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"Un buen parto tiene un enorme efecto de empoderamiento en la madre"

Ibone Olza, psiquiatra infantil, acaba de publicar Parir, donde explica la necesidad de una atención médica más respetuosa

Ibone Olza es psiquiatra infantil, pero también madre y activista por los derechos de los bebés y las madres y padres en la primera infancia. Estudió Medicina en la Universidad de Navarra, se doctoró en la de Zaragoza y trabaja como profesora asociada en la de Alcalá de Henares. Es confundadora de "El parto es nuestro", una asociación sin ánimo de lucro, formada por usuarias y profesionales que pretende mejorar las condiciones de atención a madres e hijos durante el embarazo, parto y posparto en España.

Después de formarse en psiquiatría infantil y varios años ejerciendo, “acabé trabajando con bebés, antes había trabajado con adolescentes y niños y los últimos años con bebés hasta 3 años y embarazadas en el hospital Puerta de Hierro (Majadahonda), donde puse en marcha el programa de psiquiatría perinatal", explica a Innovaspain. En 2014 pidió una excedencia para dedicarse a desarrollar la formación en salud mental perinatal Terra Mater.

Le apasiona investigar por lo que también tiene un proyecto de investigación sobre la oxitocina, una neurohormona que juega un papel fundamental en el parto y el establecimiento de relaciones sociales y vínculos afectivos.

Fruto de toda la experiencia acumulada como psiquiatra y como madre, acaba de publicar “Parir. El poder del parto” (Ediciones B).

¿En qué consiste psiquiatría perinatal?

Trata de todo lo que tiene que ver con las embarazadas. Algunas tienen trastornos de ansiedad, depresiones graves, hay en ocasiones algún trastorno mental previo al embarazo, pero quieren quedarse embarazadas y hay que ver si se pueden seguir con la medicación, trastornos psiquiátricos que debutan en el embarazo… Aproximadamente un 15% de las mujeres tendrán trastornos durante el embarazo. Antes, por una visión idealizada del embarazo se les decía que no podían tomar nada durante esos nueve meses, y muchas mujeres pasaban embarazos de horror, casi sin un ansiolítico. La psiquiatría perinatal trata esos cuadros en embarazadas o antes, ayudando planificar un embarazo en una mujer con un trastorno bipolar, por ejemplo.

¿Los bebés también sufren trastornos psicológicos?

Hay una psicopatología del bebé. Algunos sufren anorexia de lactante, que tiene que ver con los vínculos afectivos. Los trastornos del espectro autista se empiezan a chequear ahora en los primeros meses. Los bebés prematuros, por su larga hospitalización tienen mayor riesgo de secuelas psiquiátricas, y también por el trato que se da a los bebés, que ya está cambiando. Hay bebés que tienen dificultades biológicas, aparte del tipo de interacción con sus padres, para conectar con su familia. Pueden ser muy irritables, por ejemplo, si ha estado expuesto a drogas o alcohol. También puede ocurrir que no dé problemas, que esté muy quieto, porque está hipotónico. Es muy bonito trabajar en todo esto porque una buena intervención y un buen diagnóstico pueden cambiar el pronóstico de por vida. Pero si no se consigue puede ser un drama.

¿Cómo surgió la idea del libro?

Surgió de mi propia experiencia, tuve a mis hijos muy joven, siendo residente de psiquiatría, con tres partos difíciles que acabaron en cesárea urgente. Al segundo no me lo dejaron coger hasta que tuvo una semana porque estuvo hospitalizado. Yo viví esas experiencias como madre, pero también como médico, y cuando empecé a ver cómo nos habían tratado en el hospital, me di cuenta de que aunque le curaron la neumonía, desde el punto de vista psíquico nos habían hecho mucho daño. Pensé que como psiquiatra infantil podría hacer algo. Empecé a trabajar con muchas madres, en los grupos de apoyo, que contaba historias de terror en sus partos, que se sintieron muy maltratadas, también. Yo lo viví en primera persona, me paso incluso en el hospital donde era médico y me conocían… te chillan, te ignoran... Empecé un foro de apoyo online, para mujeres con cesárea y evitar la siguiente si había más partos. Y empezaron a llegar mujeres muy traumatizadas, aun sin cesárea. Me contaban cosas preocupantes, que entraron a parir un bebé sano y salían en silla de ruedas con 20 puntos por  una episotomía sin poder coger al bebé, o no podían tener relaciones sexuales un año y medio después del parto, porque recordaban imágenes traumatizantes de ese momento. Hasta hace poco, la atención al parto en España era obsoleta y por eso  creamos “El parto es nuestro”. Éramos veinte mujeres y un hombre, un padre estupendo. El objetivo mejorar la atención obstétrica en España, empezamos con mucha fuerza, éramos pocos pero nos movimos mucho. Llegaban también profesionales a los foros de apoyo, matronas y ginecólogos un poco quemados por los protocolos que se utilizaban.

¿En todo esto tiene que ver algo que la mayoría de los ginecólogos sean hombres?

El análisis del problema de la atención al parto hay que hacerlo con mirada de género, porque las que paren son las mujeres, pero la violencia obstétrica, que es de género también, la ejerce todo el personal sanitario independiente del sexo.

Según las estadísticas, en España se abusa de las cesáreas

En la atención privada el ginecólogo programa los partos, para que estén dentro del horario laboral y asegurares de que no llegan de parto un fin de semana. Hay un informe muy bueno, “Nacer en horario laboral en España”, que demuestra cómo ya no nacen niños los fines de semana. Esas cesáreas se programan sin que haya justificación médica, pero juegan con el miedo ante problemas que no lo son tanto poco: poco líquido amniótico, una vuelta de cordón… En la Sanidad pública no es tanto así. Ahora la tasa de cesáreas ha mejorado y han bajado. Es un disparate el porcentaje de cesáreas mundial.

¿Todo su trabajo con estos grupos de mujeres dio su fruto?

Llegamos al ministerio de Sanidad, que reconoció que había un problema, y lanzó la estrategia del parto normal en 2007. Los cuatro años siguientes el ministerio hizo un esfuerzo estupendo. La introducción a la estrategia es muy bonita porque reconoce el problema. Nos sentamos con las principales asociaciones sanitarias, incluidas las matronas y otros profesionales que apoyan la lactancia y nosotras con “El parto es nuestro”. Fue un diálogo de igual a igual. Se sacaron varios documentos muy buenos. y se organizaron jornadas y talleres.

¿Y en qué ha quedado aquella estrategia? porque las quejas diez años después siguen siendo parecidas por lo que cuenta en su libro

El ministerio, después de hacer todo esto, dicen que solo pueden hacer recomendaciones, por la transferencia de competencias a las autonomías. Esta estrategia tan bonita, y basada en la evidencia, en muchos sitios ha quedado guardada en un cajón y no se la han leído. Y ahora parir es una lotería. En dos hospitales públicos la atención al parto puede ser totalmente diferente. Obliga a que las mujeres que quieran asegurarse un parto respetado tengan que cambiar de comunidad autónoma. Lo llamamos turismo obstétrico: vas a ver varios hospitales para elegir en cuál vas a parir.

Además se dedica a investigar qué ocurre en el cerebro de la madre y el niño que va nacer en el momento del parto, cuéntenos...

Me apasiona la investigación y cuanto más sabía sobre parto más me preocupaban algunas de las rutinas que se llevan a cabo, como el uso oxitocina sintética para acelerarlo. Cuando empecé a estudiarla me llevé las manos a la cabeza. Es verdad que acelera las contracciones del útero, pero también altera la producción de la oxitocina natural en el cerebro de la madre. Y el posible efecto sobre el cerebro de los bebés, no se ha investigado suficiente. Pero hay muchos estudios en distintos mamíferos que ven que al manipular los receptores de esta hormona en el momento del parto se producen alteraciones que se manifiestan en la vida años después. Esta hormona, la oxitocina, es la responsable de la conducta social y el establecimiento de vínculos.

¿Sospecha que podría incluso tener algo que ver con la aparición de trastornos del espectro autista?

Ahora se han incrementado los casos de autismo y la comunidad científica está muy preocupada. Está claro que es un trastorno de origen multifactorial, pero en este aumento que estamos viendo, aparte de otros factores, probablemente el uso de la oxitocina en el parto pueda estar haciendo daño. Porque el autismo es una disregulación del sistema de la oxitocina, que hace que nos miremos a los ojos, socialicemos, hablemos. De hecho, se propone el uso de oxitocina para tratar el autismo. Al juntar estas piezas, y ver cómo se da a chorro esta hormona en los partos puede ponerla bajo sospecha. Para la madre también es peligroso. Se puede perder el útero por hemorragia masiva, porque el exceso de oxitocina hace que el útero no se contraiga o, al revés que se quede contraído.

Uno de los objetivos de su libro es mirar el parto desde el enfoque de la neurociencia, ¿qué ha averiguado?

Después de lo leído e investigado, mi sorpresa es descubrir que el parto es un evento neurohormonal perfectamente milimetrado. Es el cerebro del bebé el que da la señal de que ya está listo para nacer. El bebé participa en el parto, se coloca, gira, se mueve, descansa. Hay una comunicación neurohormonal exquisita entre cerebro de la madre y el bebé, que va más allá de lo que nos enseñan en la facultad con una visión mecánica. La oxitocina, no solo contrae el útero, sino que baña ambos cerebros, el de la madre y el del bebé, se liberan hormonas del estrés en la madre, que hace que ayude a nacer.

Es un escenario neurohormonal imposible de reproducir, que solo se da en ese momento de la vida. Tanto la madre como el bebe están bañados en la hormona del amor y la sociabilidad. En el bebé, la liberación de catecolaminas relacionadas con el estrés, le hace respirar, que cierre la circulación hacia la placenta para que deje de latir el cordón. Y aparte de eso, hace que esté despierto las dos primeras horas de vida. Ahora sabemos que están listos para reptar y encontrar el pecho de la madre y mirarla a los ojos, saben encontrar a la madre por el olfato, y ven nítido a veinte centímetros, la distancia que separa el pecho a la cara de la madre, que pueden ver con nitidez. Lo previsto por la naturaleza un encuentro amoroso que forme un vínculo que quede muy grabado en ambos.

¿Y en el cerebro de la madre qué ocurre?

Toda esta liberación de oxitocina y endorfinas en la madre produce un estado alterado de consciencia. Es lo que se denomina estar en el planeta parto. Se altera la percepción del tiempo, como si el tiempo no existiera, el universo se hubiera reducido a mí y a mi cuerpo, para esta tarea de parir a mi bebé. Una matrona americana hizo un experimento curioso,  pedir que las parturientas calcularan un minuto. Y percibían ese lapso de tiempo como más largo de lo que realmente era. También se altera la percepción sensorial. La oxitocina sube en los orgasmos, en el parto esto se multiplica por mil, y a en este estado empiezan a parecerte bonitas cosas que antes eran neutras y en las que ni se fijaban. Muchas mujeres tienen incluso vivencias místicas independientemente de su cultura y religión. De repente, se sienten como conectadas con una fuerza superior, piensan en todas las mujeres que dan a luz en el mundo en ese momento. Sienten que no son ellas las que empujan sino una fuerza externa. Al final del parto siente que se mueren, y es cuando el bebé está a punto de salir, con la liberación masiva de catecolaminas tienes angustia de muerte, igual que ocurre en los trastornos de pánico. Y después sale el bebé. Después de ese estado alterado de consciencia y encontrarse con el bebé, sienten que si han pasado por eso pueden pasar por cualquier cosa. Qué fuerza tenemos las mujeres. Una lectura de todo esto es que un buen parto tiene un enorme efecto positivo en la salud mental de la madre, es muy empoderador, muy sano.

¿Y qué pasa en un parto por cesárea con todo esto que cuenta?

Intentamos entender que pasaba si no hay parto y te saltas todo esto. Le abres la tripa a la madre antes de estar a punto, y te llevas al bebé y se lo devuelves una hora después. Falta esa liberación de hormonas. Algunas madres relatan que quieren a sus hijos pero no lo sienten biológicamente. Y esto genera culpa, depresión, muchas dificultades con la lactancia. Porque si las dos primeras horas en que estás despierto y preparado para encontrar a tu madre, no está, hay un sentimiento de abandono. En psicoterapia se llama herida primal.

Todos hemos pasado por esa experiencia, por los protocolos del parto, y aquí estamos sin muchas secuelas…

Una cosa es que hayamos sobrevivido y otra imaginar cómo sería si no hubiéramos pasado por ahí. Si nos hubiéramos encontrado con nuestra madre en ese baño neurohormonal. Además, los más vulnerables se quedan ahí. Y esto no tiene vuelta atrás. En muchos casos la madre puede estar fatal después de un parto horroroso pero hay otro familiar significativo que está volcado con el bebé y no pasa nada. Pero no siempre es así

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