Vitoria / “Tiempos geológicos”. Quizás estas hayan sido las dos palabras más repetidas en la primera jornada del Foro NESI Clima. Y han aparecido siempre para referirse a la lentitud de movimientos de la Administración pública. Burocracia excesiva y resistencia al cambio, sobre todo por parte del poder, es lo que se están encontrando los gobiernos que quieren hacer cosas diferentes.
Solo son algunas de las “dificultades” que ha denunciado Reyes Montiel, directora de gabinete del Área de Medio Ambiente y Movilidad del Ayuntamiento de Madrid, durante la mesa redonda dedicada a las nuevas iniciativas que se realizan desde la Administración local.
Y, a pesar de todo, “las ciudades están siendo oportunidades, oportunidades para cambiar las cosas”. “Pero hay cambios que, si no nos acompaña el ciudadano de pie, no podremos abordar”, añade. Por eso cree que “desde el mundo local podemos intentar avanzar en ciudadanía”.
Montiel está convencida de que los avances tecnológicos “nos permiten convertir los problemas en retos”, sobre todo porque contamos con “mucha información que antes no teníamos”. Como ejemplo ha puesto el nuevo plan de residuos del Ayuntamiento de Madrid, cuya “principal innovación es la transparencia” en un servicio que suele ser bastante opaco.
PROYECTO B-MINCOME
En la misma mesa de debate, el director de Planificación e Innovación del Área de Derechos Sociales del Ayuntamiento de Barcelona, Lluis Torrens, se ha centrado en desgranar los problemas de las políticas urbanas que luchan contra la pobreza. Cuando se invierte en un territorio determinado se llegan a producir efectos contrarios, como una gentrificación que expulse a los vecinos habituales.
El segundo dilema es cuando inviertes en mejorar las expectativas individuales de los vecinos (por ejemplo, a través de la educación) pueden llegar a irse del barrio al entender que ya no responde a su nuevo estatus. El tercer problema es que cuando haces programas focalizados (el caso de las ayudas a las personas más desfavorecidas) hay personas que creen que sus impuestos benefician a unas pocas personas que no son ellos.
Torrens ha explicado el Proyecto B-MINCOME, puesto en marcha por el Ayuntamiento de Barcelona a finales de 2017 y con una duración de dos años. Afecta a mil familias escogidas en diez barrios de Barcelona –entre los 15 más pobres–.
Se trata de combinar una política pasiva, como es un ayuda económica de urgencia social durante dos años, con la participación en una política activa de inclusión socio-laboral con impacto en el territorio dividido en cuatro líneas: plan de formación y ocupación en proyectos de coproducción, formación y promoción de la economía social, ayudas a la vivienda para poder rehabilitar y alquilar habitaciones, y un programa de participación en redes comunitarias.
EN GANTE
En la mesa redonda también ha intervenido Dirk Holemans, concejal de Gante y miembro de la Junta de la Fundación Verde Europa, quien ha repasado algunas de las iniciativas ciudadanas desarrolladas en esta ciudad belga, desde una plataforma para compartir coches eléctricos, hasta una cooperativa energética. En definitiva, “ciudadanos que se organizan y se autogestionan para hacer algo positivo”.
“A través de sus iniciativas lo que nos dice es que la administración pública ha fracasado”, ha asegurado. Desde su punto de vista, “la política clásica de arriba hacia abajo ya no funciona”; ahora hay “una relación más horizontal”. Por eso es necesario “respetar la autonomía de los ciudadanos” y estimular su participación.