma”, explica. 

Para prevenir y hacer justicia 

Borboroglu ha creado y promovido reservas de fauna en la costa patagónica y el mundo, entre las que está El Pedral, un espacio en la costa Chubut que comenzó a restaurar en 2018 junto a tu esposa, Laura Marina Reyes, con sólo seis parejas de pingüinos como población inicial. Ahora tiene miles de ejemplares. Un aspecto clave del éxito fue “la valentía de enfrentar intereses muy fuertes”, señala, en una colaboración entre los propietarios del campo, la comunidad local, científica y proteccionista con un proyecto que se mantuvo por años. 

Borboroglu también recuerda la masacre ambiental de Punta Tombo, una de las mayores colonias continentales de pingüinos de Magallanes del planeta, en 2021, señalando lo importante de la respuesta y colaboración global que surgió. La National Geographic aportó imágenes satelitales –pruebas “decisivas de la magnitud del daño”, indicó. “El caso ilustra cómo la tecnología no solo ayuda a monitorear y proteger, sino también a hacer justicia y prevenir futuros daños a la biodiversidad”, añade.