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La (no) burbuja de la innovación

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Leo, como casi todos los años, diversas advertencias sobre una posible burbuja en el mundo de la innovación. Afortunadamente, los titulares no se corresponden exactamente con el texto que, generalmente, son llamadas de atención a los emprendedores para que tengan cabeza a la hora de pensar en montar una empresa, o a los inversores para que tengan en cuenta las dificultades que tiene pasar una startup hasta su consolidación o los dos grupos citados cuando inician de cero una actividad que, en principio, piensan que va a triunfar en el mercado por innovadora. 

Digo afortunadamente porque lo que no se discute es el valor de la innovación y el espíritu de la misma, que es sobre lo que llamamos la atención porque, en frase muy utilizada por Pedro Luis Uriarte, uno de los motores del cambio industrial en el País Vasco –en mi opinión–: “sin innovación no hay futuro”. Esta la frase a la que me refiero y que suelo citar con frecuencia. Despeja dudas sobre la necesidad de que en España vivamos por largo tiempo una burbuja de innovación en el sentido más positivo del término y su concepto.

Todavía estamos lejos de índices significativos entre la opinión pública general, según las dos grandes fundaciones que toman el pulso a este tema, como son la Fundación Cotec y la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT). Estamos cambiando pero no se ha producido un cambio radical, como era de esperar. Lentamente, vamos siendo conscientes de la necesidad de cambiar y de los efectos del cambio.  

Hoy mismo (29-08-2019) he leído un artículo de Fernando Carruesco, director de Innovación y Marketing Estratégico de INESE, que habla de “La muerte del marketing”. Recomiendo su lectura porque habla del efecto que tiene la innovación en este sector. Desde que Wrigh Mills inaugurara el marketing moderno con esa frase tan rotunda –“lo que no se cuenta no existe”–, que escribió en 1952 en un artículo que después se convirtió en uno de los libros fundamentales de la sociología moderna, como lo es “La Imaginación Sociológica”, todo evolucionaba adecuadamente hasta la quiebra que ha supuesto la comunicación basada en los algoritmos y el monumental volumen de información que tenemos todas las horas del día, 365 días al año, como anuncian algunos comercios.

Reflexionamos, también en estos días en redes sociales, sobre esta burbuja, sobre el excesivo uso de la palabra innovación. Hay hilos en Twitter donde se debate acerca de la devaluación del concepto por su utilización. Es verdad pero, al menos en España, necesitamos este exceso para cerrar la brecha histórica. Todavía te encuentras a mucha gente con responsabilidades de todo tipo, políticas incluidas, que desprecian ese tema porque consideran que eso no da votos, no vende y, sobre todo, no justifica una inversión. Están en un error. Lo que hay que hacer es asumir lo que ya conocemos para dar el siguiente salto cuanto antes.

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